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sábado, octubre 04, 2008

Ni justo ni inteligente

No era ni justo ni inteligente el destino que se les ofrecía a las princesas. Se las utilizaba como moneda de cambio para llevar a cabo un pacto de no agresión o para sellar un tratado de paz o sencillamente como intercambio entre casas reales para que sirvieran única y exclusivamente como procreadoras de herederos, a poder ser varones. Se las casaba con hombres a los que no conocían, en muchas ocasiones parientes más o menos cercanos y en muchos casos muy poco atractivos. Y no era inteligente porque se enviaba a estas jóvenes con una preparación muy escasa, desconocían el idioma del país al que iban a parar, sus conocimientos culturales dejaban mucho que desear y los entresijos de la política les eran desconocidos, y digo que esto no era inteligente pues en ocasiones y por distintos motivos llegaron a tener que gobernar y ¿cómo se puede hacer una labor medianamente buena con esas carencias?.

Este es el caso de Mariana de Austria. Nacida en Viena en 1634, era hija del Emperador Fernando III y de María de Austria, hermana de Felipe IV. Se concertó su matrimonio con su primo, el príncipe heredero de la corona española Baltasar Carlos, cinco años mayor que ella, pero los planes no salieron según lo previsto porque el prometido falleció. No se lo que sentiría la princesa, ¿pena, alivio, incertidumbre ante un futuro más incierto que el que le habían preparado para casarla con su primo?. No lo se, pero me temo que con los planes que le prepararon a continuación, debió de caérsele el mundo encima.

Felipe IV rey de España, que había enviudado de su esposa Isabel de Borbón a la que amaba muchísimo, decidió no volver a contraer matrimonio, cosa que en ese momento no planteaba ningún problema ya que la sucesión al trono estaba asegurada, pero esta tranquilidad se rompió al fallecer el heredero que como ya dije estaba prometido a Mariana. ¿Solución?, la mejor para todos, casar a la que era prometida del heredero con el padre del mismo ya que como todo estaba arreglado para la boda sólo habría una diferencia, el novio, así que a Mariana se le cambió a su primo por su tío y seguro que a ella nadie le pidió su opinión.

Veamos, si malo es que te obliguen a casarte con alguien a quien ni conoces ni quieres, peor es que para colmo te cambien a un novio joven por uno viejo. No se que pensaría la princesa, pero no creo que esto le hiciera mucha ilusión, no olvidemos además, que sólo tenía quince años.

Con esa edad llega a España donde se ratificó la boda que ya se había realizado por poderes en Viena hacía unos meses. Se encontró con un marido de cuarenta y tres años que lo único que esperaba de ella era un heredero a la mayor brevedad. Su carácter alegre a su llegada, hizo que fuera bien recibida por los españoles, pero esa alegría fue desapareciendo a lo largo de los años hasta convertirla en una persona caprichosa, terca y orgullosa que además se inclinaba más hacia la corte vienesa que hacia la española lo que hizo que se convirtiera en un personaje totalmente impopular.

Criticar es fácil, y eso es lo que se suele hacer, por eso deberíamos de intentar ponernos en su piel y quizás así, la sentencia no sería nunca tan dura y en ocasiones despiadada.

Lo primero que se encuentra en nuestro país al llegar, en octubre de 1649, es un marido que casi le triplicaba la edad y que lo único que quería de ella era descendencia.

En julio de 1651 da a luz a su primer hijo, primer fracaso, era una niña, la infanta Margarita. Posparto complicado que dañó su salud y problema de sucesión sin resolver.

Como tardaba en quedar embarazada de nuevo, comenzaron los rumores y con ellos la presión psicológica sobre la reina lo que la llevó a la tristeza y melancolía mientras su marido sólo sentía preocupación por la falta de heredero varón.

Por fin queda de nuevo embarazada dando a luz el 7 de diciembre de 1655. De nuevo fracaso pues nació otra niña que sólo vivió quince días.

Las Cortes se inquietan y piden al rey que nombre heredera a la infanta María Teresa, hija de su primera mujer Isabel de Borbón. Imaginaros lo que esto suponía para Mariana, un fracaso total en su “misión en la vida”: dar un heredero varón a la corona que era lo único que se esperaba de ella, no se le concedía ningún otro valor. Y no sólo eso, tendría que aguantar los cotilleos, el desprecio, las sonrisitas maliciosas de las personas que la rodeaban y que por distintas razones se alegraban de su fracaso. Quizás se llegó a encontrar demasiado agobiada, demasiado inexperta y sobre todo, demasiado sola.

