Estamos tan acostumbrados a ciertas comodidades que ni se nos pasa por la cabeza que hubo un tiempo en que no existían y sólo nos damos cuenta de ello cuando una avería nos priva de alguna de ellas.
Por ejemplo el agua. ¿Hay algo mas normal y cotidiano que abrir un grifo y que el agua tan necesaria salga a chorros fría o caliente? pero ¿qué pasa cuando un día accionamos el mando y al agua no sale? lo primero es una sensación de incredulidad lo que nos obliga a volver a manipular el grifo, pero cuando vemos que el agua sigue sin salir, es entonces cuando viéndonos medio perdidos pensamos en como sería vivir cuando en las casas no había agua corriente.
No hay duda de que era una situación muy incómoda porque el agua, necesaria siempre en cualquier hogar, tenía que ser llevada hasta allí de una forma bastante incómoda a base de recipientes más o menos grandes que se habían cargado en las fuentes de los pueblos y las ciudades.
Esta necesidad de agua en los hogares propició la creación de un oficio hoy ya extinguido, el de aguador. Estas personas, normalmente hombres, se encargaban de transportar el agua de las fuentes hasta los hogares a cambio de un dinero. El trabajo era duro y en el solían trabajar sólo unos cuantos años retirándose a sus lugares de origen para descansar un tiempo, algunos volvían pasado ese descanso pero otros cedían su puesto a algún familiar o conocido o bien lo vendían, aunque parece ser que eso estaba prohibido.
Jonh L. Lewis
No creáis que los aguadores podían establecerse donde y cuando querían, no, existían unas normas que tenían que cumplir. Necesitaban una licencia por la que tenían que pagar una cantidad y renovarla anualmente, esa licencia era para tomar agua de una fuente determinada, no podían cogerla de cualquier fuente, para ello cada aguador tenía que llevar una placa de latón con su número, su nombre y el de la fuente asignada; tenían la obligación de acudir con sus cubas de agua en caso de incendio y si no lo hacían eran multados, llegando incluso a quitarles la licencia si eran reincidentes; durante el tiempo que trabajaban como aguadores y para ahorrar dinero y volverse a sus casas, vivían en unas condiciones bastante malas, hacinados en habitaciones pequeñas y mal ventiladas, pero no se podían permitir mas lujos para poder hacerse con unos buenos ahorrillos que en algunos casos aumentaban al encargarse de realizar, al tiempo que portaban el agua, los recados que les encargaran en las casas.
No, su vida no era fácil y el vivir en una casa sin agua corriente tampoco pues era necesario estar esperando a que el aguador llegase para poder asearse, lavar la ropa y fregar los platos, cocinar o todas las demás cosas en que el agua era protagonista. No, no era cómoda para nadie así que no nos quejemos tanto si un día abrimos el grifo y la tan ansiada agua no sale a nuestro encuentro, pensemos que es algo puntual y pasajero y que no tendremos que ir a la fuente mas cercana cargados con un cántaro, que además seguro que ahora nadie tiene en casa, para hacerse con el preciado líquido.