Goswintha
Si nos asomamos a la época visigoda, nos encontraremos que como casi siempre todos los protagonistas son hombres; sin embargo las mujeres también tuvieron su importancia, unas veces como asesoras, otras como instigadoras, otras muchas como prenda, que por medio del matrimonio, servía para sellar una alianza y todas ellas en su papel de madres y esposas. Pero también hubo algunas que tenían un gran poder y gobernaron con mano de hierro y su fuerte personalidad y su crueldad no tenían nada que envidiar a ningún hombre, es el caso de la persona que hoy nos ocupa, Goswintha.
Por lo que se conoce de ella, nació en el seno de una familia de la aristocracia visigótica hacia el año 525 ó 530. Arriana acérrima, con notables dotes para la política y un gran poder social, hizo lo que se llamaría una buena boda ya que se casó con Atanagildo, magnate de la más encumbrada nobleza visigoda, grupo que tras el asesinato de Theudiselo reivindicó para los suyos el derecho a reinar sobre los godos de España. Sin embargo el elegido como rey fue Agila , pero la corona apenas le duró tres años, porque Atanagildo, esposo de nuestra protagonista, encabezó en Sevilla un levantamiento contra él que desembocó en una guerra civil. Atanagildo solicitó la ayuda del emperador Justiniano que envió una expedición de soldados bizantinos. Al cabo de tres años de guerra, los godos temerosos de que los enviados por el emperador Justiniano aprovecharan la coyuntura para apoderarse de España, asesinaron a Agila (solución rápida y drástica) y reconocieron rey a Atanagildo. Hay quien piensa que Goswintha tuvo mucho que ver en todo esto.
Atanagildo puede ser considerado como el fundador de la monarquía toledana ya que decidió trasladar el poder de la corte a Toledo y desde entonces se la consideró tanto capital como residencia de la Corte. El rey y su esposa tenían dos hijas, Gailswintha y Brunekhilda. El prestigio de la Monarquía española había crecido mucho y el rey Sigeberto I de Austrasia decidió pedir la mano de la hija más joven ya que deseaba para si una princesa que además tenía fama de hermosa, de buenas costumbres y de una agradable conversación. Envió una embajada para pedir la mano de la princesa, Atanagildo se la concedió y la princesa partió para su nueva residencia portando un valiosísimo ajuar. Tras ser instruida por los sacerdotes, abjuró del arrianismo y abrazó la fe católica que era la de su esposo.
Hasta aquí las cosas parece que iban bien, pero no tardaría en llegar la desgracia. Uno de los hermanos de Sigeberto, Chilperico, rey de Neustria y no buena persona, envidioso de la boda de su hermano quiso el también casarse con una princesa y envió a Toledo una embajada para pedir la mano de Gailswintha, comprometiéndose a abandonar a las demás mujeres que compartían su vida. La petición fue aceptada y la princesa partió a su nuevo destino que en realidad la llevaría a la muerte.
El poeta Venancio Fortunato escribe un poema dedicado a esta princesa lleno de dramatismo como si presagiara su triste destino, estos versos los puso en labios de Goswintha:
“Hispania, tan ancha para tus moradores, eres angosta para la madre;
desde que mi hija está ausente, la tierra resulta estrecha para mí;
sin ti – hija mía – me sentiré aquí errante y extranjera;
y en la propia patria seré a la vez ciudadana y proscrita.”
Chilperico recibió a su esposa que siguiendo las costumbres, abrazó la fe católica. Pero muy pronto las relaciones conyugales se crisparon pues Chilperico no cumplió su palabra de romper con las anteriores concubinas. La princesa le pidió entonces que le dejara retornar a España renunciando incluso al ajuar que había llevado, pero su marido la retuvo con engaños hasta que poco más tarde la mandó asesinar por uno de sus servidores. Al poco tiempo el rey se volvió a casar con su amante, Fredegunda la instigadora del asesinato de la princesa.
Venancio Fortunato dedicó en su poema nuevas estrofas a cantar el dolor de Goswintha cuado la noticia de la muerte de la princesa llegó a Toledo y estas son las palabras que puso en boca de la reina:
“Si nuestra luz ya se extinguió, si murió nuestra hija,
¿Por qué, para derramar lágrimas, me retienes aún, vida enemiga?