Bajo toda esa presión, queda embarazada por tercera vez, el alumbramiento se produce en agosto de 1656, fue un parto prematuro del que nació otra niña que murió en el mismo día.

Los rumores vuelven a escucharse, esta vez con comentarios más desagradables: ella no servía, esto era el castigo divino por los pecados del rey (menos mal que a él le tocaba algo y no toda la culpa era para ella), el rey debería de nombrar heredero ya mismo…….. Presión, presión, presión.

De momento se frenan los rumores pues de nuevo queda embarazada, todo el mundo está pendiente de este embarazo, unos con expectación, otros maliciosos esperando que fracase de nuevo, la presión sube y los meses de gestación debieron de ser todo menos tranquilos. Llega la hora del parto que se produce el 20 de noviembre de 1657, al fin nace un varón, Felipe Próspero y al fin la reina puede sonreír y relajarse un poco.

La reina no dejó de tener hijos. A finales de 1658 tuvo otro hijo varón, Fernando, que murió a los seis meses. Quedó embarazada de nuevo y cuando estaba a punto de dar a luz, muere el heredero el 1 de noviembre de 1661 lo que representó un duro golpe que quedó un tanto suavizado por el nacimiento a los cinco días, el 6 de noviembre de 1661, de otro varón, un niño enfermizo y enclenque que saldría adelante con muchos cuidados, el futuro Carlos II.

Fijaros que a sus veintisiete años ya había tenido seis hijos de los cuales sólo vivían dos. Y por si esto fuera poco, el 17 de septiembre de 1655 se queda viuda y por deseo de su fallecido esposo, regente, ya que el heredero sólo tenía cuatro años.

Y aquí viene lo de que no es justo que a una princesa no se la preparara debidamente para poder asumir este papel, pues a su ignorancia en temas de gobierno hay que añadir su inexperiencia en el trato con políticos que lo menos que querían era tenerla a ella de regente y que por lo tanto le pusieron la zancadilla todo lo que pudieron. Así que no es raro que su carácter se agriara, que se viera sobrepasada por los acontecimientos, las presiones y el no saber quien la apoyaba en realidad.

Difícil tarea para una mujer, no por ser mujer, si no porque se la envió a enfrentarse a situaciones para las que no estaba preparada. Se las educaba poco y mal y se les exigía demasiado y eso no es justo.

Quizás alguno piense que las princesas podrían elegir su destino, pero no era así, o aceptabas las bodas que te proponían o la única salida posible era un convento y que nadie piense que un convento era un lugar agradable lleno de paz, esos lugares también tenían sus lados oscuros, pero eso es tema para otro día.

En principio se podría pensar que esta forma de educar, o mejor, no educar a las princesas, eran costumbres de aquellos tiempos, pero quizás también pudiera ser que se pensara que una reina con poca preparación sería mucho más manejable tanto por el rey como por los personajes de la corte, sobre todo si por azares de la vida quedaba como regente ya que entonces, otras personas que nunca hubieran podido gobernar un reino, a través de la reina podrían hacerlo con facilidad.

Sea como fuere, no era justo ni inteligente ya que una persona débil y manejable al frente de un país podría traerle a éste muchos conflictos internos que lo llevarían al desastre. Pero cuidadín, no caigamos ahora en el lado opuesto y queriendo reivindicar los derechos de las mujeres que durante tanto tiempo fueron infravaloradas nos vayamos a creer que las mujeres somos el no va más, recordemos que la valía de las personas depende del seso y no del sexo.

24 Comments:

Blogger Ligia said...

No, no era justo, Leo. La verdad que la vida que le tocó vivir a Mariana de Austria fue muy injusta, igual que a otros personajes históricos. Se me vino a la mente un libro que leí este verano "Amor y muerte en Florencia" de Sarah Dunant, que te recomiendo si no lo has leído, porque seguro te gusta. Besos

octubre 04, 2008 3:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuanta cultura tienes, asturianica, cuanta historia aprendo contigo.
Saludines, princesa.

octubre 04, 2008 6:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y después que nos cuenten las historias de las princesas de los cuentos!!. La realidad no tenía en muchos casos nada de romántico y feliz.
Besosss, que disfrutes del domingo.

octubre 05, 2008 3:37 a. m.  
Blogger almena said...

