Estatuas

Las estatuas son obras escultóricas de gran importancia en todas las culturas y en todos los tiempos y sus estilos de lo más variado, desde el más clásico hasta el más moderno, desde las que claramente se ve lo que se quiso representar hasta las que sin una explicación del autor no tendríamos ni idea de que se trata.

Oviedo es una ciudad pequeña muy acogedora y muy limpia, y últimamente en ella proliferan las estatuas esparcidas por toda la ciudad hasta el punto en que yo diría que quizás es la ciudad del país que tiene más estatuas por metro cuadrado.

Como sucede con todas las cosas de la vida en gustos nada hay escrito, pero como tenemos tantas, supongo que todos quedamos satisfechos mostrando las que nos gustan y criticando sin piedad a las que no nos gustan. Hice un recorrido para captar con mi cámara algunas, ya que todas imposible, y os las voy a mostrar y así vosotros, si no conocéis mi ciudad, os haréis una idea de nuestro patrimonio escultórico.

Esta es quizás una de las que lleva más tiempo adornado la ciudad, es obra de Manuel Álvarez Laviada y Víctor Hevia. Se hizo en homenaje a José Tartiere, ingeniero industrial e importante empresario en la Asturias de finales del siglo XIX y principios del XX. Se podría pensar que este personaje era asturiano, pero no, era vasco.

Esta es quizás la más fotografiada de todas las existentes en Oviedo, no creo que haya turista u ovetense que no se haya hecho una foto al lado de este viajero, bueno, excepto yo que no me hago fotos ni permito que me las hagan.
Se titula “El regreso de Williams Arrensberg” y su autor es Eduardo Úrculo.

Esta otra creo que sigue a la anterior en número de personas que se fotografían con ella. Representa a Doña Ana Ozores, protagonista de la novela de Clarín “La Regenta”. Es obra de Mauro Álvarez Fernández.

Esta se titula “La Torera” y es del mismo autor que la de La Regenta. La Torera era una mujer que sacaba fotografías en el Parque San Francisco, no creo que en aquella época hubiera ovetense que no tuviera una foto hecha por ella.

En Oviedo debemos de ser muy maternales porque hay varias estatuas tituladas de esa manera, voy a poner tres. La primera es esta de Fernando Botero, aunque aquí se la suele llamar sencillamente “la gorda”, hubo bastante revuelo cuando la colocaron pero creo que ahora todos la aprecian, sobre todo las que estando un poco pasadas de peso y vamos por la plaza pensando en tomarnos un pincho y un cafetín nos remuerde la conciencia, pero al llegar a la altura de esta estatua y verle las posaderas automáticamente nos vemos estupendas de tipo y nos tomamos ese piscolabis sin remordimiento alguno.

Véanse las susodichas posaderas.

Esta otra “Maternidad” es obra de Sebastián Miranda y representa a La Encarna con Chiquilín.

Y la última “Maternidad” es obra de Félix Alonso Arena.

Hay muchos bustos repartidos por todas partes representando a diversos personajes, yo elegí al que se le ve tan feliz con sus rizos, como recién salido de la peluquería. Es nada menos que Don Álvaro de Navia-Osorio y Vigil, Marqués de Santa Cruz. La obra fue realizada por Santarúa.

No se puede dejar de visitar el Fontán y allí nos encontramos con “Las vendedoras del Fontán”. Su autor Hevia “Favila” Amado González.

Muy típico de una época eran las lecheras, mujeres que venían a la ciudad para vender la leche que traían en esas jarras a lomos de un burro. Su autor Manuel García “Linares”

En la antigua plaza del pescado no podía faltar esta estatua “Pescadera” de Sebastián Miranda.

Quizás una de las más entrañables es la titulada “Guisandera”, con sus formas suaves hace un retrato de las mujeres que se dedicaban a guisar, tanto para sus casas como para mesones, casas de comidas y bares. Mientras la mujer guisa, la niña puesta de puntillas intenta enterarse de lo que se está guisando. Es obra de Mª Luisa Sánchez Ocaña.

Otra obra muy tierna es la que representa a los personajes principales de cuento de Clarín “Adiós cordera”, obra de Manolo Linares.

También las tenemos de estilo más moderno como esta de Berrocal que según él representa el torso de Fruela I. No se si a este rey le hubiera gustado mucho y con el mal genio que tenía, no se yo…….

O esta otra también de Berrocal titulada “El diestro”.

Y la que yo consideraría más fea de todas, cuando la vi me dio la impresión de que la hubieran hecho de chocolate y con el calor se estuviera derritiendo. Es obra de Víctor Ochoa y está dedicada a Sabino Fernández Campo, que fue Jefe de la Casa del Rey.

Y aquí tenemos al que según mi parecer fue el mejor y el de reinado más largo de la monarquía asturiana, Alfonso II el Casto. Obra de Víctor Hevia.

Y como el paseo ya fue muy largo me despido, al igual que lo hizo Abedugo, con un asturcón. Obra de Manolo Valdés.