Avatares de un rey
La Edad Media fue una época difícil para la gente en general y para los reyes en particular ya que en muchas ocasiones el trono no lo recibían bien asegurado y procurar mantenerse en él significaba luchar contra unos y congraciarse con otros y estos últimos solían costarle unos buenos dineros y muchas concesiones, e incluso a veces perdonar y hacer la vista gorda con los que se habían sublevado.
Con todo esto se encontró Alfonso VII que a la muerte de su madre, la reina Urraca, heredó la corona con un reino un tanto revuelto, la nobleza iba a lo suyo y por lo tanto de obedecer nada de nada, protagonizaban rebeliones que obligaban al rey a desplazarse a distintos lugares queriendo poner orden. Precisamente porque uno de sus vasallos se sublevó, el rey tuvo que venir a esta tierra que ahora nombran como “Paraíso Natural” y pasar algunas temporadas. Pero no creo que guarde mal recuerdo de sus estancias aquí porque si bien es verdad que vino a luchar, también encontró un gran amor.
El levantisco asturiano se llamaba Gonzalo Peláez, era conde y ya había comenzado a practicar su inconformidad en tiempos de la reina Urraca, a pesar de que fue entonces cuando comenzó su ascenso para convertirse en persona importante e influyente, así que cuando Alfonso VII, hijo de Urraca, subió al trono él estaba bien preparado para las próximas rebeliones que al menos fueron cuatro bastantes seguidas, ¿para qué perder tiempo?.
El ser uno de los señores más poderosos de Asturias con gran poder en todos los estamentos y a pesar de haber sido nombrado para cargos importantes en el ejército y en la política, llegando incluso a ser nombrado alférez real, no le impidió alzarse contra el rey en cuatro ocasiones, en 1132, en 1133, en 1135 y en 1137. Por lo tanto este personaje se convirtió en una verdadera pesadilla para el rey al que no sólo le dio la lata tantas veces si no que incluso en una de las revueltas, uno de los hombres de Gonzalo dio muerte a su caballo cuando sitiaban el castillo de Proaza lugar en donde se había refugiado el conde.
Al rey lo del caballo le debió de sentar fatal porque decidió dejar la lucha y retirarse dejando que otro señor muy importante de esta tierra continuara la tarea de someter al levantisco Gonzalo que como ya dije era muy poderoso, bajo su dominio estaban los castillos de Tudela, Gozón, Proaza. Buanga y Alba de Quirós lo que indica que contaba con muchos apoyos lo que casi lleva a una guerra civil entre asturianos. Pero el rey supo elegir bien a la persona que tenía que enfrentarse al conde, otro señor asturiano seguidor de la causa real, Suero Bermúdez que iba acompañado por su sobrino Pedro Alfonso.
Suero Bermúdez y su sobrino no se andaban con tonterías y rebelde que cogían, rebelde que volvía a su casa sin manos o sin piés, lo que significaba menos luchadores en el lado de Gonzalo. Pero el conde resistía quizás por los muchos apoyos que tenía y al final el rey siempre le perdonaba creyendo que así lo atraería y le sería fiel, llegando incluso a invitarle a su coronación como emperador.
A finales de 1137 llevó a cabo su última rebelión, pero allí estaba Pedro Alfonso con unos cuantos amiguetes que debían de estar del revoltoso hasta la coronilla y poniendo todo su empreño lograron apresarlo y encarcelarlo. Pero a pesar de que otros por mucho menos de lo que él hacía pasaron a incordiar al otro mundo, si es que allí se puede incordiar, el rey sabiendo ya que nunca contaría con el conde como fiel vasallo, decidió expulsarle del reino eligiendo Gonzalo instalarse en Portugal donde tenía como amigo a Alfonso Enríquez, por supuesto enemigo del rey y pensando en seguir molestando aunque ahora desde otro lado, pero para tranquilidad del Alfonso VII esa muerte que él no quiso darle llegó sin ser llamada y Gonzalo Peláez pasó a mejor vida unos tres meses después de ser expulsado.
Pero como dije al principio las estancias del rey en Asturias no fueron todas desagradables, en una de ellas habiendo dejado a Suero Bermúdez la tarea de someter a Peláez, conoció a la que sería un gran amor, Gontrodo Petri. Parece ser que era mujer muy bella perteneciente a la pequeña nobleza asturiana y supongo que Alfonso pensó que mejor que perder todo el tiempo persiguiendo al rebelde podía darse un respiro y dedicar un tiempo a cortejar a ese hermosa joven. Lejos de su esposa Berenguela tenía todo el tiempo para dedicarse intensamente a este amor y tan intensamente lo hizo que no tardó en llegar al mundo una hija a la que le pondría el nombre de su abuela, Urraca.
Todo hay que decirlo, esta relación no fue para él un simple pasatiempo, como hombre responsable se hizo cargo de la niña que fue llevada a la corte para ser criada bajo la tutela de su tía Sancha y así ser educada como correspondía a todo hijo de rey. Mientras Gontrodo, prudente ella, se mantuvo en un segundo plano de forma discreta, pero acabó como muchas mujeres de aquella época acababan, en un convento, primero como residente y luego ya como monja fundando el monasterio de Santa María de la Vega. En cuanto a la pequeña Urraca llegó a ser reina de Navarra, conocida como Urraca la Asturiana, si bien es cierto que su reinado fue breve pues su marido murió pronto y ella regresó a Oviedo.
Todavía le quedarían muchas luchas a este rey, no hay que olvidar que aparte de las que mantenía con los suyos y los del alrededor cercano, se estaba en plena reconquista y aunque sus éxitos en esta empresa no fueron gran cosa, contiendas no le faltaron, de hecho la muerte le sobrevino cruzando el puerto del Muradal al regreso de Almería que estaba cercada por los almohades.