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domingo, junio 27, 2010

Desde que el mundo es mundo

Desde que el mundo es mundo existen las guerras, no creo que haya existido ni un sólo día en el que en la tierra no existiera una contienda. ¿Motivos para la guerra? muchos y variados aunque creo que en el fondo de todos ellos está la codicia. Un buen día el mandamás de un país decide que le apetece invadir a un país vecino porque sus posesiones no le parecen suficientes y sin reparar en gastos monta todo el circo necesario para llevar a cabo la empresa. Como no suele ser el único con estas ideas luminosas, suele encontrarse con que además de luchar contra los lugareños a los que quiere dominar, se encuentra también con otros mandamases de otros países que habían tenido la misma idea y con todos ellos ya se tienen los elementos suficientes para montar una de esas guerras a las que me refería y que llenan la historia de la humanidad.

Este es el caso de Cartago y Roma enfrentadas entre otras cosas por Hispania, caramelo apetecible para ambos. Como creo que ya comenté en alguna ocasión, en estos conflictos, si se quiere ganar, no basta con tener un numeroso ejército bien pertrechado, son necesarias otras dos cosas muy importantes el conocimiento tanto del enemigo y el del terreno en el que se va a desarrollar la lucha y sobre todo una buena estrategia. Como dijo Polibio: “si alguien cree que en el arte de la guerra hay algo más importante que conocer las preferencias y el carácter del general enemigo, es un ignorante y está cegado por la soberbia”.

Es muy importante que la persona elegida para dirigir a los combatientes tenga carácter, sea decidido y sea un buen estratega y creo que para serlo debe de poseer la astucia suficiente como para saber salir y sacar a los suyos de cualquier atolladero en el que se hayan metido. Y eso es lo que le sucedió a Aníbal en su extraordinaria hazaña de atacar a los romanos en su propia casa, su viaje fue largo y lleno de penalidades de las que fue saliendo en contra de la lógica como tampoco fue lógico que cuando ya tenía en su mano la victoria sobre Roma, haya desperdiciado la ocasión.

Quizás la hazaña más conocida de Aníbal fue el paso de los Alpes con elefantes incluidos, pero no fue la única pues se encontró con otras muchas dificultades, bien es verdad que las correrías que realizó una vez cruzado este paso fueron casi siempre victoriosas lo que llenó de temor a los habitantes de la zona y con ese miedo jugó Aníbal más de una vez. Entre los muchos contratiempos con que se encontró hay uno del que salió airoso gracias a una estratagema. Durante un buen recorrido sobre suelo italiano, Aníbal era seguido constantemente por Quinto Fabio, hombre de prudencia excepcional que conservando las distancias y esperando encontrar el momento oportuno para atacarle, no quería precipitarse dadas las victorias de Aníbal y su fama ya crecida por ellas, no le quitaba el ojo de encima, pero sin decidirse a atacarle a pesar de las muchas provocaciones que Aníbal le hacía haciéndose con un gran botín y devastando las llanuras de Capua famosas por su fertilidad y por su belleza y por estar situadas en ellas las mejores ciudades. Debían de ser dignas de contemplar aquellas idas y venidas de dos numerosos ejércitos desplazándose paralelamente sin que ninguno iniciara el ataque.

En un momento dado, Aníbal decidió iniciar la retirada buscando un buen lugar en donde pasar el invierno eligiendo la llanura al pie mismo de las montañas cosa que alegró mucho al romano pues el lugar era perfecto para vencer al cartaginés ya que la única salida que les quedaba sería por los desfiladeros en cuyos pasos él puso centinelas mientras se preparaban para atacarles al día siguiente, pero Aníbal se dio cuenta de su metedura de pata al elegir el sitio de acampada y no tardó en idear una estratagema para salir victorioso de esa ratonera en la que él mismo se había metido. Y esto es lo que hizo según los textos de Polibio:

“Llamó a Asdrúbal, el jefe de sus servicios de intendencia y le encargó que a toda prisa atara el máximo número posible de haces de leña seca, fuera la que fuera; debía elegir, además, de entre los bueyes de labranza cogidos en el botín, unos dos mil de los más vigorosos y agruparlos delante del campamento. Hecho esto, reunió a los soldados de intendencia y les indicó una prominencia que estaba entre su propio campamento y los desfiladeros por los que se disponía a hacer la marcha; les ordenó que cuando se diera la contraseña dirigieran con fuerza y energía a los bueyes hasta que llegaran a las alturas. Después mandó cenar a todo el mundo y retirarse a descansar hasta que llegara el momento. Al caer la tercera vigilia de la noche hizo salir a los de la intendencia y les indicó que ataran los haces a los cuernos de los bueyes. Lo hicieron rápidamente, porque eran muchos hombres, entonces mandó prender fuego a los haces, azuzar a los bueyes y dirigirlos hacia las cimas. Detrás de los de la intendencia dispuso a los lanceros, con la orden de ayudar algo a los que dirigían a los bueyes; cuando los animales hubieran emprendido la primera carrera ellos debían correr a ambos lados y con gran griterío ocupar las crestas, para prestar ayuda y trabar combate con el enemigo, si por casualidad se disputaban aquellas alturas. Simultáneamente él situó sus fuerzas, primero las pesadas, detrás de ellas su caballería, a continuación el botín y finalmente a los iberos y a los galos. Así se dirigió a los desfiladeros y a las salidas.

