
Recordaréis los que ya me visitabais el año pasado, que hicimos un viaje a la Gomera para tomarnos un pequeño descanso antes de todo el ajetreo con el que nos encontraríamos en Navidad, pues bien, creo que este año deberíamos de hacer lo mismo aunque cambiando totalmente el paisaje. El lugar elegido es El Bierzo y mas concretamente el Valle del Silencio.
Todos los que queráis participar de estos días de descanso, subiros a mi autobús, ocupad una plaza y dejad que vuestro ánimo se serene, disfrutad con el paisaje, con la comida y con la buena compañía ya que lo único que no se permite subir al autobús son los problemas ni las preocupaciones. Será un viaje sin prisas, dejando que afloren los sentimientos que nos vayan produciendo la belleza y la tranquilidad de la zona, con sus valles poblados por robles, castaños y nogales, donde parece que el tiempo se detiene y el silencio se puede oír.
El primer lugar que visitaremos y en donde nos alojaremos es Ponferrada. Y aquí, a pesar de ser una ciudad moderna, empezaremos a notar como vamos trasladándonos a tiempos pasados pues sentiremos la presencia de personajes tan lejanos como cercanos al mismo tiempo, los templarios. Ponferrada está situada sobre un antiguo castro romano, pero es en el siglo XI cuando alcanza una gran importancia al ser uno de los pasos mas empleados por los peregrinos camino de Santiago. En 1082, Osmundo, obispo de Astorga manda construir un puente sobre el río Sil con barandales de hierro “ponsferrata” que da nombre a la población. La Orden del Temple se instala en este lugar en 1178 y construye un hermoso castillo que habitan hasta 1312 en que fue expulsada la orden.

Llegamos al hotel, podéis instalaros en las magníficas habitaciones, descansar unos minutos y salir para visitar la ciudad.

Podemos empezar la visita por el Ayuntamiento; por el monumento bautizado como “La Carrasca” dedicado al escritor berciano Enrique Gil y Carrasco y por la Iglesia de San Andrés, de estilo barroco, donde se guardan algunos de los pasos procesionales de Semana Santa.

Continuando con el Castillo Templario; la Basílica de Nuestra Señora de la Encina de estilo renacentista cuya construcción se inició en 1573 y rematado con una torre del siglo XVII, en esta Basílica se venera a la Virgen de la Encina llamada así por haberse aparecido a los templarios en el hueco de una encina, siendo desde entonces la patrona del Bierzo; para finalizar visitando también la Torre del Reloj que es del siglo XVI.
Y como ya estamos un poco cansados, os invito a visitar la ruta de los vinos para probar los caldos de la tierra y sus buenos embutidos.
¡Todo el mundo al autobús!, espero que hayáis descansado bien, vamos a empezar el recorrido por el Valle del Silencio.
Salimos de Ponferrada por el puente medieval y no tardamos en hacer la primera parada para visitar en una loma, el templo parroquial de Santa María de Vizbayo, esta iglesia de estilo románico, construida hacia 1093, es quizás la más antigua de el Bierzo y merece una detenida visita por sus interesantes elementos artísticos, tanto interiores como exteriores.

Seguimos ahora la ruta por una carretera de gran belleza por su trazado y su entorno, aunque un poco complicada pues el encuentro de dos vehículos obliga a una serie de maniobras para poder pasar ambos, pero tranquilos, mi autobús es seguro aunque tenga todas las ruedas en el aire.
Una vez pasados Valdefrancos y San Clemente de Valdueza, llegamos a una explanada cercana a las ruinas de San Pedro de Montes cuyos orígenes se remontan al siglo VII. A los pies del pequeño caserío encontramos lo que fue un enorme monasterio, el de San Pedro de Montes, fundado por San Fructuoso y su discípulo Valerio y abandonado cuando la invasión musulmana. Reconstruido más tarde por San Genadio, quedó bajo la custodia de los monjes de San Benito. En 1842 un incendio lo dejó en ruinas. Actualmente pueden apreciarse sus diferentes estilos y épocas: el prerrománico en alguno de sus capiteles, el románico de la torre y la iglesia del siglo XVIII. En 1931 fue declarado Bien de Interés Cultural.

