La Searila
Esta es una de las muchas historias de amor que podría parecer producto de la imaginación de un escritor romántico pero que es real y sucedió entre los años 1835 y 1837 en Seares (Castropol) pueblo del occidente de Asturias.
Es Seares un pueblo pintoresco y acogedor y en el vivía en aquel entonces en una casa blasonada el matrimonio de hidalgos formado por D. Pedro Pérez Castropol y Doña Rafaela Abella Fuertes que tenían dos hijas, una de las cuales, Mª Rosa, es la protagonista de esta historia.
Fue Mª Rosa mujer de una extraordinaria belleza reconocida en toda la comarca como “la bella de Seares” o “la Searila”, con numerosos pretendientes entre los mayorazgos de la región pero el destino o quien decida estas cosas hizo que se enamorada de un galán hijodalgo del cercano solar de Piantón (Vegadeo), llamado D. Antonio Cuervo y Castrillón, su encuentro se produjo en plena naturaleza un día de verano cuando ella cerca de un arroyo mojaba sus pies para aliviar el calor y el pasó muy cerca montado en un caballo tordo quedando prendados ambos en cuanto sus ojos se encontraron. Al principio fueron unos amores contrariados pues sus familias al parecer no estaban de acuerdo lo que produjo que sus encuentros fuesen a escondidas en las cabañas de los leñadores y carboneros, enviándose mensajes y poniendo señales en los balcones y así su amor fue creciendo hasta que decidieron casarse en secreto en una ermita próxima teniendo entonces las familias que aceptar lo que ya no tenía remedio.
Pero el destino no quiso que esta felicidad durase mucho, D. Antonio a pesar de su juventud era letrado y magistrado y ya había sido Fiscal de Audiencia y Gobernador de provincia y ahora tenía que partir a su nuevo destino y la Searila se quedó sola recorriendo todos los lugares por los que habían paseado juntos recordando su amor y esperando su regreso, pero todo se ponía en su contra pues el año 1836 era un año difícil y sangriento para Asturias, las topas carlistas batían a los liberales produciendo mucha inestabilidad en la zona y mientras Doña Rosita, enferma de tisis y embarazada, se fue agravando hasta fallecer al dar a luz una niña que también murió.
D. Antonio al conocer la gravedad del estado de su esposa corrió sin importarle los peligros de la guerra con la esperanza de encontrarla aún con vida, fue un viaje desesperado, cerca de cuarenta leguas por malos caminos en los que reventó cuatro caballos, pero cuando al fin llegó, su amada yacía en la tumba en el cementerio de Seares; fue tal su dolor y desesperación que aquella misma noche fue hasta su sepultura, la abrió y abrazó el cuerpo de su esposa y le cortó un mechón de sus cabellos pero su dolor no se calmó, renunció a todos sus cargos y se encerró en la casona solariega y allí compuso una elegía a la amada muerta, a la Searila, la bella de Seares, son unos versos largos y angustiosos como podréis comprobar pues los transcribo a continuación y tengo que deciros que me resultó muy difícil conseguirlos y después de recorrer varios caminos al final el mismo día los recibí por partida doble, una copia cedida por Anxelón de Anxelán persona enamorada de Seares y de la historia de la Searila y la otra copia me la proporcionó un veigueño, José Luis Prieto Bajo, el como localicé a estas dos personas sería otra historia que tal vez cuente en otra ocasión pues ahora tengo que continuar con D. Antonio.
Poco queda que contar, el recorría los campos y playas por donde antes paseaba con su esposa y solía hacerlo solo y de noche como un fantasma, recitando sus versos a todos aquellos parajes que habían sido testigos de su felicidad.
Cuentan que cuando llegó la hora de su muerte, Antonio pidió que fuera enterrado llevando como sudario su capa negra de siempre y así se hizo y años mas tarde al abrir su tumba, en el forro de su capa se encontró el mechón de cabellos de su esposa y una rosa marchita.