Qué cierto, y cuántos ejemplos similares de sometimiento y amargura nos ofrece aquella época.

Besos, Leodegundia!

octubre 05, 2008 9:32 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y ahora nos quejamos de stress...

Pobre mujer, sin duda que fue odiada por casi todos y amada por casi ninguno.
No sé por qué, pero leyendo esta historia, tan bien documentada, me he sentido mal. Tantos hijos, tantos de ellos muertos, tanto egoísmo por parte del rey, tanta presión de lado de la corte...

Totalmente de acuerdo contigo en lo de seso y no sexo.

Besos

octubre 05, 2008 9:32 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

A tu entrada de hoy se le puede añadir una recomendación como la que un autor de s.XIX hacía : «Lector, te invito a que no te fijes sólo en lo liviano de este tejido, porque tras él encontrarás muchas consideraciones».
Es para hacer muchas lecturas, pero en el caso del personaje, resume muy bien la presión social, que precisamente por su estatus la relegaba a mera “reproductora”, eso unido a que se consideraba inmoral la posibilidad de que la mujer tuviera otros intereses que no fueran la castidad, la pureza, la templanza, la belleza, la sumisión, la modestia y la obediencia las convertían en marionetas. La ignorancia, que se les negara toda posibilidad de crecimiento intelectual, sin duda, ha sido siempre injusto y poco inteligente, cierto, pero desde luego políticamente muy rentable para los que movían los hilos.
Un abrazo

octubre 05, 2008 9:59 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

En aquella época la mortalidad infantil era enorme, incluso ahora en los paises menos desarrollados sigue siendo muy grande.
En cuanto a la mujer, incluso ahora se sigue empleando como moneda de cambio, ver
este post.
Un saludo

octubre 05, 2008 10:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No de justo nada de nada. Ninguna mujer lo tuvo que pasar bien en esos siglos.

Un saludo

octubre 05, 2008 10:54 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Contrario a lo que soñamos cuando somos niñas, en ser "princesas", después de leer esta entrada, creo que no quedan ganas. Como siempre, muy bien documentada, Leo!! lo disfruté mucho. Un abrazo.

octubre 06, 2008 4:01 p. m.  
Blogger Antonio J. Muñoz said...

Pones de relieve varias deficiencias en este documento, pero que como tu comentas en otro post, siguen pasando, tan solo cambian de escenario y supongo que seguiran pasando en el futuro.

Yo nunca le he visto privilegios a la realeza, porque a pesar de esa vida de opulencia y riqueza, han vivido prisioneros de su destino y el papel que le han asignado. Y que también debiera verse desde la perspectiva del rey o infante, al cual tampoco le daban opción a elegir con quien casarse, pues eran sus padres y consejeros los que decían con quien casarles para mayor prestigio de la casa real o mayor poder en el escenario internacional, lo que por otro lado daba motivo a infidelidades.

Por otro lado, el designio del destino de una nación en las monarquías o regímenes similares de otras culturas, siempre ha sido encomendada al primogénito de la familia o en su defecto al segundo, o sucesivos herederos vivos, a los cuales se les preparaba para ello, pero no necesariamente quería decir que fuesen los más preparados para tal cargo o "privilegio".

Así que el título de este post es de lo más acertado, pues no va ni de justicia ni de inteligencia en ninguno de los aspectos, ni en el de la mujer ni en el del hombre.

octubre 06, 2008 6:13 p. m.  
Blogger clariana said...

Uyyyy... que historia la de la pobre reina, no sé si el convento hubiera sido peor...
Realmente para regir un país hace falta mucha preparación y yo diría que hasta vocación, y con este sistema daba pie a lo que comentas, a que otros se aprovechasen y se metiesen por medio a enmarañar la madeja. Está muy bien como escribes Leodegundia, yo soy un poco perezosa en ese sentido, pero me gusta leer lo que encuentro bien, como este texto tuyo. Saludos y gracias.

octubre 07, 2008 1:29 p. m.  
Blogger Charles de Batz said...

Hasta cierto punto, todo ello puede sonar a aberración.La muerte precoz del infante Baltasar Carlos -tan maravillosamente retratado por Velazquez-, supuso el preámbulo al final del reinado de los Austria en España. Su prometida, tuvo la dudosa suerte de pasar a casarse con el padre viudo y el juego de la proceación obligada y apresurada comenzaba de nuevo...

