El rincón de Leodegundia

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viernes, marzo 30, 2007

Vacaciones

Llega la Semana Santa, época de tradición religiosa en sus comienzos ya que se recordaba la pasión y muerte de Jesús y que ahora va perdiendo esa religiosidad para convertirse casi exclusivamente en un tiempo de disfrute o descanso.

La gente en estas fechas se divide en cuatro grupos, a saber: los que siguen las tradiciones asistiendo a los cultos y procesiones; los que deciden irse al extranjero para visitar en estos días ciudades como Londres, París, Roma o hacen un recorrido por algún otro país, los que deciden pasar unos días mas pacíficos ya sea en la playa o en la montaña y los que por distintas razones se quedan en casa.

Yo este año formo parte de este último grupo, pero también creo que tengo derecho a un tiempo de vacaciones aunque sea en pequeñas dosis diarias que aprovecharé para leer, para escuchar música o sencillamente para disfrutar de la ausencia de ruido ya que la ciudad queda prácticamente vacía, así que no actualizaré hasta el día 12 de Abril si todo sale según lo previsto.

Os deseo a todos los que vais a viajar que disfrutéis de estas vacaciones, que seáis prudentes si utilizáis el coche y a los que como yo se quedan en casa, tranquilos, que quizás el próximo año nos toque a nosotros irnos a conocer mundo.

Un abrazo

Leodegundia

viernes, marzo 23, 2007

Leyenda toledana

No hay lugar en el mundo que no tenga leyendas sobre sus personajes, sus edificios, montañas o ríos y aunque muchas son similares a pesar de las distancias geográficas, todas tienen un toque local que las hace más cercanas y entrañables. No hace mucho que leí esta que os voy a relatar, como siempre a mi manera, y que pertenece al grupo de leyendas de amor con final trágico.

Corrían los tiempos de la dominación árabe y Toledo era una ciudad próspera en la que convivían, eso si, sin mezclarse, moros, cristianos y judíos. La única relación entre unos y otros eran los negocios porque el dinero no entiende de religiones, por lo demás cada uno vivía en su barrio procurando no cruzar los límites que les separaban de los demás. Una de las calles de Toledo, llamada Bajada del Pozo Amargo, tenía por aquel entonces una pequeña plazoleta en cuyo centro había un pozo del que se contaba esta historia.

Había un judío muy rico que además poseía una gran cultura y un gran conocimiento de las leyes y la religión, lo que hacía que fuera respetado por sus vecinos hasta el punto de considerarlo como un rabino. Este hombre era viudo y sólo tenía una hija bellísima a la que amaba profundamente y a la que le dio una esmerada educación, pero en su afán de protegerla la condenó a vivir en su lujosa mansión sin tener amistad con jóvenes de su edad a los que consideraba de condición inferior. Esto hizo que la pobre chica se pasara los días bordando o leyendo cerca de la ventana contemplando a la gente que pasaba por la calle y deseando ser como ellos que parecían tener unas vidas mucho más agradables que la suya.

Un día en que como de costumbre miraba hacia la calle, protegida por una celosía para poder ver sin ser vista, vio pasar a un joven elegantemente vestido que no pertenecía a su comunidad, tenía todo el aspecto de ser cristiano. Llamó poderosamente su atención su belleza y elegancia y lo siguió con la mirada hasta que desapareció al entrar en la calle siguiente.

A partir de ese día su entretenimiento favorito fue intentar localizarle de nuevo entre la gente que pasaba por la calle, no lo conseguía todos los días y eso la ponía triste así que decidió convencer a su padre para que, debidamente acompañada por una persona de su confianza, la dejara dar unos paseos por la ciudad. Consintió el padre al fin y en uno de esos paseos se encontró frente a frente con el apuesto muchacho que a su vez reparó en ella sintiéndose atraído hasta el punto de que comenzó a indagar quien era aquella joven tan bella.

Una vez conseguida la información, todos los días pasaba lentamente ante la casa de la joven con la intención de verla, pero las celosías de las ventanas le impedían saber si ella se encontraba allí. Ella se dio cuenta y pensó que tendría que hacer algo para comunicarse con el muchacho sin que su padre se enterara. Una mañana en que le vio observando la casa, dejó caer un papel en el que había escrito que deseaba hablar con él. Pasados unos días la joven recibió respuesta citándola en una calle cercana junto al pozo.