Es Seares un pueblo pintoresco y acogedor y en el vivía en aquel entonces en una casa blasonada el matrimonio de hidalgos formado por D. Pedro Pérez Castropol y Doña Rafaela Abella Fuertes que tenían dos hijas, una de las cuales, Mª Rosa, es la protagonista de esta historia.
Fue Mª Rosa mujer de una extraordinaria belleza reconocida en toda la comarca como “la bella de Seares” o “la Searila”, con numerosos pretendientes entre los mayorazgos de la región pero el destino o quien decida estas cosas hizo que se enamorada de un galán hijodalgo del cercano solar de Piantón (Vegadeo), llamado D. Antonio Cuervo y Castrillón, su encuentro se produjo en plena naturaleza un día de verano cuando ella cerca de un arroyo mojaba sus pies para aliviar el calor y el pasó muy cerca montado en un caballo tordo quedando prendados ambos en cuanto sus ojos se encontraron. Al principio fueron unos amores contrariados pues sus familias al parecer no estaban de acuerdo lo que produjo que sus encuentros fuesen a escondidas en las cabañas de los leñadores y carboneros, enviándose mensajes y poniendo señales en los balcones y así su amor fue creciendo hasta que decidieron casarse en secreto en una ermita próxima teniendo entonces las familias que aceptar lo que ya no tenía remedio.
Pero el destino no quiso que esta felicidad durase mucho, D. Antonio a pesar de su juventud era letrado y magistrado y ya había sido Fiscal de Audiencia y Gobernador de provincia y ahora tenía que partir a su nuevo destino y la Searila se quedó sola recorriendo todos los lugares por los que habían paseado juntos recordando su amor y esperando su regreso, pero todo se ponía en su contra pues el año 1836 era un año difícil y sangriento para Asturias, las topas carlistas batían a los liberales produciendo mucha inestabilidad en la zona y mientras Doña Rosita, enferma de tisis y embarazada, se fue agravando hasta fallecer al dar a luz una niña que también murió.
D. Antonio al conocer la gravedad del estado de su esposa corrió sin importarle los peligros de la guerra con la esperanza de encontrarla aún con vida, fue un viaje desesperado, cerca de cuarenta leguas por malos caminos en los que reventó cuatro caballos, pero cuando al fin llegó, su amada yacía en la tumba en el cementerio de Seares; fue tal su dolor y desesperación que aquella misma noche fue hasta su sepultura, la abrió y abrazó el cuerpo de su esposa y le cortó un mechón de sus cabellos pero su dolor no se calmó, renunció a todos sus cargos y se encerró en la casona solariega y allí compuso una elegía a la amada muerta, a la Searila, la bella de Seares, son unos versos largos y angustiosos como podréis comprobar pues los transcribo a continuación y tengo que deciros que me resultó muy difícil conseguirlos y después de recorrer varios caminos al final el mismo día los recibí por partida doble, una copia cedida por Anxelón de Anxelán persona enamorada de Seares y de la historia de la Searila y la otra copia me la proporcionó un veigueño, José Luis Prieto Bajo, el como localicé a estas dos personas sería otra historia que tal vez cuente en otra ocasión pues ahora tengo que continuar con D. Antonio.
Poco queda que contar, el recorría los campos y playas por donde antes paseaba con su esposa y solía hacerlo solo y de noche como un fantasma, recitando sus versos a todos aquellos parajes que habían sido testigos de su felicidad.
Cuentan que cuando llegó la hora de su muerte, Antonio pidió que fuera enterrado llevando como sudario su capa negra de siempre y así se hizo y años mas tarde al abrir su tumba, en el forro de su capa se encontró el mechón de cabellos de su esposa y una rosa marchita.