Erraste en demasía, muerte implacable: cuando debieras haberte llevado a la madre, fue la hija a quien arrebataste.”
Las malas lenguas dicen que no era tal el dolor de la reina y que ni por asomo con la muerte de su hija se le quitaron las ganas de vivir y los hechos que acontecieron después demostraron a las claras que no sólo había conservado su interés por la vida, sino también por el poder político.
Poco después de la muerte de su hija, falleció en Toledo el rey Atanagildo sin dejar sucesión masculina. La lucha por el poder fue tan grande que según San Isidoro estuvo vacante el trono cinco meses, al cabo de los cuales fue elegido Liuva, gobernador de la única provincia del reino emplazada al norte de los Pirineos, pero él no tenía intención de abandonar la Galia, así que después de muchas negociaciones entre los mas poderosos magnates de la nobleza visigoda, Liuva asoció al trono a su hermano Leovigildo que se hizo cargo de Hispania, pero para asentarse firmemente en el poder necesitaba aliarse con un poderoso clan aristocrático, el del difunto Atanagildo que había cerrado filas en torno a la viuda. La alianza se fraguó como casi siempre, con una boda.
Leovigildo, que era viudo no perdió tiempo en casar con Goswintha, así que esta siguió siendo reina y no tardó en ampliar su poder ya que la temprana muerte de Liuva (por causas desconocidas) puso a la provincia que este gobernaba bajo su cetro. Volviendo a Goswintha tenemos que destacar dos cosas que merece la pena tener en cuenta, una fue su sentido político que le llevó a tener buenas relaciones con la Francia merovingia a pesar del asesinato de una de sus hijas y su anticatolicismo visceral, como ya dije al principio, era arriana acérrima, su aversión a la fe católica era tan grande que fue la instigadora de las persecuciones contra los católicos llevadas a cabo en España durante el reinado de su segundo marido y ni su propia familia se libró de ella como veremos a continuación.
Leovigildo tenía dos hijos, Hermenegildo y Recaredo. Hacia el año 573 los asoció al trono nombrándoles "consortes regni". Poco tiempo después fue Goswintha la que decidió que ya era hora de que el mayor se casara y pensó que la esposa ideal para él sería Ingunda, hija de Sigeberto y de Brunekhilda, o expresado de otra manera, nieta de la propia Goswintha. Concertada la boda, Ingunda llegó a Toledo hacia el año 579 y fue recibida por su abuela con grandes muestras de afecto lo que hizo pensar que era un presagio para una época feliz, pero esto duró poco por el enfrentamiento de abuela y nieta a causa de la religión; si arriana hasta la médula era la abuela, en la misma medida era católica la nieta. Goswintha debió de creer que si sus hijas habían renunciado a su religión para optar por la de sus maridos, su nieta tendría que hacer lo mismo, así que comenzó a intentarlo por las buenas pero se encontró con la férrea oposición de su nieta que a pesar de su corta edad tenía el mismo carácter que ella. No logrando nada por estos medios, decidió emplear la violencia. El historiador contemporáneo Juan de Bíclaro califica estas peleas de "mestica rixa" (pelea de familia), pero el franco Gregorio de Tours, también contemporáneo y más expresivo, relata la crueldad empleada con Ingunda narrando: “Cogió a su nieta por la cabellera, la echó a tierra y la pateó y golpeó hasta dejarla cubierta de sangre. Entonces mandó que la arrojasen a la piscina bautismal arriana, pero en medio de tan brutal paliza, Ingunda se mantuvo íntegra en su fidelidad a su religión”.
Después de la boda, las relaciones entre ambas eran ya imposibles hasta que el rey Leovigildo tomó la decisión de que los jóvenes abandonasen cuanto antes la corte y fijaran su residencia en Sevilla. Abuela y nieta no volvieron a encontrarse, pero esto no representaba el final, Hermenegildo abrazó el catolicismo y por si no fuera poco, se rebeló contra su padre nombrándose rey de los territorios del mediodía que por entonces se hallaban bajo sus dominios. A consecuencia de esto, se comenzó una guerra que se prolongó durante cinco años y que no la vamos a relatar aquí, nos limitaremos a decir que Hermenegildo calló prisionero y trasladado a Tarragona moriría a manos del carcelero Sisberto. Ingunda pensó que lo mejor sería poner tierra de por medio pues si Hermenegildo no había sido perdonado, ella menos, así que decidió marcharse con su hijo a las tierras de la provincia bizantina que el Imperio de Oriente tenía en la Península ibérica. Desde allí fueron enviados por mar rumbo a Constantinopla, pero la princesa enfermó durante la travesía y murió en un puerto tal vez de África o tal vez de Sicilia. Del niño se sabe que llegó a la corte imperial donde su rastro se perdió para siempre, reclamado por su abuela materna, nunca apareció.