Con un veterano y simpático vigilante del monasterio, pueden recorrerse la iglesia y los espacios enormes que en su momento ocuparon el claustro reglar, las cocinas y otros varios pabellones. Existe la posibilidad de que, bajo el nivel actual del piso, muy alto por causa de la acumulación de tierras y piedras, exista otra construcción a nivel inferior. Todo ello podrá saberse en el momento en el que se inicien las proyectadas obras de limpieza y estudio de la traza, de cara a la posible reconstrucción de algunas de sus naves. En cuanto a la iglesia, que se conserva íntegra aunque deteriorada, tiene tres naves, con algunos interesantes detalles y una imagen de la Virgen con pelo natural, que fue expuesta en la muestra de “Las Edades del Hombre” celebrada en Astorga. En el entorno del monasterio se conservan unas cuantas casas primitivas, alguna muy bien restaurada, y existe una diminuta cantina.
¡Nada de meterse en la cantina!, no es el momento, os prometo que no tardaremos en tomar un piscolabis
Ya vamos camino del final, nos acercamos ahora a Santiago de Peñalba, declarada Conjunto Histórico Artístico Nacional. Está situada en las estribaciones de los Montes Aquilanos. Este pueblo es una interesante muestra de la arquitectura rural berciana, con sus tejados de pizarra y paredes de piedra con balconadas de madera. En el centro de la población y arropadas por las casas que le rodean, se encuentran los restos del monasterio fundado por San Genadio, aunque sólo queda en pie la iglesia terminada en el 937 por el abad Salomón. En apariencia es un sencillo templo, pero es una joya del mozárabe español; su planta es de cruz latina, con muros de mampostería de piedra de pizarra y con pequeños contrafuertes, muy interesante es su puerta germinada de estilo mozárabe.



¡Ahora si!, en esta preciosa cantina podéis tomar el piscolabis prometido

Pero no perdáis de vista el reloj que tenemos que continuar el viaje.

Antes de dejar Peñalba, disfrutemos del paisaje desde el mirador.

De camino al final del recorrido haremos una breve parada para visitar la Cueva de San Genadio, lugar al que se retiraba el santo, siendo obispo de Astorga, para vivir como anacoreta entregado a la oración. Esta cueva que siempre está abierta, tiene en su interior un pequeño altar con las ofrendas que dejan sus visitantes.
Cuenta la leyenda que era tal el deseo de recogimiento del santo, que un día molesto por el ruido que producían las aguas del río Silencio al bajar entre las rocas y que le impedían la concentración, le gritó: “cállate” y la corriente desapareció bajo la cueva volviendo a aparecer mas abajo en el valle.
Según la tradición, cuando el santo vagaba por estos parajes, le acompañaba un unicornio. Este misterioso animal es una de las criaturas fantásticas que se cree habitaban en esta zona y que protegían a la gente sencilla que se preocupaba muy poco por las cosas de este mundo y que a pesar de no hablar, entendía su lenguaje y podía comunicarse con ella.
Y llegamos ahora a San Cristóbal para visitar un árbol, no un árbol cualquiera, aunque todos los árboles son maravillosos, este además es uno de los tejos vivos más viejos del mundo. Me estoy refiriendo al Tejo de San Cristóbal. El lugar en donde se encuentra es un sitio muy especial conocido con el nombre de “Tebaida Berciana”, que significa lugar de ermitaños, también conocido como Valle del Silencio, lugar preferido durante siglos por los monjes eremitas, personas que viven en soledad y aislados, dedicados a la oración y a la contemplación de Dios.
Muchas historias nos podría contar este tejo de dilatada vida que fue testigo del paso de multitud de viajeros, pero guarda un discreto silencio mientras sigue almacenando en su enorme copa todo lo que sucede a su alrededor.


Regresamos a Ponferrada para finalizar el viaje, pero antes, una berciana amiga nuestra, nos quiere agasajar con una cena en la que podremos degustar los excelentes productos de esta tierra disfrutando además de un ambiente distendido y agradable. Para trasladarnos a su casa, pinchar sobre el nombre: PARADA, FONDA...