LA SEARILA | |
Solitaria mansión del sepulcro. Sólo en ti mi esperanza se encierra, Que, perdido mi amor, es la tierra Un abismo de mal para mí. Negro abismo, que ahoga implacable En un mar de tristezas mí alma. ¡Que de Dios la piedad me dé calma! ¡Ay, Searila, reuniéndome a ti! Un profundo clamor en mi pecho, Que te llama y evoca constante, Sin que pueda acallarlo un instante De mi vida angustiada y febril. Espantosas tinieblas me cercan Y entre ellas venirte a mí veo. ¡Fantasía! ¡Ilusión del deseo! ¡Que, ay, Searila, no vienes a mí! ¡Cuántas veces gozosa conmigo, Embargada de amores suaves, Escuchaste el cantar de las aves En las dulces mañanas de abril! Poco tiempo duró nuestra dicha, ¡Y cuán presto acabó mi fortuna!, Pues no quiero tampoco otra alguna ¡Ay, Searila, viviendo sin ti! Pavorosa visión yo recuerdo Cuando trémula tú me decías Que en fatídicos sueños veías De tu tumba la lápida abrir. Del destino, cruel anticipo, Que alejaba de mí la alegría, Se cumplió la fatal profecía. ¡Ay, Searila, pues vivo sin ti! “En tus brazos morir, ¡qué consuelo Conmovida otra tarde dijiste. ¡Infelice! Y siquiera me viste, Expirando apartada de mí. Niña aún y tan sola muriendo, ¡Cuán amargo el morir te habrá sido Sin oír el acento querido!, ¡Ay, Searila, anhelado por ti! De la vida en el último aliento Tu tristísima voz me llamaba. ¡Desdichado de mí! ¿Dónde estaba Que a tu angustia no pude acudir? Por los campos buscando tu huella Yo corrí con frenético empeño, y hoy, perdido, paréceme un sueño, ¡Ay, Searila, que viva sin ti! Yo corrí desalado y ansioso Por caminos que incendia la guerra, Y al llegar, ¡ay de mi! bajo tierra, Yerta, inmóvil, sin vida te vi. A la luz de la lívida luna Tu belleza, que intacta aún estaba, Con pupila sin fuego miraba, ¡Ay, Searila, posándose en mí” | De tu yerta cabeza, la seda Yo corté con mi trémula mano Y tus sienes de hielo, en vano, Con mi llanto y mi beso encendí. Entre flores, mi Rosa, una rosa Con su pompa y sin par lozanía, Roto el féretro yo te veía, ¡Ay, Searila, mirándome a mí! Tu recuerdo mi alma devora, Y hasta el fondo taladra mi pecho, Sin poderme sentir satisfecho, Que apetezco cual nadie sufrir. Lo apetezco y la vida me enfada Y así mas me consumo y me mato, Pues no quiero me acuses de ingrato ¡Ay, Searila, si vivo sin ti! Abomino de vida sin cielo, Donde ver de tu sol los fulgores, Que risueñas no alegran las flores Cuando el alma se siente morir. Y alegrarme jamás yo no puedo Ni pagarle al amor más tributo, Ni otras glorias al mundo que el luto, ¡Ay, Searila, que llevo por ti! Sola ahora y por todos dejada En el lecho sin fin de la muerte, Pues no hay nadie que aquí venga a verte Si no viene tu amante infeliz. Soledad a tu lado es mi vida, Que sin ti toda vida es desierto; No respiro, mi ser está yerto, ¡Ay, Searila, si no es junto a ti! Navegando la pálida luna Por la bóveda inmensa del cielo, Que comprende parece mi duelo Y no quiera como antes lucir. De la noche durante el silencio Tu sepulcro besando acompaña Y en tristeza profunda me baña, ¡Ay, Searila, velándote a ti! Mustia ahora la frente doblada Sobre el pie de la lápida fría, Yo te espero ¡oh mortal agonía!, Como el ángel que mira por mí. Yo te llamo, el momento se acerca Que en el cielo, felices y amantes, Nuestras almas se junten como antes, ¡Ay, Searila, pues muero por ti! |
29 Comments:
Es una historia conmovedora y muy triste... tampoco la conocía.
