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domingo, febrero 13, 2011

La curiosidad mató al gato

Tranquilos que esta vez no va de gatos, va de que al igual que muchos gatos mueren por curiosos, algunas personas también. En este caso me refiero a Plinio el Viejo.

Si hacemos caso a lo que su sobrino, Plinio el Joven, cuenta en unas cartas, cuando se produjo la erupción del Vesubio su tío mandaba la flota romana estacionada en Miseno y desde allí se pudo presenciar una gran nube que les pareció surgía de un monte elevándose hacia el cielo a gran altura y cambiando de color ya que a veces se veía blanca y otras veces se oscurecía hasta volverse negra.

Todos lo miraban con curiosidad y Plinio pensó que sería muy interesante poder contemplar el fenómeno más de cerca y ni corto ni perezoso ordena que le preparen un navío veloz para dirigirse por mar hacia el lugar en donde se ve la columna de humo. Cuando estaba a punto de embarcar, recibe un mensaje de unos amigos que tenían su residencia al pie de la montaña y que no tenían más escapatoria que poder hacerlo por mar. Así que disfrazó un tanto su curiosidad por conocer el fenómeno con la heroicidad de socorrer a unos amigos ayudándoles a salir de una situación desesperada y así poder salvarles la vida.


Pero el destino ayudado por la poca prudencia que muestran algunas personas termina por desencadenar la tragedia. El enfado del Vesubio se había contagiado al mar que se agitaba como loco por los temblores, y al viento que soplaba hacia tierra dificultando la salida de los barcos. Y mientras todo el que podía salía a toda prisa de la zona, Plinio, al mando de sus barcos se dirigía hacia el lugar del desastre con la intención de ver el fenómeno de cerca y de salvar a cuantos pudiera. Según se acercaban a la costa comenzaron a caer sobre los navíos cenizas y piedras cada vez mayores lo que dificultaba el acercarse a la playa, por lo que decidió cambiar de rumbo y a pesar de los consejos que le daba el piloto para que retrocedieran y salieran de allí lo antes posible, él, sintiéndose más héroe que nunca, ordenó variar el rumbo y dirigirse a Estabias a casa de Pomponiano.

Este viendo como estaban las cosas había cargado todas sus pertenencias en unos barcos y sólo esperaba el cambio del viento para salir a toda prisa abandonando aquél infierno. El viento que impedía salir a Pomponiano empujaba a Plinio hacia la costa. Allí se reunieron, se abrazaron y Plinio intentó calmarle y para ello se comportó como si el peligro no fuera tan grande. Pide a sus esclavos que le preparen el baño, luego cena con tranquilidad para a continuación retirarse a dormir.

Entre tanto la lava bajaba imparable y los incendios se multiplicaban, pero Plinio que estaba empeñado en no ver el peligro intentaba convencerlos a todos de que eran hogueras dejadas por los campesinos en su huida. Pero no sólo era el fuego lo que representaba un peligro, lo peor empezaba a ser la gran cantidad de ceniza que lo cubría todo a gran velocidad. Y por si esto fuera poco, los temblores de tierra hacían temer que los edificios se derrumbaran así que decidieron aguardar en el exterior en donde el peligro no era menor.

Y digo que no era menor porque la lluvia de piedras era numerosa viéndose obligados a colocarse almohadas atadas a la cabeza que algún chichón les evitaría. Imaginaros por un momento la escena: atrapados en la costa sin poder embarcar porque el mar y el viento se lo impedía; movimientos de tierra que hacían peligrar la estabilidad de los edificios; caída masiva de ceniza que impedía respirar y que a poco que se despistaran los dejaba sepultados; oscuridad cada vez mayor que les impedía ver a pocos palmos hasta que llegó a ser tal que no se veía nada, proporcionando mas que miedo terror acrecentado al escuchar los gritos de unos y otros intentando localizar a familiares y amigos.

Plinio, quizás el más sereno de todos, decidió acercase a la playa para comprobar si podrían salir de allí, pero el mar le dejó bien claro que no, nada de huidas por mar, estaban en una ratonera y allí se quedarían. De pronto nuestro protagonista empezó a sentirse mal, pidió agua fresca y se recostó un momento intentando reponerse y luego con la ayuda de dos esclavos logró ponerse en pie pero sólo por un momento ya que se desplomó y no volvió a levantarse y allí le encontraron días después. Su curiosidad por ver de cerca el fenómeno y su afán de heroicidad le costaron un gran precio. Su vida.