Los romanos que custodiaban los desfiladeros, así que vieron las llamas avanzar hacia las cumbres, creyeron que Aníbal se lanzaba por allí. Abandonaron el paso difícil y se fueron a apoyar a los de las crestas. Al acercarse a los bueyes, las llamas les pusieron en apuros, pues se imaginaron y creyeron que sucedía algo peor de lo que en realidad pasaba. Cuando llegaron los lanceros, se estableció entre ambos bandos una ligera escaramuza: los bueyes se lanzaron en medio y los dos bandos quedaron en las crestas, pero separados y se mantuvieron esperando el día, porque no alcanzaban a comprender lo sucedido.

Quinto Fabio, perplejo ante los acontecimientos decidió según su propósito inicial a no jugarse nada al azar ni a entablar una batalla decisiva, permaneció inactivo en su campamento y aguardó al día. Entonces Aníbal, puesto que las cosas le habían salido según sus cálculos, hizo pasar sin riesgo por los desfiladeros a sus tropas con el botín puesto que los defensores de las angosturas las habían abandonado.”

Así salió Aníbal del apuro y las luchas continuaron con el avance victorioso de los cartagineses hasta la última batalla de Cannas una de las más famosas que este famoso cartaginés llevó a cabo en Italia.

Y pienso yo que no es raro que los romanos se asustaran dada la fama de vencedor de Aníbal que eso ya les metía miedo en el cuerpo y si a eso se añade el gran alboroto que se montó con los bueyes corriendo asustados por el fuego que ardía en sus cuernos que berrearían un montón sobre todo cuando ese fuego les alcanzó la piel, los gritos de los que dirigían a los animales y los gritos no menos fuertes de los lanceros todo ello en plena noche, lógico era que los que guardaban los desfiladeros perdieran la serenidad y cometieran el gran error que cometieron dando lugar a otra victoria de los cartagineses.

No hay duda de que se puede admirar el ingenio de Aníbal que fue capaz de sacar a su ejército de aquel atolladero en donde se habían metido, pero eso no quiere decir que se admire ni a la guerra ni el uso abusivo con maltrato incluido que se hace de los animales en unas guerras que ni les van ni les vienen. Pero desde que el mundo es mundo existen las guerras y con ellas llegan el miedo, la crueldad, la muerte y la destrucción.

16 Comments:

Blogger Senior Citizen said...

¿Sería este el antecedente de ese toro de fuego con el que se divierten en algunas localidades de España a costa del pobre animal?

junio 27, 2010 9:46 a. m.  
Blogger fonsado said...

O era una costumbre extendida por el Mediterráneo o los cartagineses lo copiaron de los pueblos íberos.
El propio Amilcar Barca perece en una batalla en el centro peninsular, cuando varias tribus de hispanos al mando del caudillo Orissón, lanzaron un fuerte ataque contra el ejército cartaginés, encabezado por carros tirados por toros a los que les habían prendido fuego a los haces de leña que les habían sujetado a los cuernos.
Sobre el mal trato que sufren los animales, para que el hombre disfrute y celebre sus fiestas, me aparece simplemente cuaternario, además de una falta total de sensibilidad y, sobre todo, de educación entre generaciones.
Saludos Leo

junio 27, 2010 10:31 a. m.  
Blogger Ligia said...

Desgraciadamente es así, desde que el mundo es mundo existen las guerras, y visto lo visto, nunca habrá tregua...
Abrazos

junio 27, 2010 2:16 p. m.  
Blogger Chela said...

Si entrar a enjuiciar las guerras, no deja de ser admirable la astucia y estrategia empleada por los vencedores de muchas de ellas, como en este caso las de Anibal.

No basta con saber a quien nos enfrentamos, hay que conocer también el ambiente y los riesgos del entorno en que nos movemos, para salir airosos.

Afortunadamente no estoy en ninguna "guerra", sino en la paz de mi jubilación.

Un fuerte abrazo.

junio 27, 2010 4:49 p. m.  
Blogger Luis said...