¿Qué hace que amemos con tal intensidad? ¿Qué hace desgarrarnos por dentro ante la falta de la persona amada? Creo que es ley de vida sufrir por perder tu amor, pues siempre se lleva lo mejor y lo peor de tí.
¿Quiénes son esas personas con las que contactaste? ¿Cómo los localizaste? ¿Dónde oiste la historia, si no es muy conocida? Me gustaría saber cómo buscar...
Un abrazo.
Ufff...no conocía esa historia, y la verdad es que es un fiel reflejo de lo que la desesperación por el amor perdido (y en este caso irrecuperable) pueden llegar ha hacernos sentir.
Un beso
Adrià Urpí.
P.d. Has conseguido que me interese mucho más por la historia de este tu bella tierra tuya.
No sé que es lo que sucede...será el verano, será el año, serán los días...pero cada cosa que leo hoy me trae un sentimiento de romanticismo, de idealismo, de dulzura...Leo que historia más llena de dolor y de amor.
Estoy sensiblera...pero me ha parecido estupenda, un abrazo y biko ;)
p.d. me temo que voy aponer una historia que no sea de amor en mi blog porque me siento en el límite...ay.
HOla Leo, me ha encantado la historía de hoy. Durante muchos años me pasaba el tiempo leyendo novelas romanticas de este estilo; pero procuraba que terminasen bien, o sea al comprarlas, claro.
Creo que todos mis "melodramas" proceden de tantas historias de amor que leí.
Esta es muy triste, aún así me ha gustado.
Un beso
Ay, Leodegundia. Es cierto, podría parecer literatura propia de un autor romántico. Pero saber que se trata de una historia cierta conmociona ¿verdad?, toca "aquí dentro".
Aunque la palabra esté hoy un poco devaluada, aunque parezca anticuado o cursi, yo creo -lo he visto- que se puede llegar a morir de amor.
Y tú :-) señorita Sherlock Holmes, qué gusto que investigues de ese modo y consigas estas perlas que dejas en el Rincón.
Un abrazo muy fuerte
¿Será cierto o sólo será un acto de penitencia nuestra que un corazón sólo se puede entregar a una persona?
¿Es necesario o es inevitable acabar con dos vidas cuando solo nos han arrancado una?
Quizá sea así como encontremos la respuesta a la duda que todos tenemos de si será verdaderamante quien está a nuestro lado aquella persona sin la cual desearíamos morir.
Un abrazo.
Preciosa y triste historia..
Gracias por darnos la posibilidad de conocerla, un beso :)
Muy hermoso. Y a la vez triste. Los humanos hemos cambiado mucho con el paso de los años, pero nuestra esencia sigue intacta...
Saludos,
Justamente mi post de hoy se trata sobre el amor...
Pero qué historia tan triste... y tan hermosa. Sencillamente bella. En la actualidad raro es hallar casos de personas que se quieran la mitad que los protagonistas; el amor, está por así decirlo, devaluado.
Besos.
Snifff que bonita historia Leo :(. Me ha conmovido mucho.. por que siempre las personas que se quieren tienen que pasar por mil obstaculos que parecen impedirlo todo?. A veces pienso que el mundo se pone en contra del amor, es dificil encontrarlo, es muy dificil vivirlo.
Besinos!
El amor...el amor..cuantas historias con finales tristes..si amar es felicidad¿por que nos hace tan desgrciados algunas veces?¿por que el destino..separa a los que se aman tanto?.
Besitos.
Que desesperacion!!!!
No conocia la historia pero cuando llega y abre la tumba de su mujer me ha producido escalofrios, y no de miedo...
Besos de la familia
Bella historia, sigue contándonos historias tan bonitas.
Pero creo que siempre las historias de amor más románticas son tristes, puesw ambos luchan por conseguir lo que ansían y el destino no hace más que poner obstaculos para conseguirlo.