En el año 586, muere Leovigildo dejando viuda de nuevo a Goswintha, pero esto tampoco fue motivo suficiente para que abandonara la política. Debido al gran poder que tenía, Recaredo, heredero del trono de su padre, tuvo que pactar un convenio con ella por el cual la reconocía como madre y seguir sus consejos en todo lo referente a la política. Incluso comenzó a planear la boda de Recaredo con la hermana de Ingunda, Clodosinda, pero Gontran, el patriarca de la familia merovingia contestó: “No puede parecerme bien que mi sobrina marche a donde fue muerta su hermana”, al final no hubo boda y no solo fue esto un motivo de desagrado para Goswintha, la conversión de Recaredo al catolicismo y la decidida voluntad que puso en promover la religión católica en el reino, debieron de sentar muy mal a una arriana como ella, no estaba ya en edad de protestar en voz alta, pero en cuanto surgían importantes resistencias arrianas contra Recaredo, la vieja reina, se mezcló en todas ellas.
Aún le quedaban ganas de pelea y en Toledo, de acuerdo con Uldida, antiguo obispo arriano, urdió una conjura contra Recaredo, pero fueron descubiertos y mientras al obispo lo desterraron de ella dice Juan de Bíclaro: “que la anciana reina, siempre enemiga de los católicos, llegó al fin de sus días”. Teniendo en cuenta como se las gastaban entonces y que debían de estar de ella hasta la coronilla, es posible que alguien piadosamente la ayudara a marcharse.
Por lo que se conoce de ella, nació en el seno de una familia de la aristocracia visigótica hacia el año 525 ó 530. Arriana acérrima, con notables dotes para la política y un gran poder social, hizo lo que se llamaría una buena boda ya que se casó con Atanagildo, magnate de la más encumbrada nobleza visigoda, grupo que tras el asesinato de Theudiselo reivindicó para los suyos el derecho a reinar sobre los godos de España. Sin embargo el elegido como rey fue Agila , pero la corona apenas le duró tres años, porque Atanagildo, esposo de nuestra protagonista, encabezó en Sevilla un levantamiento contra él que desembocó en una guerra civil. Atanagildo solicitó la ayuda del emperador Justiniano que envió una expedición de soldados bizantinos. Al cabo de tres años de guerra, los godos temerosos de que los enviados por el emperador Justiniano aprovecharan la coyuntura para apoderarse de España, asesinaron a Agila (solución rápida y drástica) y reconocieron rey a Atanagildo. Hay quien piensa que Goswintha tuvo mucho que ver en todo esto.
Atanagildo puede ser considerado como el fundador de la monarquía toledana ya que decidió trasladar el poder de la corte a Toledo y desde entonces se la consideró tanto capital como residencia de la Corte. El rey y su esposa tenían dos hijas, Gailswintha y Brunekhilda. El prestigio de la Monarquía española había crecido mucho y el rey Sigeberto I de Austrasia decidió pedir la mano de la hija más joven ya que deseaba para si una princesa que además tenía fama de hermosa, de buenas costumbres y de una agradable conversación. Envió una embajada para pedir la mano de la princesa, Atanagildo se la concedió y la princesa partió para su nueva residencia portando un valiosísimo ajuar. Tras ser instruida por los sacerdotes, abjuró del arrianismo y abrazó la fe católica que era la de su esposo.
Hasta aquí las cosas parece que iban bien, pero no tardaría en llegar la desgracia. Uno de los hermanos de Sigeberto, Chilperico, rey de Neustria y no buena persona, envidioso de la boda de su hermano quiso el también casarse con una princesa y envió a Toledo una embajada para pedir la mano de Gailswintha, comprometiéndose a abandonar a las demás mujeres que compartían su vida. La petición fue aceptada y la princesa partió a su nuevo destino que en realidad la llevaría a la muerte.
