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domingo, enero 13, 2013

Aquellos tiempos

En aquellos tiempos en que no había televisión, y sobre todo cuando reinaba el invierno con sus bajas temperaturas y su oscuridad temprana, la gente solía reunirse alrededor del fuego para charlar y contar historias. Niños y mayores disfrutaban con los relatos, relatos que rara vez se leían en voz alta pues se tenía la costumbre de recitarlos por tradición oral lo que tenía su encanto porque la misma historia solía tener modificaciones dependiendo de quien la contara. Unos añadían datos, otros los modificaban quizás porque no se acordaban de lo que habían escuchado a su vez, y otros les daban un final diferente para mantener la atención de su público que posiblemente hubieran escuchado esas historias miles de veces y así siempre parecerían algo distintas.


Eugenio Zampighi (1617-1677)

Eran cuentos sencillos que tenían como protagonistas a personajes con profesiones conocidas como labradores, herreros, sastres, lavanderas…o bien animales muy cercanos, pegas, sapos, hormigas, cabras….. y de casi todos ellos se podía sacar alguna enseñanza. En estos cuentos narrados tenían mucha importancia los tonos de voz que se intensificaban o disminuían según lo requiriera el relato, llegando incluso a imitar las voces roncas o finas que se suponía tenían los personajes. 

Voy a relataros uno de estos sencillos y cortos cuentos titulado "La zorra y el gato"


Había una vez un gato muy limpio que salía de casa todas las noches para mear en el prado y en una de estas salidas se encontró con una zorra que le dijo:
 - Hace tiempo que ando por ahí buscando un par de gallinas para saciar mi hambre, pero no encuentro ninguna, así que estoy pensando en comerte a ti.
El gato, un tanto asustado agudizó su ingenio para poder salir del paso con vida, así que le dijo con voz lastimera:
- Deberías de esperar un poco porque ahora estoy muy flaco, soy sólo un saco de huesos, pero dentro de poco se hará el San Martín y con los chorizos y morcillas que robe en la casa de mi amo me pondré bien gordo y entonces seré un buen bocado para ti.
La zorra que no debía de ser muy lista accedió prometiendo volver al cabo de unos días para ver como el gato ganaba peso. El gato no esperó mas, salió por patas para encerrarse en la casa y recuperarse del susto.
La zorra regresaba todos los días para comprobar como iba su futura comida, pero el gato no se dejaba ver, hasta que un buen día lo vio acicalándose subido en el tejado.
 - Hola gato ¿es que ahora no bajas a mear?
Y el gato muy sonriente le contestó:
 - No, ahora meo en casa.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

24 Comments:

Blogger Francisco Espada said...

Me has hecho recordar a mi abuela Ana. Ella me contaba cuento y era una verdadera fiesta, por eso me gustaba que fuera ella quien nos llevara a la cama y nos dormía contándonos cuentos.
Besos

enero 13, 2013 10:47 a. m.  
Anonymous unjubilado said...

El primer fragmento del artículo es exactamente igual que ocurre ahora, pero a nivel global, la misma narración en internet tiene distintos finales, con aportaciones particulares del que la describe.
En la segunda parte, me he encontrado con una pega, bueno con pegas, que no sabía que era y he tenido que buscar para saber que tipo de ave era.
Y en el relato, he recordado la vuelta de mi último viaje a Broto, en una casa aislada, pero visiblemente habitada, en el tejado había un gato, tuve que levantar el pie del acelerador para reconocerlo, estaba tomando el sol. ¿No sería el de tu cuento ?

enero 13, 2013 11:11 a. m.  
Blogger Senior Citizen said...

Hay que ver como arrimas el ascua a tu sardina, pues en todos los cuentos siempre es la zorra la más lista.

enero 13, 2013 11:14 a. m.  
Blogger Una mirada... said...

Qué entrañables momentos, cuando la oralidad abría la puerta al mundo de los animales parlanchines, las brujas voladoras y los árboles que guardaba en su interior las moradas de los enanitos sabios.

enero 13, 2013 11:47 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Francisco Espada – Pues no te puedes imaginar la cantidad de cuentos que conté yo a mis sobrinos que prácticamente se criaron en mi casa. Y no sólo a la hora de ir a dormir, sino a la hora de comer pues no eran buenos comedores.

