Tretas políticas

Si alguien cree que emplear juego sucio para acceder al sillón de mandar es cosa del presente, craso error. Viajemos en el tiempo, entremos en la famosa y temida lista de los reyes godos y recorrámosla hasta llegar a Wamba.

La monarquía en el tiempo de los godos no era hereditaria, sino electiva, cuando un rey moría y algunos lo hacían con gran rapidez – con ayuda por supuesto -, los electores eran los magnates laicos y los obispos; elegibles eran los que reunieran una serie de cualidades entre las que se encontraban: origen godo y buenas costumbres (me da que lo de las buenas costumbres no lo tenían mucho en cuenta). Bueno, estas eran las reglas, pero como se suele decir quien hizo la regla hizo la trampa, de todas formas esto no tiene importancia en el tema de hoy, sólo lo explico para situaros un poco en aquellos lejanos tiempos.

La treta a la que me voy a referir fue la llevada a cabo por Ervigio para quitar el trono a Wamba y sucedió así. En la tarde del domingo 14 de Octubre de 680, el rey Wamba tomó una infusión de hierbas como tenía por costumbre, pero esta vez, el conde Ervigio, posiblemente en complicidad con los médicos de la corte, mezcló en el brebaje una fuerte dosis de esparteína, un poderoso narcótico que no producía la muerte pero que privaba de sentido de forma inmediata a quien lo tomaba. Wamba se desplomó en aparente estado de coma y los magnates de la corte ajenos a la conjura, creyendo que el monarca se encontraba en trance de muerte y con el deseo de que muriera como un buen cristiano, decidieron de acuerdo con el obispo toledano y con las costumbres de la época, que se le impusiera el hábito de penitente.

El rito de la penitencia consistía en tonsurar al moribundo, recubrir su cuerpo con un cilicio y trazar sobre él una cruz de ceniza. Mientras tanto, el ministro recitaba las oraciones previstas en las que se amonestaba al penitente a observar los rigurosos deberes que tenía a partir de entonces de mantenerse apartado de los asuntos terrenales en el caso de sobrevivir.

Cuando Wamba despertó, se encontró transformado en penitente público, legalmente incapacitado para reinar de acuerdo con las prescripciones de la disciplina eclesiástica. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho con él, de nada le sirvió protestar y para mas recochineo tuvo que firmar el documento en el que se reconocía como nuevo rey a Ervigio.

Pero donde las dan las toman y siete años después, Ervigio se vio en la obligación de designar a su yerno Egica, al que no podía ni ver, y el 15 de Noviembre de 687, estando en su lecho de muerte Egica le hizo padecer la humillación de un despojo del poder semejante al que él le había hecho a Wamba.

Conclusión que siempre se puede sacar cuando se lee Historia: No hay nada nuevo bajo el sol.