El poeta Venancio Fortunato escribe un poema dedicado a esta princesa lleno de dramatismo como si presagiara su triste destino, estos versos los puso en labios de Goswintha:
“Hispania, tan ancha para tus moradores, eres angosta para la madre;
desde que mi hija está ausente, la tierra resulta estrecha para mí;
sin ti – hija mía – me sentiré aquí errante y extranjera;
y en la propia patria seré a la vez ciudadana y proscrita.”
Chilperico recibió a su esposa que siguiendo las costumbres, abrazó la fe católica. Pero muy pronto las relaciones conyugales se crisparon pues Chilperico no cumplió su palabra de romper con las anteriores concubinas. La princesa le pidió entonces que le dejara retornar a España renunciando incluso al ajuar que había llevado, pero su marido la retuvo con engaños hasta que poco más tarde la mandó asesinar por uno de sus servidores. Al poco tiempo el rey se volvió a casar con su amante, Fredegunda la instigadora del asesinato de la princesa.
Venancio Fortunato dedicó en su poema nuevas estrofas a cantar el dolor de Goswintha cuado la noticia de la muerte de la princesa llegó a Toledo y estas son las palabras que puso en boca de la reina:
“Si nuestra luz ya se extinguió, si murió nuestra hija,
¿Por qué, para derramar lágrimas, me retienes aún, vida enemiga?
Erraste en demasía, muerte implacable: cuando debieras haberte llevado a la madre, fue la hija a quien arrebataste.”
Las malas lenguas dicen que no era tal el dolor de la reina y que ni por asomo con la muerte de su hija se le quitaron las ganas de vivir y los hechos que acontecieron después demostraron a las claras que no sólo había conservado su interés por la vida, sino también por el poder político.
Poco después de la muerte de su hija, falleció en Toledo el rey Atanagildo sin dejar sucesión masculina. La lucha por el poder fue tan grande que según San Isidoro estuvo vacante el trono cinco meses, al cabo de los cuales fue elegido Liuva, gobernador de la única provincia del reino emplazada al norte de los Pirineos, pero él no tenía intención de abandonar la Galia, así que después de muchas negociaciones entre los mas poderosos magnates de la nobleza visigoda, Liuva asoció al trono a su hermano Leovigildo que se hizo cargo de Hispania, pero para asentarse firmemente en el poder necesitaba aliarse con un poderoso clan aristocrático, el del difunto Atanagildo que había cerrado filas en torno a la viuda. La alianza se fraguó como casi siempre, con una boda.
Leovigildo, que era viudo no perdió tiempo en casar con Goswintha, así que esta siguió siendo reina y no tardó en ampliar su poder ya que la temprana muerte de Liuva (por causas desconocidas) puso a la provincia que este gobernaba bajo su cetro. Volviendo a Goswintha tenemos que destacar dos cosas que merece la pena tener en cuenta, una fue su sentido político que le llevó a tener buenas relaciones con la Francia merovingia a pesar del asesinato de una de sus hijas y su anticatolicismo visceral, como ya dije al principio, era arriana acérrima, su aversión a la fe católica era tan grande que fue la instigadora de las persecuciones contra los católicos llevadas a cabo en España durante el reinado de su segundo marido y ni su propia familia se libró de ella como veremos a continuación.
Leovigildo tenía dos hijos, Hermenegildo y Recaredo. Hacia el año 573 los asoció al trono nombrándoles "consortes regni". Poco tiempo después fue Goswintha la que decidió que ya era hora de que el mayor se casara y pensó que la esposa ideal para él sería Ingunda, hija de Sigeberto y de Brunekhilda, o expresado de otra manera, nieta de la propia Goswintha. Concertada la boda, Ingunda llegó a Toledo hacia el año 579 y fue recibida por su abuela con grandes muestras de afecto lo que hizo pensar que era un presagio para una época feliz, pero esto duró poco por el enfrentamiento de abuela y nieta a causa de la religión; si arriana hasta la médula era la abuela, en la misma medida era católica la nieta. Goswintha debió de creer que si sus hijas habían renunciado a su religión para optar por la de sus maridos, su nieta tendría que hacer lo mismo, así que comenzó a intentarlo por las buenas pero se encontró con la férrea oposición de su nieta que a pesar de su corta edad tenía el mismo carácter que ella. No logrando nada por estos medios, decidió emplear la violencia. El historiador contemporáneo Juan de Bíclaro califica estas peleas de "mestica rixa" (pelea de familia), pero el franco Gregorio de Tours, también contemporáneo y más expresivo, relata la crueldad empleada con Ingunda narrando: “Cogió a su nieta por la cabellera, la echó a tierra y la pateó y golpeó hasta dejarla cubierta de sangre. Entonces mandó que la arrojasen a la piscina bautismal arriana, pero en medio de tan brutal paliza, Ingunda se mantuvo íntegra en su fidelidad a su religión”.