Unjubilado – Eso no es malo pues los cuentos admiten distintas versiones y así cuando son muy repetidos siempre tienen algo nuevo.
:-) Pido perdón, tenia que haber puesto urracas, pero es que la fuerza de la costumbre hace que nombremos las cosas a nuestro estilo.
Pudiera ser que ese gato fuera el del cuento u otro que también se ponía a buen recaudo de algún depredador.

Senior Citizen - :-) Ya, la zorra será muy lista pero el gato lo es mucho mas.

Una mirada – Yo no se si ahora a los niños se les cuentan cuentos pero si no se hace es una pena porque disfrutaban muchísimo y creo que era algo mejor que sentarlos ahora delante de la tele.

enero 13, 2013 12:26 p. m.  
Anonymous Leonor said...

Hola, Leodegundia.
Yo hace años tengo un libro de leyendas españolas de tradición oral y siempre es un gustazo rememorar aquellos tiempos en lo que la gente usaba el ingenio para entretener.
Saludos y un abrazo.

enero 13, 2013 1:40 p. m.  
Blogger Ligia said...

Un gato requetelisto, ja, ja. Cuando tengo ocasión, le cuento a los hijos de mi sobrina (¿sobrinos-nietos?), que tienen casi seis años y son gemelos, algunos cuentos de mi niñez y se quedan atendiendo calladitos. Abrazos

enero 13, 2013 2:19 p. m.  
Anonymous Xana said...

Hoy está el día para hacer lo mismo, qué frió, brrr.
Los gatos son muy listos, ha quedado clarísimo :-)
Ya se lo contaré a...cuando sea un poco mayor.
Besinos.

enero 13, 2013 2:29 p. m.  
Blogger Javier G. Pérez said...

Jaja…es tan listo como mi gata Manolita que, aguarda en el alfeizar de la ventana con paciencia necesaria, desbancando a los demás gatos con su perseverancia para llevarse los mejores bocados. Todavía no ha venido ningún zorro pero, si viene, también habrá ración para él.
La estampa del hogar es…no sé cómo decirlo…entrañable, nostálgica…cuantas cosas de antes faltan ahora, con lo poco que costaban. Lo material casi desbanca a al calor humano.

Saludos.

enero 13, 2013 7:48 p. m.  
Blogger Senior Citizen said...

Cuando yo era niña, había personas a las que les gustaba contar a los niños cuentos de miedo, de aparecidos y encantamientos, por lo que nuestros padres tenían que estar al tanto para que luego no estuviéramos asustados por las noches y con miedo a la oscuridad.

enero 14, 2013 6:20 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Leonor – A mi me encantan esas leyendas y añoro aquellos tiempos en que se contaban, era muy entrañable, pero llegó la tele y ahora sólo se escucha lo que dicen en ella que pocas veces vale algo.

Ligia - :-) Es que los gatos son muy listos pero creo que son los grandes desconocidos entre los animales cercanos, la gente les presta poca atención.
Yo tengo contado muchos cuentos y algunos eran inventados por mi.

Xana – Gusto en verte por aquí de nuevo.
Haces bien, cuéntales todos los cuentos que puedas que el día de mañana lo recordarán con cariño.

Javier 16 - :-) Bien por Manolita, entre todos los gatos siempre hay alguno que destaca.
Esa escena del cuadro me encantó porque refleja perfectamente lo que eran aquellos momentos en los que al calor del hogar se relataban los cuentos.

Senior Citizen – Yo de miedo, miedo no, pero en estas historias siempre tiene que haber un punto al menos de intriga y misterio para mantener el interés.

enero 15, 2013 4:42 p. m.  
Blogger GUILLE said...

En los pueblos tienen la mala idea de contar cuentos"reales" y no veas por la noche lo bien que te lo pasas.
Mi madre casi todas las tardes nos reunía en la puerta de la botica, a todas las amigas y se pasaba las horas muertas contando cuentos de los que les sacabas un pensamiento para meditarlo y discutirlo.
No conocía este cuento ¡cuantas cosas bonitas desconocemos¡ un abrazo. Guille

enero 17, 2013 2:31 a. m.  
Blogger Mayte said...

