El palacete de la discordia

Se puede decir que en pleno centro de la ciudad se halla este palacete que fue construido de 1902 por el arquitecto Juan Miguel de la Guardia, reformado más tarde en 1940 por Francisco y Federico Somolinos.

Al parecer, su construcción fue encargada por un acaudalado comerciante que tenía una tienda de ultramarinos en la calle principal de la ciudad bautizándolo con el nombre de “Villa Rosita”. No se cual fue la causa de su venta, pero pasó a manos de un industrial de Mieres que se arruinó en los años veinte y la finca fue embargada. Su siguiente propietario fue un industrial y financiero, Alfredo Figaredo que estaba casado con María Argüelles que fue su última propietaria y moradora. Y con esta adquisición se le dio el nombre que todavía ostenta ahora, “Villa Magdalena”.

Hay quien opina que este palacete arquitectónicamente sólo revela el gusto burgués de principios del siglo XX, pero a mi me gusta y tanto es así que, cada vez que pasaba por delante de él soñaba con que pudiera ser mi casa. A pesar de estar en un céntrico lugar el muro con verja y el jardín que rodeaban la finca lo aislaban lo suficiente como para proporcionarle intimidad. Desde la verja me paraba a contemplarlo y elegía cuales serían mis dos rincones preferidos que luego os mostraré.

Pero este bello lugar dejó de ser ese remanso de paz para convertirse en una polémica de largo recorrido que todavía está en ebullición para disgusto del equipo de gobierno actual en el Ayuntamiento y goce y disfrute de la oposición que desde hace muchos años tienen siempre un tema candente para atacarles.

Por los datos que tengo todo el lío viene de que la finca fue expropiada pues el anterior alcalde consideró que tenía interés para el uso público aunque la expropiación no se llevó a cabo hasta el mandado del actual. La finca y la casa fueron valoradas en 517 millones de pesetas y fue ocupada en septiembre de 1997. El arquitecto Emilio Llano se encargó de su rehabilitación. Se tiró el muro que rodeaba la finca quedando el jardín integrado en el entorno y el palacete se convirtió en Biblioteca Municipal, acogiendo además el legado Tamés, colección artística y bibliográfica compuesta por 93 piezas artísticas, entre pinturas, grabados, dibujos y esculturas, y un fondo de 1.145 libros de arte.

Parecería que ya todo estaba arreglado, pero no, porque el jurado Provincial de Expropiación eleva la tasación municipal a 1.867 millones de pesetas, lo que produce que el Ayuntamiento decida recurrir a los tribunales. Pelea va y pelea viene, el asunto está sin arreglar y un sitio tan hermoso como este no encuentra la paz que merece y yo me pregunto ¿no hubiera sido mejor que me hubieran regalado el palacete ahorrándose así los líos y deudas y yo podría haber vivido allí feliz con mis gatos?. Debe de ser que ellos opinan que no ya que el palacete sigue siendo una biblioteca, pero eso si, ya pude visitarlo por dentro aunque no tengo fotos, pero pude darme una vuelta por el edificio con toda tranquilidad.

Dejando aparte todos estos líos, creo que lo mejor será que os muestre el lugar para que los que no lo conocéis os hagáis una idea de cómo es.

Esta es su fachada delantera

si tomamos el camino de la derecha para bordearlo podemos ver una de las fachadas laterales y la posterior

y cerrando la vuelta vemos la otra fachada lateral

veamos ahora dos detalles de la fachada principal

y mis dos rincones favoritos, la torre en la que me dedicaría a pintar

y este sería mi rincón de lectura, lugar en donde también tomaría el té de la tarde

lo que no se es para que utilizaría este pequeño cenador ya que queda demasiado cerca de la calle

pero si daría un paseo por el jardín. Al otro lado de ese muro está el Club de Tenis

en esta foto ese seto que se ve ocupa el lugar que antes tenía el muro y la valla que rodeaba la finca

y esta figura que adorna el jardín nos despide a todos, a vosotros del recorrido turístico y a mi recordándome que la casa de mis sueños sólo es eso, un sueño