Después de la boda, las relaciones entre ambas eran ya imposibles hasta que el rey Leovigildo tomó la decisión de que los jóvenes abandonasen cuanto antes la corte y fijaran su residencia en Sevilla. Abuela y nieta no volvieron a encontrarse, pero esto no representaba el final, Hermenegildo abrazó el catolicismo y por si no fuera poco, se rebeló contra su padre nombrándose rey de los territorios del mediodía que por entonces se hallaban bajo sus dominios. A consecuencia de esto, se comenzó una guerra que se prolongó durante cinco años y que no la vamos a relatar aquí, nos limitaremos a decir que Hermenegildo calló prisionero y trasladado a Tarragona moriría a manos del carcelero Sisberto. Ingunda pensó que lo mejor sería poner tierra de por medio pues si Hermenegildo no había sido perdonado, ella menos, así que decidió marcharse con su hijo a las tierras de la provincia bizantina que el Imperio de Oriente tenía en la Península ibérica. Desde allí fueron enviados por mar rumbo a Constantinopla, pero la princesa enfermó durante la travesía y murió en un puerto tal vez de África o tal vez de Sicilia. Del niño se sabe que llegó a la corte imperial donde su rastro se perdió para siempre, reclamado por su abuela materna, nunca apareció.
En el año 586, muere Leovigildo dejando viuda de nuevo a Goswintha, pero esto tampoco fue motivo suficiente para que abandonara la política. Debido al gran poder que tenía, Recaredo, heredero del trono de su padre, tuvo que pactar un convenio con ella por el cual la reconocía como madre y seguir sus consejos en todo lo referente a la política. Incluso comenzó a planear la boda de Recaredo con la hermana de Ingunda, Clodosinda, pero Gontran, el patriarca de la familia merovingia contestó: “No puede parecerme bien que mi sobrina marche a donde fue muerta su hermana”, al final no hubo boda y no solo fue esto un motivo de desagrado para Goswintha, la conversión de Recaredo al catolicismo y la decidida voluntad que puso en promover la religión católica en el reino, debieron de sentar muy mal a una arriana como ella, no estaba ya en edad de protestar en voz alta, pero en cuanto surgían importantes resistencias arrianas contra Recaredo, la vieja reina, se mezcló en todas ellas.
Aún le quedaban ganas de pelea y en Toledo, de acuerdo con Uldida, antiguo obispo arriano, urdió una conjura contra Recaredo, pero fueron descubiertos y mientras al obispo lo desterraron de ella dice Juan de Bíclaro: “que la anciana reina, siempre enemiga de los católicos, llegó al fin de sus días”. Teniendo en cuenta como se las gastaban entonces y que debían de estar de ella hasta la coronilla, es posible que alguien piadosamente la ayudara a marcharse.
39 Comments:
Como para fiarse de la familia en aquellos tiempos :P Y menudo carácter tenía Goswintha, demasiado y todo.
Hay que ver, con lo que cuesta leer esto en los libros de texto y lo ameno que lo cuentas.
Un abrazo!
Tu artículo de hoy me produce sentimientos encontrados respecto al personaje.Me parece más visceral que inteligente y más ambiciosa que innovadora,nada nuevo, por otro lado, si analizamos el tratamiento que la historía hace de la relación de la mujer con el poder...
Disculpa la extrapolación del contexto histórico que has tratado,pero me he agobiado un poco imaginando a la Goswintha tan entregada a la causa y consentidora de daños colaterales...que me ha recordado a alguien
Interesante historia...con intrigas..bodas..asesinatos..la vida misma...
Y que nombrecitos...gracias a Dios..ya se han pasado de moda..jajaj
Besitos.