Nada como escuchar esas historias, cuentos y fábulas de nuestros abuelos, recordar, aprender y compartir, como tú lo haces siempre.

Un beso grande.

enero 17, 2013 6:21 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Lo del cambio de la historia con el paso de tiempo me recuerda a cómo estamos copiando procedimientos de otros sitios para una cosa del trabajo.

enero 17, 2013 4:17 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Guille – En los pueblos la vida es mas tranquila y por lo tanto se tiene más tiempo para charlar y si se tercia contar cuentos.

Mayte – Ahora la gente se entretiene poco con las historias narradas, demasiada televisión, teléfonos que hacen de todo, iPads… quitan tiempo para relacionarse de forma mas cercana.

Salamandra – Al final todo se copia y haciéndole unos pequeños cambios casi llega a parecer nuevo.

enero 18, 2013 9:21 a. m.  
Blogger PEPE LASALA said...

He leído tu cuento, luego he cerrado los ojos y me he transportado a ese tiempo de los braseros, no sabes cómo he disfrutado. Muchas gracias.

enero 18, 2013 7:12 p. m.  
Blogger Tawaki said...

No he vivido esos tiempos, pero por poco, porque no son tan lejanos como parece.

Entonces se daba más importancia a las relaciones personales, a la familia y a los amigos cercanos. Ahora hemos ganado en distancia, en globalización, pero deberíamos conservar las cosas buenas del pasado. Lo uno no quita lo otro.

enero 19, 2013 10:31 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Pepe Lasala - Si, alrededor de los braseros se hacían buenas tertulias y los cuentos nunca faltaban en ellas.

Tawaki - Tienes razón, entonces las relaciones eran diferentes, mas cercanas, ahora puedes tener amigos en medio mundo pero falta esa cercanía de las reuniones, ese roce casi diario que lo hacía todo mas entrañable.

enero 19, 2013 12:04 p. m.  
Blogger Alejandra Sotelo Faderland said...

Simples y maravillosos relatos que se contabn de padres a hijos y se transmitian como dices por tradicion oral, imitando voces, y con las inflexiones que merecieran. Un gato muy listo por cierto...
Maravilloso el templo hindu y sus esculturas, de la especie que sean.
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enero 19, 2013 6:17 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Alejandra Sotelo Faderland - No se si ahora se seguirán contando estos cuentos pero seguro que si lo hacen no es en el mismo ambiente, ahora la tele y otros inventos distraen demasiado.

enero 20, 2013 9:20 a. m.  
Blogger Martín Lexequías said...

Creo que me hubiera gustado, al menos por unos días, experimentar esas reuniones familiares entorno al fuego y escuchar las historias que en ellas se contaban, cosas que ya no se dan en estos tiempos.
Con respecto a la historia del gato y la zorra, me resultó agradable.

Saludos.

febrero 03, 2013 4:34 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Martín de Moxena - La televisión e Internet acabaron con aquellas veladas tan entrañables en las que se compartían cuentos, historias, adivinanzas y canciones, pero la vida cambia y hay que continuar camino adaptándose a los tiempos quedándonos estos momentos para el recuerdo.

febrero 03, 2013 9:58 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Que si son listos los gatos? Tigre, el gato siamés de mi hija, calculaba la hora de la salida de la facultad ,el más o menos lo tenía programado, se subia en la baranda del balcón y alli la esperaba, Cuando se acercaba mi hija, se ponía de pie y a volar nunca acertaba y siempre caia sobre el trasero, el pobre se pasaba una temporada sin poderse sentar.

Bonito tiempo aquel en el que nos reuniamos alrededor de la lumbre y asando castañas o morro de cerdo, nos daban la hora de la salida de los duendes contando cuentos o relatando hechos luptuosos que les habían ocurrido.Un abrazo Guille

febrero 04, 2013 10:30 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Guille - Se de lo listos que son los gatos, no te olvides que tengo cuatro que me proporcionan un montón de anécdotas.
Eso de reunirse alrededor de la lumbre ya pasó a la historia, ahora desgraciadamente la tele ocupa el lugar preferente en los hogares.

febrero 05, 2013 5:36 p. m.  

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