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domingo, noviembre 06, 2011

El éxito



Todos sabemos que el éxito es el buen resultado de un negocio o una actuación y ese éxito debería de proporcionar felicidad al que lo alcanza. Pero no siempre es así, algunos no saben asimilarlo y acaban cayendo y destrozándose a si mismos y otros se envalentonan, se crecen y empiezan a creerse como dioses a los que nadie puede alcanzar ni perjudicar, en sus mentes dejan de ser humanos y se convierten en seres extraordinarios que todo lo pueden lo que les lleva a perder de vista la realidad, lo que los lleva derechitos al fracaso mas estrepitoso.

Hay infinidad de casos que servirían como ejemplo y yo voy a referirme a uno que descubrí no hace mucho y que me parece muy apropiado para este tema. Me refiero a lo que le sucedió a un personaje legendario portugués Pedro Sem. Este personaje era un comerciante muy rico con mucho éxito en sus negocios y se podía permitir el lujo de vivir de forma ostentosa. Sus negocios tenían que ver con el comercio para lo que tenía una gran flota para comerciar con la India, pero además se dedicaba a prestar dinero a cambio de un altísimo interés.

Estaba muy orgulloso de su riqueza y de su poder, pero como toda persona que vive para el éxito, tenía una espina clavada por algo que todavía no había conseguido, poseer títulos de nobleza. Pero esto también tenía arreglo, había muchos precedentes en el mundo, sólo era cuestión de buscar una joven con títulos y casarse con ella, el caso era saber el precio a pagar.

No le resultó difícil, encontró a una joven cuyo padre tenía títulos a la par que grandes deudas, así que le ofreció un trueque al padre “tu me concedes la mano de tu hija y de paso los títulos y yo te perdono las deudas”. Supongo que a la hija no se le preguntó si estaba de acuerdo o no, estos tratos eran “cosa de hombres”.

Se celebró la boda y como era lógico en una persona como Pedro, fue una boda por todo lo alto. Quince días de fiesta llenos de derroche y vanidad. Y el protagonista que cada vez se sentía mas poderoso y por lo tanto su ego ya estaba en lo más alto, decidió que como broche a las celebraciones todas sus embarcaciones llegaran al puerto para mostrarles a todos su poderío y no quedó la cosa ahí, acompañado de sus invitados subió a la torre del palacio y allí sintiéndose en la cumbre del éxito lanzó un desafío a Dios diciéndole que ni Él podría hacerlo pobre.

Dicen que no hay cosa peor que la arrogancia y la vanidad pues ciega a los hombres y nubla la mente y cuando al poco rato Pedro se dio cuenta de su error ya era demasiado tarde. Nada más lanzar su desafío se desató una tormenta que cubrió el cielo de nubarrones negros y el mar se agitó de tal manera que las naves chocaron unas con otras acabando todas en el fondo del mar. Pero la desgracia no había terminado, un rayo cayó en la torre produciendo un incendio que arrasó el palacio y en un momento toda la fortuna, la fama, la gloria y el éxito de Pedro se quedaron en nada.

No murió Pedro Sem sino que pasó el resto de su vida malviviendo en las calles con las limosnas que le daba la gente cuando él les decía: “de una pequeña limosna a Pedro Sem, que tuvo todo y ahora nada tiene”.

16 Comments:

Blogger Senior Citizen said...

Esta historia y esta reflexión es muy oportuna ahora, cuando estamos viendo a donde nos han llevado estos años en los que nos creímos ricos y poderosos.

noviembre 06, 2011 9:33 a. m.  
Blogger Ligia said...

Todos tendremos nuestro merecido... Abrazos

noviembre 06, 2011 10:17 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Senior Citizen – Creo que es un problema grande el no saber asimilar el éxito, pues algo que puede hacer feliz al que lo consigue, en demasiados casos sirve para todo lo contrario.

Ligia – No lo se, pero para por si acaso mejor tener los pies en la tierra.

noviembre 06, 2011 2:52 p. m.  
Blogger Francisco Espada said...

La vida es como una noria que a veces está arriba y otras abajo; nadie tiene asegurado más que la muerte, aunque con demasiada frecuencia se nos olvida. Cuando nos emborrachamos de éxito no vemos más allá de nuestras narices.

noviembre 06, 2011 5:34 p. m.  
Anonymous unjubilado said...

Desde luego era un desgraciado, ya solamente le faltaba que pidiera limosna con un sombrero y este lo tuviera agujereado.

noviembre 06, 2011 6:27 p. m.  
Blogger GUILLE said...

