El rincón de Leodegundia

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domingo, junio 30, 2013

Las cuentas claras


En tiempos de abundancia parece que muy pocos se preocupan por el dinero, pero cuando llega la crisis a todos nos entra un afán desmedido por saber cuanto dinero hay y en que se gasta, sobre todo si el dinero es público.

De ahí que de pronto en nuestro país y con la enorme crisis que hay que llevan al gobierno a hacer recortes y mas recortes a todos nos entró el deseo de conocer a donde van a parar nuestros impuestos y como se administran, o lo que es lo mismo, en que se gasta cada euro, entre otras cosas para poder decir que no estamos de acuerdo. Tanto se reclama este derecho a conocer que el gobierno creó lo que dan en llamar "Ley de transparencia" con la que se supone que por fin nos vamos a enterar del destino del dinero público hasta el último céntimo de euro.

No puedo negar que a mi me gustaría que esa ley funcionara y fuera realmente de transparencia y pudiéramos saber el destino de los dineros, pero no se si por la edad o por mi carácter soy bastante escéptica y pienso que poco lograremos averiguar porque las explicaciones que nos vayan a proporcionar puede que sean más o menos las que Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como El Gran Capitán, le dio a Fernando el Católico cuando este le reclamó una explicación minuciosa de los gastos de sus campañas que le parecían muy elevados y Gonzalo que se lo tomó muy a mal le mandó unas cuentas que sólo respondían a ese mal humor que se le puso por considerar que a pesar de que luchaba duramente por su rey a este parecía que no le era suficiente.

Hay quien dice que esto no es más que una leyenda y que esas cuentas nunca existieron, pero también se puede pensar que algo así podría haber sucedido teniendo en cuenta que al parecer Fernando el Católico era bastante pesetero y que El Gran Capitán debía de estar de las luchas hasta el gorro y que no le pareció nada bien que encima de estar exponiendo su vida el rey le viniera con chorreces.

Mas o menos las cuentas que dio eran estas:

Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados.

domingo, junio 23, 2013

Mirar hacia arriba

Normalmente y como es natural, cuando salimos a la calle rara vez elevamos la mirada hacia lo alto de los edificios, por eso muchas veces nos sorprendemos cuando un día echamos la vista hacia arriba y nos da la sensación de que hay cosas que no conocemos a pesar de vivir muchos años en la misma ciudad.

Eso me pasó a mi cuando salí en plan turista y sin prisas procurando ver lo que los demás días se me había pasado por alto y una de esas cosas fue la cantidad de edificios que en su remate tienen una cúpula o una torre.

A continuación os dejo una muestra de ellas.














domingo, junio 09, 2013

Hasta que no sucede

Estamos tan acostumbrados a ciertas comodidades que ni se nos pasa por la cabeza que hubo un tiempo en que no existían y sólo nos damos cuenta de ello cuando una avería nos priva de alguna de ellas.

Por ejemplo el agua. ¿Hay algo mas normal y cotidiano que abrir un grifo y que el agua tan necesaria salga a chorros fría o caliente? pero ¿qué pasa cuando un día accionamos el mando y al agua no sale? lo primero es una sensación de incredulidad lo que nos obliga a volver a manipular el grifo, pero cuando vemos que el agua sigue sin salir, es entonces cuando viéndonos medio perdidos pensamos en como sería vivir cuando en las casas no había agua corriente.

No hay duda de que era una situación muy incómoda porque el agua, necesaria siempre en cualquier hogar, tenía que ser llevada hasta allí de una forma bastante incómoda a base de recipientes más o menos grandes que se habían cargado en las fuentes de los pueblos y las ciudades.

Esta necesidad de agua en los hogares propició la creación de un oficio hoy ya extinguido, el de aguador. Estas personas, normalmente hombres, se encargaban de transportar el agua de las fuentes hasta los hogares a cambio de un dinero. El trabajo era duro y en el solían trabajar sólo unos cuantos años retirándose a sus lugares de origen para descansar un tiempo, algunos volvían pasado ese descanso pero otros cedían su puesto a algún familiar o conocido o bien lo vendían, aunque parece ser que eso estaba prohibido.


Jonh L. Lewis

No creáis que los aguadores podían establecerse donde y cuando querían, no, existían unas normas que tenían que cumplir. Necesitaban una licencia por la que tenían que pagar una cantidad y renovarla anualmente, esa licencia era para tomar agua de una fuente determinada, no podían cogerla de cualquier fuente, para ello cada aguador tenía que llevar una placa de latón con su número, su nombre y el de la fuente asignada; tenían la obligación de acudir con sus cubas de agua en caso de incendio y si no lo hacían eran multados, llegando incluso a quitarles la licencia si eran reincidentes; durante el tiempo que trabajaban como aguadores y para ahorrar dinero y volverse a sus casas, vivían en unas condiciones bastante malas, hacinados en habitaciones pequeñas y mal ventiladas, pero no se podían permitir mas lujos para poder hacerse con unos buenos ahorrillos que en algunos casos aumentaban al encargarse de realizar, al tiempo que portaban el agua, los recados que les encargaran en las casas.

No, su vida no era fácil y el vivir en una casa sin agua corriente tampoco pues era necesario estar esperando a que el aguador llegase para poder asearse, lavar la ropa y fregar los platos, cocinar o todas las demás cosas en que el agua era protagonista. No, no era cómoda para nadie así que no nos quejemos tanto si un día abrimos el grifo y la tan ansiada agua no sale a nuestro encuentro, pensemos que es algo puntual y pasajero y que no tendremos que ir a la fuente mas cercana cargados con un cántaro, que además seguro que ahora nadie tiene en casa, para hacerse con el preciado líquido.

domingo, junio 02, 2013

Visita especial


Con motivo de las Jornadas de Puertas Abiertas celebradas del 8 al 31 de mayo, todo el que quiso pudo entrar y visitar el Parlamento asturiano, lugar en donde se toman las decisiones de gobierno de la comunidad. Los visitantes pudieron conocer el patrimonio artístico y las distintas dependencias del edificio, algunas de las cuales merece la pena ser vista.


Este edificio situado en el centro de la ciudad,  fue construido por la necesidad de tener una sede para la Diputación Provincial de Oviedo. Se levantó en unos terrenos que pertenecían al antiguo convento de San Francisco, hoy desparecido. El arquitecto encargado del proyecto fue Nicolás García Rivero, aprobándose los planos en mayo de 1901 y terminándose la obra en 1910. Hoy es sede de la Junta General del Principado de Asturias

De planta cuadrada está organizado alrededor de un patio central iluminado por una lucerna en la que concluyen cuatro galerías a las que se abren las dependencias dispuestas en su perímetro.

No tiene muchos adornos. En la planta baja las ventanas que terminan en arco, todas tienen en la piedra clave una cabeza de león y entre las ventanas hay unos escudos, cuatro por fachada.






En la parte superior del edificio, sobre la portada, hay un relieve con la Cruz de la Victoria y las alegorías de la Industria (con su rueda y tenazas) y de la Historia (con su pluma), obra de Víctor Hevia.


En su interior lo más destacado es sin duda la escalera de mármol con un tramo central que llegado al descanso se divide en dos. Está flanqueada por dos columnas sobre las que se encuentran dos leones que sostienen escudos, uno con la Cruz de la Victoria y el otro con el Toisón de Oro.

Como las únicas fotos que tengo son las que ya os mostré del exterior, os dejo este enlace por si queréis ver el edificio por dentro.