Durante muchos años la ceniza y el silencio reinaron en Pompeya, luego inventado ya el turismo sus calles, sus edificios o lo que queda de ellos se llenan de bullicio todos los días pero cuando los turistas se van con sus cámaras y sus voces, el vacío y el silencio vuelve a adueñarse de la ciudad.

Sus calles empedradas bordeadas de edificios en ruinas que quizás añoren a sus antiguos habitantes.


esas calles provistas de pasos de peatones que facilitan el paso de un lado al otro


el tan transitado camino hacia el foro


en silencio quedan también la panadería y los molinos de los cereales



y no sólo la panadería, el Macellum que era el gran mercado cubierto en cuyo centro
había una fuente para lavar el pescado


y el foro que era el corazón de la ciudad



con su templo dedicado a Júpiter


y sus termas en donde aún cubiertos de polvo se pueden ver a estos telamones que enmarcan las hornacinas en el tepidarium, la sala tibia que tenía un brasero de bronce de gran tamaño


en silencio pero con actitud fiera está el perro atado a la cadena que guarda la casa del Poeta Trágico, un bello mosaico con la inscripción Cave Canem (cuidado con el perro)


¿y que queda de aquellas construcciones lujosas que embellecían la ciudad? Una de las mejores era la llamada Casa del Fauno, nombre que le fue dado porque en uno de sus atrios tenía un fauno que parecía saludar con alegría invitando a entrar a todo el que pasaba. Aún podemos verlo allí como si el tiempo no se hubiera detenido conduciéndonos hacia la sala de recepción pavimentada con un mosaico que representa la Batalla de Issos




en fin, Pompeya a través de sus ruinas y su silencio todavía nos habla de aquella tragedia sucedida hace tantos siglos




NOTA:
La primera foto es una recreación de Discovery Channel tomada de Internet.
El resto de las fotos me fueron cedidas por Menchu, colaboradora habitual en mis blogs y a la que desde aquí le doy las gracias.

23 Comments:

Blogger Senior Citizen said...

A quien se le ocurre padeciendo asma meterse en semejante atmósfera de humo y cenizas... Y encima no estaba acostumbrado a la contaminación como lo estamos ahora en nuestras ciudades.

En serio, Leodegundia, tu post es muy interesante y me ha recordado una historia que tenía olvidada desde los tiempos que traducía del latín en mi Bachillerato.

febrero 13, 2011 9:46 a. m.  
Blogger Tawaki said...

Da gusto ver esas fotos tan maravillosas. En cuanto al relato, da miedo pensarlo, ¿no? Tuvo que ser aterrador.

Un abrazo.

febrero 13, 2011 10:48 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Senior Citizen – Hay gente que cuando siente curiosidad no piensa en las consecuencias, algunos salen mal parados y otros pagan un precio tan alto como Plinio, la vida. ¿Merece la pena ser tan curioso?

Tawaki – Tienes razón, tuvo que ser aterrador, el ruido, la oscuridad, el no poder respirar y sobre todo el no ver salida por ningún sitio ya que para la mayoría la única salida era el mar y este les dejó bien claro que por mar no saldrían.

febrero 13, 2011 11:27 a. m.  
Anonymous unjubilado said...

La historia del Vesubio y de Pompeya la he leído varias veces, pero en esta ocasión me ha encantado la descripción de tu relato.
Las fotos realmente magníficas.
Saludos

febrero 13, 2011 11:38 a. m.  
Blogger Briseida said...

Aún resulta estremecedor pasear por esas calles...

un besazo, Leodegundia

febrero 13, 2011 12:41 p. m.  
Anonymous Marian said...