Es increíble el poco aprecio que puede sentir una madre por la vida de sus hijas, ¿no? Y lo mucho que atrae el poder, y la cantidad de consecuentias que ocasiona el perseguirlo, y lo poco que importa lo que haya que hacer para ello.
Me ha encantado leer esta historia. Desconocía completamente esta parte de nuestro pasado...
Gracias de nuevo, Leo.
Me encanta tu forma de contar la historia, engancharías a mucha gente que huye de ella sin comprenderla.
Un abrazo.
¡De armas tomar nuestra protagonista!
Cuando he leído sobre Leovigildo, sobre Recaredo, nunca me había encontrado con el personaje de Goswintha. Es interesantísimo conocer cuanto relatas.
Parece que terminó sus días así como sus actos le hacían merecer...
Muchos besos
Como de costumbre, me asombras con tanta sabiduría.
Te envidio (sanamente)
Besos
La historia que nos cuentas es interesatne, de los visigodos conozoco lo justo, más alla de sus nombres y algunos datos, pero leerte a ti, es más "digerible" y sencillo y se disfruta más.
El poder independientemente del sexo es un arma de doble filo, cuando hay sentimientos de dolor o rabia escondidos...puede ser en beneficio o...fatal.
Un biko fuerte!
Muchas gracias por tus enseñanzas. Cualquiera le tosía a Goswintha, no conocía esta historia.
Besos.
Finalmente me deja poner un comentario, llevo horas intentando. Vaya ambición y hambre de poder de esta mujer, no cabe duda que no hay límites cuando se tienen esas características, y suelen ser personas muy frías. Aquí en México hay una mujer que me hiciste recordar con esta historia, que miedo. Saludos Leo!
Siempre sentí una curiosidad especial por los Visigodos, sin embargo jamás oí hablar de esta mujer que vaya si tenía redaños y era peligrosa.
Ya, gracias a ti, sé otra cosa nueva hoy, entre tus Post y los de Caboblanco me estoy instruyendo.
Un fuerte abrazo, Leo.
Besos
Me ha gustado mucho esta historia, desde el primer momento me he sentido abstraída por ella. Aunque todavía me sigue sorprendido la crueldad q algunas personas pueden llegar a tener, incluso con sus más allegados...
besos
Marrakech – Si, puse muchos nombres, pero creo que todos eran necesarios. Las ilustraciones las saqué de un libro de Historia que ya perteneció a mi abuelo. Son tres tomos y puedo decir que a ellos les debo mi afición a la Historia.
Tastavins – La Historia no se por que se presenta siempre como un tema árido y sin embargo no lo es, al estar protagonizada por personas está viva y siempre es interesante.
Marian – La protagonista obraba al estilo de su época, un poco bruta, si, pero no podemos perder de vista como se vivía entonces.
Valentina – Jaja, como verás no cambiaron tanto las cosas, un poco el atrezo, pero los actores son mas o menos como ahora.
Cris – Se suele estudiar a los reyes godos, pero casi de pasada. Cuando yo descubrí que eran algo más que un nombre, empecé a disfrutar plenamente de esta época.
Brisaenlanoche – Jaja, me recuerdas a mis sobrinos, ellos opinan lo mismo.
Almena – En la historia hay muchas mujeres de armas tomar, pero no suelen figurar en todos los libros y es una pena porque la historia está hecha por todos.
Willy – Bienvenido a mi casa. No, no tengo sabiduría, sólo una buena biblioteca y ganas de saber, pero aún me falta mucho por aprender.
Azul – Jaja, de los godos la mayoría de la gente se quedaba atascada en la lista, pero cuando por algún dato que te llama la atención empiezas a investigar, es interesantísima la época visigoda.
Miguelón – Si, supongo que de toserle nada, era ella la que quería toserlo todo.
Diego – Hoy me pasó a mi lo mismo con otro blog, pero al final casi siempre funciona.
Jaja, Goswintha debía de ser fría y acalorada dependiendo del momento, lo mejor creo, era tenerla lo más lejos posible.
Trini – Pues nada hija, si te gustan los visigodos, a buscar datos que es muy entretenido. Yo también voy a clase de Caboblanco.
Natalia – Lo de la crueldad existe ahora exactamente igual que antes, por desgracia la brutalidad no se extinguió.