Hola Leodegundia:
He conocido la existencia de tu blog y me he permitido visitarlo... espero no tengas inconveniente.
Tu presentación sobre las guerras me ha parecido muy interesante y sobre todo la de la segunda guerra púnica.
Cordiales saludos,
Luis

junio 27, 2010 10:43 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Quizá no tanto el miedo a los romanos, sino el miedo a los políticos romanos (no hay que olvidar que un general o un legado romanos estaban el ejercito haciendo carrera política.

Quinto prefería empatar a perder, y así le fue la cosa.

En ocasiones tiene razón Nelson: "No importan las tácticas, lo importante es atacar con decisión."

junio 28, 2010 8:47 a. m.  
Blogger Tawaki said...

Hace tiempo que busco una buena biografía sobre Aníbal, pero hasta ahora sólo he topado con novelas.

Son tantos los factores que inclinan la balanza de la guerra hacia un lado u otro que es difícil discernir cuáles son los más importantes, pero los que mencionas están, sin duda, entre ellos.

Un abrazo.

junio 28, 2010 9:41 a. m.  
Blogger La Gata Coqueta said...

Cordialmente te dedico
estas palabras, iniciando así
el lunes con buen positivismo
para; ti, con todo el afecto...


Estelas virtuales

Comienza la semana
se crecen las ideas
todo se hace posible

Porque así lo sentimos
la euforia nos cubre
dejándose besar por ella

Nos invita a ir depositando
semillas de estima y aprecio
en los espacios amigos

Que desde hace tiempo
nos unen sus letras
que brillan en la alborada

Con poemas imaginarios
o conjuntos de realidades
que nos van descubriendo
la belleza de ese ser humano

Que a través de los sentimientos
nos va dejando estelas...
...cada vez más hondas
para ser recordadas...

y nunca olvidadas
formando parte de mi estar
al leerlas cada mañana...

María del Carmen

junio 28, 2010 3:38 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Senior Citizen – Puede ser ya que sus partidarios apoyan en la tradición sus razonamientos para continuar con esa salvajada .

Fonsado – Por lo que cuentas la estratagema no era nueva, pero una cosa queda clara, en cualquier momento de la Historia el hombre utiliza a los animales para sus fines sin importarles nada el maltrato que les dan ¿en nombre de qué?. Como sabrás, incluso ahora se sigue utilizando a los animales en las muchas guerras que hay en pleno auge.

Ligia – No se si es que en este tema soy bastante pesimista, pero creo que la humanidad ni sabe ni quiere vivir en paz.

Chela – Si, Chela, por eso el papel de los espías que van de avanzadilla antes de cualquier batalla son tan importantes.
:-) La paz de la jubilación es maravillosa, pero para conseguirla hay que luchar mucho primero ¿verdad?

Quidquid – Bienvenido a mi casa.
Por desgracia todas las guerras son interesantes pues a través de ellas se puede hacer un estudio sobre el comportamiento humano que no deja de sorprendernos, estudio que además sale muy caro en vidas que se pierden tontamente.

Salamandra – Cierto, Quinto prefería empatar que perder, pero eso en una guerra nunca es bueno sobre todo si lo que se quiere es medrar como él quería.
En cuanto a Nelson no le quito razón en lo de atacar con decisión, pero lo de las tácticas es muy importante, no se puede atacar con decisión sin pensar primero lo que se va a hacer. Jaja, estoy opinando como si yo fuera experta en guerras cuando gracias a Dios no vi ninguna de cerca y por supuesto no quiero verla.

Tawaki – No se si la habrá, yo tampoco encontré ninguna que fuera medianamente fiable.
Por supuesto que por mucho que se estudie el terreno, al oponente y a todo lo demás, siempre quedan los imprevistos que "haberlos haylos".

La Gata Coqueta – Gracias por tus buenos deseos para esta semana.

junio 28, 2010 6:52 p. m.  
Anonymous Leonor said...

Hola, Leo.
Lástima que en esta lección tan buena da Historia que nos has dado, el ingenio y la inteligencia del ser humano no haya servido más que para cometer crueldades. Se le puede decir que hizo una buena estrategia, pero no precisamente para nada que supusiera un adelanto para el ser humano, sino para devastar y dejar que la codicia gobernara.
PUes igual el senior citizen puede que tenga razón con lo de los toros de fuego, la verdad es que recuerda un poco. ¡Vaya legado que nos hubieran dejado entonces!.
Un abrazo.

junio 29, 2010 2:08 p. m.  
Blogger Senior Citizen said...

Puede que otro día Leodegundia averigüe de donde viene la costumbre "tradicional" de tirar una cabra desde el campanario y así vayamos completando nuestro historial festivo.

junio 29, 2010 8:44 p. m.  
Anonymous unjubilado said...