Son seres desgraciados ,llenos de envidia y pobres de espíritu,que al final encuentran lo que se merecen, van cacareando su poderio unos con miedo escondido otros inconscientes, pero al final unos desdichados.
Un abrazote. Guille

noviembre 07, 2011 7:16 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No veo mucho problema en tener éxito, pero lo bueno es tener éxito ayudando a los demás a tenerlo contigo.

El problema es que hay quien ve la vida como una carrera y es más bien una maratón popular, no importa llegar primero, importa llegar todos.

noviembre 07, 2011 10:51 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Francisco Espada – Por supuesto que nadie tiene asegurado nada pero cuando el éxito se sabe administrar y no se pierde el contacto con la realidad es muy posible que los resultados de ese éxito perduren.

Unjubilado - :-) Pues no me extrañaría.

Guille – La pena es que llegados al éxito no sepan controlarse. Cuando se vive en la opulencia deja uno de pensar en la escasez y se cree que esta nunca va a llegar.

Salamandra – El problema realmente no es tener éxito, si no, no saber controlarlo, eso es lo que pierde a mucha gente.
Y en cuanto a que la vida sea una carrera, puede ser, carrera, paseo, maratón….. y no hay que perder de vista que tiene un principio y un final, de eso no se libra nadie, así que hay que estar atentos a lo que se hace entre el comienzo y el fin.

noviembre 08, 2011 7:56 a. m.  
Blogger Trini Reina said...

Parece una historia con moraleja, más que la realidad de un personaje.
Aunque sí es cierto que los ídolos suelen caer.
Por aquí había uno tal que Pedro Sem y ahora ni sale de su casa(al menos tiene casa)por temor a los que lo idolatraron.

En fin, que la ostentación es un gran pecado y la soberbia peor.

Besos

noviembre 08, 2011 8:58 a. m.  
Blogger Teresa Ros said...

Quizás tengamos que pagar nuestros excesos, si. Seamos humildes. ¡qué remedio!
al menos consuela que es inherente al ser humano creer que tener bienes es sinónimo de felicidad eterna... Besos.

PD
Para mi colección de palabras en las que inspirarme, te pido una para confeccionar un relato que te dedicaré.

noviembre 08, 2011 10:23 a. m.  
Blogger ..NaNy.. said...

Hola de visita por tu blog, Buena tu reflesión justo ahora en estos momentos. Saludos

noviembre 08, 2011 7:28 p. m.  
Anonymous Toupeiro said...

Una cura de humildad es una excelente medicina

noviembre 09, 2011 9:27 p. m.  
Blogger Alejandra Sotelo Faderland said...

La que tiene todas mis simpatias en esta historia, es la pobre chica que obligaron a casarse con semejante arrogante y que tambien quedo sin nada. Por mi parte, pues Pedro se lo tenia bien merecido.

noviembre 10, 2011 3:59 a. m.  
Blogger Fran said...

Aunque no estemos en la cima, la verdad que nos creemos seguros y dueños de nuestro destino cuando en realidad estamos rodeados de circunstancias cambiantes que en cualquier momento pueden dar un vuelco.

noviembre 11, 2011 7:40 p. m.  
Blogger fgiucich said...

La vida da muchísimas sorpresas cuando uno menos las espera. Abrazos.

noviembre 12, 2011 2:01 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

TriniReina – Todas las historias tienen moraleja y no estaría mal que nos sirvieran de enseñanza para no caer en lo mismo.

Tere-Incisos – No hay duda de que los bienes ayudan, pero hasta eso hay que controlar o no nos servirán de nada.
:-) Quizás te lo voy a poner difícil, una de mis palabras preferidas es “entrañable”, lo que no se es si valdrá para realizar un relato. ¡Suerte!

NaNy – Bienvenida a mi casa, vuelve cuando quieras.

Toupeiro – Y que lo digas pero me temo que algunas personas no están por hacer ese tipo de curas.

Alejandra Sotelo Faderland – Cuantas habrán pasado por esa situación. En este caso no se que fue de ella, si murió en el incendio o si también acabó pidiendo por las calles.

Fran – Nada hay seguro en la vida, por eso deberíamos de prestar más atención a lo que hacemos.

Fgiucich – Por supuesto, así que, como le digo a Fran, deberíamos de prestar mas atención a todo.

noviembre 13, 2011 7:35 a. m.  

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