Hoy en día estamos acostumbrados a contemplar imágenes de volcanes en erupción. Los medios tecnológicos permiten observarlos en todo su poder destructivo. Supongo que a Plinio le pudo la curiosidad científica y la fascinación por un fenómeno tan espectacular como devastador del que no había constancia en el mundo antiguo y que un espíritu inquieto como el suyo no valoró la posibilidad de que la palmara todo Zeus. De no ser porque su sobrino no le acompañó, esa reconstrucción ocular tan fiable de las dimensiones de la catástrofe, hubiera quedado también sepultada. El relato es sobrecogedor, como lo son los testimonios de los supervivientes de terremotos, tsunamis, etc. que tenemos tan recientes en la retina.
Hace tiempo vi un reportaje sobre las ruinas de Pompeya que me causó una sensación que las fotos reproducen, como si el tiempo se hubiera congelado y la ciudad hubiera tenido ese paradójico destino de ser siglos después “resucitada” en el mismo instante previo al cataclismo.
Un abrazo

febrero 13, 2011 1:47 p. m.  
Blogger Ligia said...

Muy interesante el post de hoy. Acabo de terminar una novela histórica sobre Pompeya y todo me ha resultado familiar. Abrazos

febrero 13, 2011 3:58 p. m.  
Blogger Fran said...

No sabía que ese había sido el final de Plinio (o no lo recordaba) Parece increíble la reacción que tuvo yendo a lugar tan peligroso cuando tenía la suerte de estar a salvo. Debía ser un optimista nato.

febrero 13, 2011 6:03 p. m.  
Blogger Trini Reina said...

Creo que sería un compendio de cosas: la curiosidad, las ganas de ayudar, la érronea certidumbre del no morir, la fuerza del hombre...
Debió de ser terrible

Las fotos nos dan una ligera idea de lo que fue Pompeya y del terror que esas piedras verían.

Besos

febrero 13, 2011 7:06 p. m.  
Blogger GUILLE said...

Me has hecho recordar una historia que nos contaba mi madre antes de acostarnos. Ya desde pequeñas se nos inculcó la lectura clásica y mitólogica. Creo recordar que leí Los últimos días de Pompeya siendo muy niña y aun conservo el libro hecho polvo.
Cuanto se sabe de la erupción, se debe al sobrino de Plinio el Viejo,Plinio elJoven, que envió dos dramáticas cartas a Tácito.
Plinio el Viejo acudió en ayuda de los pompeyanos como tu dices, como científico y almirante, perdiendo la vida en ese acto humanitario. Me has emocionado con tu rlato porque es algo que va muy unido a mis recuerdos y vivencias juveniles y familiares.

Gracias por tu narración y por las maravillosas fotografias y por su
grata lectura. Un abrazo muy fuerte.

febrero 14, 2011 12:13 a. m.  
Anonymous Leonor said...

Hola, Leo.
Tras leer el relato de Plinio y luego ver las imágenes una se hace una mínima idea de la angustia y el terror que había en el aire aquel fatídico día.
Cuando la Naturaleza decide mostrar su poder al ser humano, éste no tiene más que aterrorizarse y tomársela en serio.
Saludos.

febrero 14, 2011 12:18 a. m.  
Blogger fgiucich said...

Un estupendo relato, muy bien documentado, donde podemos apreciar que, muchas veces, la curiosidad mata al hombre. Abrazos.

febrero 14, 2011 11:44 a. m.  
Blogger Charles de Batz said...

La curiosidad es uno de los mayores motores de nuestro progreso. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin ella?. Cierto que en ocasiones nos lleva donde no queremos -que se lo pregunten al viejo Plinio-, pero también lo es que el satisfacerla produce una sensación de plenitud dificil de describir.

Leyéndote he recordado mis visitas a Pompeya hace ya algunos años. Es uno de esos sueños que he podido ver cumplidos.

Salud, querida amiga

febrero 14, 2011 2:45 p. m.  
Blogger Mayte said...

Tus historias siempre me fascinan, y me dejan un sabor de boca increible, saboreas la historia, y la belleza.

Un besiño :D

febrero 14, 2011 4:47 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Unjubilado – Mas o menos todos conocemos la historia de esta tragedia, pero siempre se puede presentar desde distintos ángulos y en cuanto a las fotos de Menchu yo también creo que son muy buenas.

Almena – Yo no estuve allí pero supongo que si tiene que impresionar.

Marian – Supongo, y no me gustaría comprobarlo personalmente, que aunque ahora estemos acostumbrados a ver escenas de la naturaleza cuando se descontrola, el terror que se debe de sentir no es menor que el que sintieron en Pompeya, porque cuando se ve uno atrapado y sin posible salida tiene que ser tremendo.

Ligia – Pompeya y su tragedia fue y supongo que seguirá siendo un buen tema tanto para novelas como para películas.