Como dices, no era justo, pero además era poco inteligente, como también dices, y a los hechos me remito: esas políticas matrimoniales familiares terminaron por dar lo que dieron, personajes débiles, enfermizos y yermos como Carlos II. En resumidas cuentas, grandes sacrificios para nada, estudiadas estretégicas familiares para lo mismo y como resultado de todo ello una corona cada vez más enferma y aislada de la realidad de una tierra que debía gobernar.

Salud

octubre 07, 2008 1:30 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Ligia – Y como a esta, les pasó a la gran mayoría, la verdad es que yo no las envidio nada.
No conozco el libro que citas, tomo nota para buscarlo.

Javier - :-) No Javier, no soy culta, ¡qué más quisiera yo! lo que pasa es que me gusta leer, sobre todo libros de historia.

Julia (misceláneas) – Jaja, la realidad pocas veces tiene nada que ver con los sueños.

Almena – Así es, la verdad es que no era fácil la vida para ellas.

Trini – Todo era malo, que te casaran con alguien que no conocías ni amabas, la presión con la que tenías que vivir, y sin olvidar que nunca podías estar segura de quienes eran las personas de las que te podías fiar.

Marian – Efectivamente, yo creo que una de las causas y creo que lo apunto en el artículo, es que así era más fácil manejarlas, ellas en muchos casos figuraban como reinas gobernantes pero los que gobernaban eran otros y si las cosas salían mal ellas, y nadie más que ellas, eran las culpables.

Unjubilado – Recuerdo ese artículo y lo mucho que me desagradó la noticia por lo injusto que es.
En cuanto a la mortalidad infantil era grande en cualquier nivel, no sólo en la realeza, pero llevar a cabo una gestación bajo una presión tan enorme debía de ser agobiante y demoledor ver que el resultado de esa gestación no era el que todo el mundo esperaba y encima terminaba con la muerte del hijo.

Bardinda – Desgraciadamente aún hoy existen demasiados lugares en los que la mujer sigue siendo un cero a la izquierda.

Gaviota - :-) Bueno, una cosa es soñar con bellos vestidos, un castillo y un príncipe maravilloso y otra muy distinta es la cruda realidad.

Antonio J. Muñoz – :-) Me alegra muchísimo volver a verte por mi casa, hace mucho tiempo que andabas desaparecido.
Tienes razón, los príncipes herederos tampoco lo tenían muy fácil, pero si un príncipe heredero o ya rey no tenía hijos la “culpa”, por llamarlo de alguna manera, no era suya, siempre era de su esposa a la que por esta causa se la podía repudiar y cuando nacía niña en lugar de niño, era una decepción para ellos, pero de nuevo la “culpa” era de la esposa. Al final eran ellas las que llevaban la peor parte.

Jardí – Por lo que se, los conventos no eran precisamente un lugar en el que se viviera bien, eran ambientes muy cerrados de ambiente opresivo.

Charles de Batz – Totalmente de acuerdo, las casas reinantes concertaban los matrimonios entre los mismos familiares con lo que acabaron como acabaron, bien es verdad que entonces no se conocían los peligros que esto podía acarrear y lo único que miraban eran las alianzas más convenientes desde el punto de vista político para la corona. Tenemos un buen ejemplo en Felipe II que por razones de estado, de las cuatro veces que se casó, tres fueron con familiares directos, su prima María de Portugal, su tía María de Inglaterra y su sobrina Ana de Austria.

octubre 07, 2008 6:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ni es justo ni inteligente, pero así lo exigia la época, la mujer no era nadie, solo un medio de placer y de trueque para la conveniencia de la corona.
Tan baja era la estima que de la mujer se tenía, que era considerada un objeto, por no tener no tenía ni alma,cosa que debemos al Concilio de TRENTO (1545 -1563)el ser seres con sentimientos.
¿Que se puede esperar de esos reyes con relación a la mujer? nada bueno, solo lo que también nos ha expuesto Leodegundia con ese genio y coraje que pone en sus escritos. Una cosa: ellos tenían el previlegio de disfrutar de amantes descaradamente, que algunas veces ensombrecian los derechos de la reina, como Madame du Barry
.Pobre Mariana de Austria, parece como si toda la historia se hubiera cebado en ella.Besos Carolina

octubre 07, 2008 10:50 p. m.  
Blogger Tawaki said...

Tienes toda la razón, solo que no se aplicaba sólo a las princesas y que podría hacerse extensible a los tiempos actuales, aunque de otra manera.

