Demasiado ruido, demasiadas prisas, demasiados problemas, todo esto se arremolina a nuestro alrededor logrando que la paz huya de nuestro entorno. Quizás llegó el momento de tomarnos unos minutos para serenar el alma y dónde mejor que en un lugar donde el tiempo quedó estacionado y el único sonido es el de la brisa y el del agua que brota alegre de la fuente. Este lugar único es un claustro.
Elegí el que creo puede ser el mas hermoso de todos, el Claustro de los Benedictinos de Monreale, en Sicilia y hoy no hablaré ni de arte ni de historia, el único sonido es el que ya cité y será a través de nuestros propios ojos que iremos absorbiendo la belleza que nos rodea y que cada uno interpretará a su manera.
Nada más comenzar nuestra andadura, el tiempo se detiene, caminamos lentamente a la sombra mientras el sol ilumina alegre el jardín en donde se pueden ver unos árboles que tienen significado, como la palmera, símbolo del alma; el granado, símbolo del Paraíso Celestial; la higuera, que según una antigua tradición fue el primer alimento del hombre y el olivo, que de sus frutos se extrae el óleo santo.
Elevamos los ojos y nos damos cuenta de que los capiteles que rematan las columnas son como un libro en piedra que nos muestran escenas de la Biblia, de la vida cotidiana y algunos símbolos del bestiario medieval y por un momento pensamos en los artistas que fueron capaces de realizar estas maravillas.
Dejamos resbalar la mirada que recorre las dobles columnas, sobrias unas, sin adorno alguno; coloridas otras con mosaicos de diversas formas y vivos colores o hermosamente trabajadas como podemos apreciar al acercarnos y verlas con detalle.
Continuamos sin prisas, fascinados por tanta belleza sin mostrar ninguna resistencia a nuestros ojos que deciden volver al libro de piedra para encontrarse con flores y hojas bellamente trabajadas o con la representación de la historia del mendigo Lázaro.
Percibimos ahora un sonido agradable cada vez más cercano, la voz cantarina del agua que brota de una fuente, si, estamos llegando al claustro pequeño situado en el suroeste, es pequeño y en su centro está la fuente bañada por el sol y en donde se acaba de posar unas palomas que tranquilamente sacian su sed.
Llegamos al final, nuestro espíritu está más sosegado y ya estamos más preparados para enfrentarnos de nuevo al ruido, a las prisas y a los problemas y por si en algún otro momento sentimos la necesidad de un poco de calma, grabemos esta imagen en nuestra mente de forma que con sólo cerrar los ojos, volvamos a introducirnos en este maravilloso claustro.