Yo me he hecho la misma pregunta que Senior Citizen y he buscado información.
Quedan firmemente documentados los hechos que ocurrían en las distintas conquistas celtas, galas, romanas, cartaginesas etc... por la zona Mediterránea, en la que empleaban a menudo estrategias nocturnas de ataques militares
En la actualidad se trata de no hacer sufrir al toro, para ello, se le coloca un armazón en el lomo... o incluso en otros sitios, el animal ni siquiera existe y es sustituido por una estructura de cartón y madera que soportan cohetes y bengalas en sus lomos que carga sobre los hombros un mozo.
Ver El toro de fuego.
Pero en este artículo se habla de guerras y desgraciadamente, creo que nunca se terminarán.
Un saludo

julio 01, 2010 7:38 a. m.  
Anonymous unjubilado said...

Senior Citizen, existe mucha información sobre "tirar una cabra desde el campanario", te dejo con un par de ellas, leídas en este blog.
Y como tu lo vas a explicar mejor que yo, estaré pendiente de tu publicación.
Saludos

julio 01, 2010 7:48 a. m.  
Anonymous Marian said...

Por ampliar la anécdota…esta estrategia, según Diodoro, la emplearon en nuestra Península contra el padre del propio Anibal, Amilcar en el desastre de Heliké (Elche de la sierra, Albacete) durante la Primera Guerra Púnica (237 a.c) en la que murió el caudillo cartaginés. Los Oretanos (Ciudad Real) acudieron en ayuda de la ciudad de Heliké lanzando carros de bueyes con teas encendidas en las testuces. Así parece que la afición por semejante barbaridad, hoy “lúdico festiva”, fue un recurso estratégico que luego, como describes en el artículo, volvieron a utilizar los mercenarios íberos que acompañaron a Anibal. Señal de que estaban familiarizados con esta técnica de encajonar a los enemigos usando la fuerza animal “incontrolada” que no debía ser tal, si tenemos en cuenta la habilidad de los que pastoreaban la estampida.
Recuerdo que hace un tiempo dedicaste un artículo al empleo de los animales en las guerras desde la antigüedad hasta nuestros días. De alguna manera enlaza con la reflexión del abuso ser humano que no ha dudado en convertir a los animales no humanos en dos veces víctimas de nuestras “hazañas”. Parece que Anibal sentía debilidad por este recurso pues no solo utilizó elefantes o bueyes que por su envergadura y fortaleza jugarían con el factor psicológico del adversario… parece que no dudó en reclutar a los ófidos. . Se ha dicho que fue uno de los primeros en usar la guerra biológica: lanzó calderos llenos de serpientes a los barcos enemigos Una de sus victorias fue a costa de Eumenes II en el mar.

julio 01, 2010 11:32 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Leonor – Desgraciadamente el ingenio se utiliza muchas veces para maldades en lugar de utilizarlo para bien de la humanidad y de la naturaleza. Y sobre las tradiciones te diré que por el mero hecho de serlas no tienen que respetarse si esas tradiciones son crueles.

Senior Citizen - :-) A Leodegundia se le adelantó Jubilado que es un experto en buscar por la red cualquier información, supongo que ya habrás visto la página en la que explican lo de la cabra. A mi entender la persona que lo explica quiere quitar hierro al asunto diciendo que la cabra no sufría, pero yo no estoy de acuerdo, no se tú.

Jubilado – Como creo que recordarás ya escribí sendos artículos sobre la utilización de los animales tanto en las guerras como en las fiestas. Si no se quiere hacer sufrir al toro, no lo utilices, si quieren diversión, que el más machote del pueblo se ponga el armazón y que se diviertan a su costa y veremos que gracia le hace.

Marian – Muy interesante lo que nos cuentas, ya Fonsado apuntó también datos sobre Amilcar y la utilización de los animales, aquí hablamos de bueyes, pero tienes razón, los elefantes pasaron lo suyo también cruzando los Alpes terreno tan poco propicio para ellos y del que tengo entendido que sólo uno salió con vida y los pobres y sufridos caballos que en esta expedición de Aníbal perdieron hasta las pezuñas al caminar sin descanso por los pantanos durante varios días. Culebras, gatos, perros, delfines, palomas, ratones…… es una larga lista la que se puede encontrar.
Si, ya escribí sobre la utilización de los animales tanto en guerras como en festejos y supongo que no será la última vez pues es un tema que siempre me afecta.

julio 02, 2010 10:02 a. m.  
Blogger La Gata Coqueta said...

Fantasías

¿A que huelen los versos?
a jazmín y primavera...

¿A que huelen los suspiros?
A ensueños de verano...

¿A que huelen las caricias?
A espigas recién cortadas...

¿A que huelen las sonrisas?
Al embrujo de los besos...

¿A que huelen los sueños?
A fin de semana a tu lado...

¿A que huelen los colores?
A romero y espliego rozándose...

¿A que huelen las auroras?
A esperas y anhelos...

¿A que huelen las melodías?
A gozos y sombras de amor...

María del Carmen

julio 02, 2010 11:00 a. m.  

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