Me estoy leyendo una biografía sobre Juana la Loca, donde se pone de manifiesto lo que nos cuentas.

También hay un libro sobre Leonor de Aquitania que te gustaría. A ver si me acuerdo y te mando los detalles.

Un abrazo.

octubre 08, 2008 12:36 p. m.  
Blogger Azusa said...

Pobrecitas, quién nos habría dicho de cuando éramos niñas y queríamos jugar a princesas que realmente vivían así...

octubre 08, 2008 4:40 p. m.  
Blogger Azusa said...

Por cierto, me he leído el primer comentario, y yo también me leí ese libro hace un tiempo y está bastante bien...

octubre 08, 2008 4:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

También es mala suerte que se te muera el novio y te casen con su madre "angelamaríaa". Bromas aparte a mí nunca me pareció fácil el oficio de princesa o reina, por supuesto que tienen privilegios pero donde queda su libertad ???.No cambio mi vida por la de ninguna de ellas ni de broma !!!!

Triste destino el de Mariana, creo que a día de hoy se siguen dando situaciones parecidas, por desgracia...no cambiamos tanto :-(

Un abrazo agradecido por tus amenas clases de historia.

octubre 08, 2008 7:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Errata de imprenta, jooooo, donde dije madre quería decir padreeee, jo, estos dedos patosos :-(

octubre 08, 2008 7:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y yo que de niña soñaba con la idea de ser princesa... ¡qué engañadas nos tenía Walt Disney!
Ni una vida de cuento ni ser felices comiendo perdices con un joven y apuesto caballero.

octubre 09, 2008 1:12 p. m.  
Blogger Alyxandria Faderland said...

Si Mariana la paso mal, con un viejo que por mas rey y todo escupiria las flemas a 3 metros de su real cama, no me quiero imaginar la vida de Maria Luisa con el Hechizado, rey solo por el dudoso privilegio de portar gonadas, por vulgo huevos. Mon dieu.
.
Por cierto, yo tengo un arce en mi casa, bueno 5, uno solo, y un bosque, pero tamaño departamento: son bonsais!

octubre 10, 2008 5:15 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Carolina – Mariana de Austria sólo es un jemplo, a las demás no les fue mucho mejor y la Iglesia no ayudó precisamente a valorar a la mujer.

Tawaki – La vida de Juana la Loca fue muy desgraciada, bien es verdad que ella no puso mucho de su parte o quizás sencillamente no supo o no pudo. Leonor de Aquitania ya era otra cosa, a ella poco se le ponía por delante, eso si, las decisiones finales las tomaba el rey.
Encantada que me digas cuales son esos libros pues aunque ya leí sobre ellas es bueno conocer todos los puntos de vista.

Azusa – Las princesas que llegaban a nosotros eran las de cuento, por eso era tan apetecible ser princesa.
Como le dije a Ligia buscaré ese libro.

Xana – Jaja, malo era ya que te casaran con algunos príncipes así que imagínate con sus padres, tenía que ser horrible.
Las mujeres hoy en día tienen mas posibilidades de vivir en libertad y decidir sobre su vida, quitando en algunos países en donde todavía siguen como en plena Edad Media.

Muyerina – Jaja, es que Walt Disney lo azucaraba todo para que pareciese maravilloso. Perdices puede que comieran unas cuantas, pero lo del joven y apuesto caballero ya era más difícil.

Alyxandria faderland – La pobre María Luisa de Orleáns no duró mucho, incluso hay quien dice que fue envenenada para ser sustituida por Mariana de Neoburgo por no poder darle un heredero, claro que Mariana tampoco lo logró. No creo que fueran felices ninguna de las dos, pero para ser justos,la vida para Carlos tampoco lo fue.

octubre 11, 2008 5:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Especialmente interesante esta entrada. Un buen reflejo de la dura la vida de las princesas convertidas en muchos casos en "uteros andantes" y sin la mas minima posibilidad de decidir sobre su vida.

octubre 30, 2008 9:52 p. m.  
Blogger nachoben said...

Lo suyo es saber que quiso intentar explicar Velázquez en el retrato de la reina Mariana de 1652:

http://diegovelazquez.webcindario.com/mariana.htm

Bueno que os sea leve, y estudiar este nuevo punto de vista, y nunca mejor dicho.

Un saludo

agosto 24, 2010 10:51 p. m.  

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