Hola Leo. Primero de nada, agradecerte tu acertada intervención en mi blog, en el sentido de resolver una errata que "adornaba" mi texto.
La historia que nos cuentas es ciertamente apasionante. Yo la conocía de pasada, eso sí, gracias a la lectura del libro "La aventura de los godos" de Juan Antonio Cebrían, pero tu la explicas con mayor linealidad, lo que ayuda a seguir los acontecimientos correctamente. ¡Ah! por llevar la contraria te diré, desde el cariño, que creo que Goswintha se suicidó...
Gracias por tus escritos y un fuerte abrazo (te he mandado un mail)
Una vez mas un interesantisimo post
Jo Leo....menuda clase magistral. Yo de los godos ya no recuerdo ni la famosa lista de los reyes idem :P.
Tu historia tiene tintes fantásticos, con esos nombres que suenan ha personajes de la Tierras Medias de Tolkien, aunque sean históricamente verídicos. Un acierto
Pero vaya que esta mujer se plantaba bien sobre sus ideas, aunque a veces no suelen salirle al último las cosas como ellas quieren, un post muy bueno de historia.
un beso
Caboblanco - No lo consideraría yo una errata, en realidad solo hice una pregunta.
En cuanto a Goswintha, yo no se realmente que fue lo que le sucedió pues la noticia que tengo es que se murió, sin más, así que también cabe la posibilidad del suicidio.
Consumidor irritado - Me alegra que te parezca interesante y que sirva de entretenimiento.
Aitor - La Historia tiene tintes de todos los clores, ella si es fantástica.
Carlos - Si,hay gente tan convencida de sus ideas que ni siquiera se le pasa por la cabeza la idea de cambiar.
¡Qué bruja Goswintha! Pero esta historia suena aún muy actual. Las ideologías, la religión y el poder encienden completamente a las almas. Son tres elementos extremadamente peligrosos. Qué gran descripción Leo...soy tu habitual lectora (como muchos otros). Besitos
Goswintha, curioso nombre
como curiosa mujer que por el poder
no tuvo piedad ni con sus hijas.
Me encanta la forma que tienes de narrar los hechos.
Un besito.
A veces ser tan determinado para conseguir tus objetivos, hace que pases por encima de lo que no imaginaste jamás. Confieso que hasta hoy no sabía nada de los Visigodos, pero ahora conozco un poquito, y vaya historia... Saludos Leo!
Andrea - Si, creo que ya lo dije en muchas ocasiones, cambian las modas, los lugares y las épocas, pero no el comportamiento humano.
Darilea - Cuando el deseo de poder se introduce en la mente de las personas, ni los que están en su corazón se salvan.
Matias - Todas las épocas de la historia son interesantes y esta de los visigodos lo es más todavía quizás por no ser tan conocida.
¡Qué Mujer!
Holas, acabo de comentar en el blog de Caboblanco que sois excelentes narradores, es un placer visitaros, lástima la falta de tiempo ( y ganas :-(), para retomar los libros, debí pirar muchas clases....., ya sabes que lo mío es la música, la poesía....
Besos paisana :-)
Y yo que pensé que me había librado a estas alturas de estudiar la lista de los reyes godos...
Menodas vidas tan intensas!
Por cierto, hay una familiar mía con 94 años que se llama Idelgunda. Se refiere a algún personaje histórico de éstos?
Un saludo.
Leo gracias por tu ayuda. No sabía como resolver el problema.
Ya sé como llamar a la presidenta de mi comunidad de vecinos..
Raúl - Si, era de armas tomar.
Incondicional - Bueno, los gustos tienen que estar repartidos, si a todos nos gustara lo mimso, sería muy aburrido.
José - Ese nombre tiene toda la pinta de ser de la época de los visigodos.
Turulato - Jaja, pues de nada, pero procura estar lo más lejos de ella que puedas.
El otro día leía por internet que en el texto original publicado en una primera edición de Blancanieves la verdadera envenenadora, por envidia y celos de su belleza, era su auténtica madre, pero como era algo que no estaba bien visto en la sociedad de la época, se conminó al autor a rectificar en una segunda edición ya como la conocemos todos, en la que la envenenadora es la madrastra. Y es que el "amor de madre" en ocasiones deja mucho que desear.