Un beso.
Lo dicho, me sorprendes día a día. Es alucinante el interés con que cuidas todos los detalles, te informas, te asesoras, corroboras las fuentes,........
Preciosa historia, tan preciosa como triste. Ante tan sublimes versos, solo puedo desear que alguien alguna vez en la vida sienta por mi un amor así (egoísta, ehh??, pues sí, me muero de envidia!!).
Saludis.
Una historia muy triste, ¿por que sera que las historias que recordamos pocas veces tienen finales felices?
contigo siempre se aprende algo nuevo...nuevas historias en las que en ocaciones una se ve reflejada...
El amor es así!!!
Cada día aprendo un poquito más, gracias, me estoy haciendo un poco más sabia.
Todo es buscar, seguro que se encuentran historias maravillosas.
Besos
Leo:
Bella historia y como bien dices digna de una novela romántica.
Tanto que me ha recordado una que acabo de leer, "Hija de la fortuna" de Isabel Allende. El centro de la historia es un amor pasional que, como hasta pasa en la realidad, acaba mal.
Aquí es él quien muere, pero ella acaba encontrando otro amor que la llena de felicidad.
Es una hermosa novela, magnificamente escrita y que además se complementa con otra, de la misma autora, que se llama "Retrato en Sepia", también con amores fou por medio.
Como siempre, felicidades.
José
Me ha encantado Leo, y más aún sabiendo que se trata de una historia real. Y es que el amor de verdad no termina con la muerte, permanece para siempre.
Ya te lo he dicho en otras ocasiones, pero admiro muchísimo como escribes y como apoyas siempre lo que dices a través de documentación que, en este caso, por lo que dices, no ha debido ser facil conseguir.
Un abrazo
QUe historia más bonita, Leodegundia. Como las que a mí me gustan.
Ay, que haría yo sin tu blog. ;o)
Y encima real, ¡que más se puede pedir!
¡Que suerte que lograras recuperar esos versos y que puedas compartirlos! Tienen una gran calidad y un valor increible.
Debió ser realmente muy hermosa "la bella de seares"...
Bravo por tí, Leodegundia, siempre sorprendiéndonos gratamente.
Leooooooo hoolas!
Es una historia preciosa y mu triste... Aunque hoy quiero series americanas con feliz final!!!!
Tengo una amiguita que dice que eres la releche y que tiene una abuela que se llama como tú.
Un superbeso guaaapa!
;)
Buenas noches.
Hermosa y terrible historia, digna de un novelón del XIX. Me fascina el trabajo de investigación que llevas a cabo. Y no menos la forma en que lo plasmas.
Io sono qui, de nuevo.
Mil besos
Triste historia que por desgracia me es muy familiar.
Cómo recomponer tu vida, cuando lo que la da sentido desaparece.....
Cómo comprendo el dolor de ese hombre..
Un besin
M encantan tus historias.
Chau
Qué historia tan bonita, y es que las historias románticas parece que son más bellas cuando su final no es feliz...
Me ha encantado
Ok, bueno al fin tras una semana me pongo al corriente, la historia que narras suele ser un poco triste, el impedimento de amar a alguién que una familia o ambas no aceptaban que se amarán, el amor es libre. Muy doloroso esos versos.
Un Abrazo
Preciosa historia de amor y preciosa la poesía.. gracias por compartirla con nosotros.. besos
Muy romántica historia, sí señora, pero yo me pregunto por qué la dama no acompañó a su esposo en el traslado, pues lo habitual era que los matrimonios vivieran juntos allí donde trabajaba el cabeza de familia. De esta forma, al menos hubiera muerto en sus brazos, como Dios manda.
Senior Citizen - Muy sencillo porque no sólo estaba enferma sino también embarazada y si a eso añadimos los tiempos revueltos, considerarían que era mejor que se quedara allí en lugar de viajar con su marido.
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