Fran – Hay gente que como Plinio no piensa en las consecuencias, actúa por impulsos y a algunos, como le sucedió a él, les cuesta muy caro.

TriniReina – Él era una persona estudiosa y es lógico que sintiera curiosidad, pero arrastró a otras muchas personas en esa aventura sin retorno.

Guillermina – Supongo que te referirás a la novela de Edward Bulwer Lyton de ese título, al menos esa es la que yo leí y que todavía conservo en mi biblioteca.
Yo lo que siento es que cuando estuve en Italia no me acerqué a Pompeya, me hubiera gustado mucho.

Leonor – Ante la fuerza de la naturaleza los humanos somos menos que pulgas que corren atemorizadas de un lado para otro buscando alguna salida que en catástrofes como esta hay pocas.

Fgiucih – Así es, algunos curiosos logran salvarse pero otros muchos perecen, pero claro, la curiosidad forma parte del comportamiento humano.

Charles de Batz – Estoy de acuerdo contigo en cuanto a lo de la curiosidad.
Y te felicito por haber cumplido el sueño de visitar Pompeya, yo no tuve tanta suerte aunque estuve bastante cerca.

Mayte – Me encanta la Historia que para mi es la mejor novela de todos los tiempos pues tiene todos los ingredientes necesarios para hacerla interesante y amena.

febrero 15, 2011 11:39 a. m.  
Blogger Maca said...

!!Grandiosa Pompeya,!! sin duda una gran tragedia.
Me hace pendar que PLINIO, más que curioso sería un poco bobo, ¿no te parece?.
Hermosa historia de la historia (valga la redundancia).
Un beso

febrero 16, 2011 11:59 p. m.  
Blogger Calma en días de tormenta (Darilea) said...

Preciosas fotografías, hace dos años me quede con un pie en Pompeya, lamentablemente tuve que suspender un viaje exactamente como regalo de los enamorados :)
Dejé pasar el tren y ahora a saber, si alguna vez podré volver a planear ver tanta belleza.
Un besito Leo

febrero 17, 2011 12:29 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

El paso de no ver el problema, bañarse, dormir a ver que va a morir y morir de responsabilidad, de saber que ha arrastrado a otros y que ha fracasado como líder es muy dramático.

febrero 17, 2011 1:30 p. m.  
Blogger La Gata Coqueta said...

Hoy es diferente no te voy a dejar un regalo, pero sí un saludo de fin de semana.

Porque tengo la dulce impresión de que estamos más unid@s, cuando entro en tu bitácora a visitarte dejándome envolver por los lazos de los sentimientos.

Mirando al cielo me quede
y una estrella fugaz encontré
ella quería decirme
lo que logré entender...

Los amigos no siempre se ven,
son ángeles que dan lo que tienen
aún recibiendo el desdén
como respuesta a su quehacer.

María del Carmen

febrero 17, 2011 6:20 p. m.  
Anonymous Fonsado said...

Articulo y fotografias que vuelven a recordarme ese eterno viaje pendiente. Un abrazo.

febrero 18, 2011 10:43 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Maca – Yo diría que él sintió curiosidad pero al mismo tiempo no midió bien las consecuencias, incluso cuando se es curioso hay que ser prudente.

Oréadas – Yo también estuve cerca pero entonces no la visité y ahora se que no lo haré nunca.

Salamandra – Yo lo que no le entendí era ese afán de demostrar que no pasaba nada y tomárselo con tanta calma cuando lo que tenía que estar viendo y escuchando no dejaba lugar a dudas de que era peligroso.

La Gata Coqueta – Gracias por tu saludo, espero que tú tamién tengas un buen fin de semana.

Fonsado – Bueno, tú al menos tal vez lo realices, yo en cambio se fijo que no lo haré.

Alejandro Kreiner – Agradecí mucho las fotos de Menchu porque sirven para darse una idea de la gran tragedia.

febrero 19, 2011 4:32 p. m.  
Blogger RosaMaría said...

Qué interesante, como todo lo que pones! Unas fotos preciosas y difíciles de encontrar. Un post para atesorar. Besos.

febrero 20, 2011 6:50 p. m.  
Anonymous Toupeiro said...

Yo soy muy curioso pero comenzaré un tratamiento...

febrero 25, 2011 12:14 a. m.  

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