Me has recordado a un amigo de la infancia llamado Recaredo del que hace años no sé nada.
Besurris.
Una prueba más de que las mujeres, tienen más peso en la historia del que se les reconoce.
Interesante historia Leo.
Un abrazo.
Como siempre es un placer leerte. Nunca había oido hablar de Goswintha. ¡Desde luego, la buena señora lo tenía claro!
Un abrazo, Leo
Ladina - Si, yo también leí hace tiempo sobre el tema de Blancanieves, es posible, pero no muy justo, hay madrastras muy buenas.
Mardolo - Por supuesto, las mujeres como los hombres hacen la historia, así que todos son importantes.
Kuan - Mira por donde ya conoces a alguien más, aunque dudo mucho que te gustara como amiga.
Muralla - Me alegra que así te parezca.
Menuda bruja esta Goswintha verdad?...Una mujer de "armas tomar", y además de verdad.
Por cierto, en referencia a su muerte...he leído las dos versiones...muerte (sin más), que claro...da pie a todo tìpo de suposiciones (suicidio, asesinato...). Las fuentes más serias que he podido consultar se decantan en caso de muerte no natural por el del suicidio (según dicen por el miedo que aún inspiraba su figura, dificilmente alguien se atrevería a asesinarla...pero quien sabe?).
Un beso princesa.
P.d. Cuenta con los catálogos..te los iré enviando variados y así no te aburriras..Otro beso.
Adrià Urpí - Todo puede ser con relación a la muerte de Goswintha, se pudo suicidar, aunque con su caracter no me parece a mi persona que escogiera esa salida; el asesinato, teniendo en cuenta lo que estaba estorbando desde hace tanto tiempo me parece más probable, pero en realidad no tengo ni idea, lo único que se sabe de cierto es que dejó este mundo para alivio de muchos.
Gracias por los catálogos, son magníficos y me sirven para aprender varias cosas antes desconocidas para mi.
Preciosa entrada, de verdad. He releido por segunda vez la historia, sencillamente, porque vale la pena.
Armachí - Bienvenido a mi casa.
Me alegra que te haya gustado esta historia, para mi la vida de los godos es de lo mas interesante.
Lo único que se le puede reprochar verdaderamente a Goswintha es no haber tomado medida alguna para vengar la muerte de su hija Galsuinda, teniendo en cuenta que entre los pueblos germánicos -y los visigodos eran uno de ellos- vengar a un familiar era una obligación importantísima.
La tarea de vengar a Galsuinda la tomó a su cargo su hermana Brunequilda, y así terminó la pobre en 613 torturada y ejecutada cruelmente cuando era una anciana de 70 años por orden del hijo de la instigadora del crimen de Galsuinda.
Por lo demás, no considero que Goswintha haya sido mala por el hecho de defender el arrianismo. No olvidemos que cuando Recaredo impuso el catolicismo -que era mayoritario en la población hispanorromana pero absolutamente minoritario entre los visigodos- se desató una feroz persecución incluyendo condenas a muerte contra aquellos que quisieron seguir siendo arrianos, sin mencionar las posteriores persecuciones a los judíos.
Quizá Goswintha hubiera querido vengar a Galsuinda y no pudo por razones políticas. También fueron razones políticas las que la obligaron a casar con sus hijas con reyes francos "católicos". En cuanto a su actuación a favor del arrianismo, estaba simplemente defendiendo su fe -que no era ni mejor ni peor que la católica- y fue fiel a ella hasta la muerte.
Anónimo - Yo tampoco considero que una persona sea mala por defender su religión, pero hay formas de defenderla sin usar la violencia ni maltratar a nadie y eso vale, según mi opinión, para la religión arriana, la católica, la musulmana, la budista y cualquier otra.
Gracias por tu comentario, es muy interesante.
Extraordinaria historia la de Goswintha. Siempre me han seducido las intrigas de los visigodos durante toda su etapa de predominio en la península. Esta reina me recuerda un poco a Livia, la mujer de Octavio Augusto, emperador de Roma. Eran mujeres capaces de manejar los hilos a su antojo, en defensa de sus intereses. Dan ganas de seguir leyendo...
Francisco Arsis - A mi siempre me gustó esta época de los visigodos, es interesantísima y tiene unos personajes que no dejan indiferente a nadie.
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