No le resultó fácil escabullirse de casa, pero llegada la noche lo consiguió y en silencio y temblando por la emoción y por el miedo, logró reunirse con el joven que la esperaba junto al pozo y allí, protegidos por la oscuridad, se declararon su amor y se prometieron fidelidad. Estos encuentros se sucedieron noche tras noche procurando no ser descubiertos pues ambos sabían que las relaciones entre una judía y un cristiano no serían aprobadas por nadie, pero para ellos su amor era lo más importante y aunque quisieran ya no podrían dejar de verse y de amarse.

Pero como sucede siempre, los secretos no duran mucho y llegó una noche en que los enamorados fueron descubiertos por un amigo del padre de la joven que la reconoció y no tardó nada en ir a contárselo. La noticia le enfureció de tal manera que lo primero que le vino a la mente fue la venganza y aunque no dejaba de reconocer que su hija no estaba exenta de culpa al traicionarle con una relación amorosa totalmente prohibida para ella, su odio se volcó en el muchacho haciéndolo responsable de todo el daño.

A la noche siguiente el padre salió de casa antes que su hija y dirigiéndose hacia el lugar de las citas se escondió protegido por las sombras apretando en su mano un puñal que guardaba bajo su capa. El siguiente en llegar fue el joven que confiado se sentó en el brocal del pozo para esperar a su amada cuando de pronto se vio empujado hacia la boca del pozo, pero joven como era intentó defenderse de aquella sombra que le atacaba con furia y cuando parecía que lo iba a conseguir, sintió en las entrañas el frío del acero toledano que le arrancó la vida cayendo a los pies de su agresor.

Un grito espantoso rompió el silencio de la noche, el agresor se giró encontrándose de frente a su hija que había presenciado la lucha viendo con horror como su amado moría a manos de su padre. Volvió el silencio a la plaza mientras la joven caía desvanecida al suelo de donde la recogió su progenitor que envolviéndola amorosamente en su capa la trasladó a su casa. Día tras día intentaron hacerla revivir, pero ella estaba como muerta, no hablaba ni comía ni tan siquiera lloraba lo que hacía que la tragedia fuese cada vez mayor hasta que una noche la joven sin que nadie la viera abandonó la casa y se dirigió al pozo donde se encontraba cada noche con su amado, se asomó al brocal viendo la luna reflejada en el agua y sin dudarlo ni un momento se arrojó con la idea de reunirse con el que fue el amor de su vida.

Este suceso conmocionó a la ciudad, destrozó la vida del judío que nunca pudo perdonarse la muerte de su hija y el pozo recibió el nombre de “Pozo amargo”. Hay quien dice, que durante mucho tiempo, antes de que el pozo desapareciera, muchas noches se podían ver las figuras de los dos jóvenes que se dirigían hacia lugar, en donde se besaban apasionadamente y luego desaparecían como si de un retazo de niebla se tratara.

jueves, marzo 15, 2007

Mujeres intrépidas

Dado que siempre son los protagonistas, se puede decir que las guerras son cosas de hombres, pero a lo largo de la historia hubo mujeres que lucharon en primera línea de fuego demostrando tanto valor y arrojo como lo pudo hacer cualquier hombre. Para muestra de lo que digo, elegí tres mujeres de nuestro país un tanto distanciadas en el tiempo que les tocó vivir, pero con un comportamiento muy similar a la hora de enfrentarse al enemigo, con decisión y valor.

La primera de ellas es la condesa de Álvar Pérez.
Reinando Fernando III, y habiendo conseguido en lucha con los musulmanes el castillo de Martos, nombró como custodio y defensor del mismo al conde Álvar Pérez de Castro. Debido a que las guerras se sucedían sin tregua, los problemas crecieron hasta el punto de que la gran cantidad de cristianos que iban a establecerse en la zona y lo asolados que estaban los campos con tanta lucha, hizo que el hambre pasara a ser tema preocupante por lo que Álvar decidió dirigirse a Burgos para exponerlo al rey, dejando a su esposa en el castillo que estaba defendido por cuarenta caballeros a las órdenes de don Tello.
Al poco de partir el conde, don Tello decide salir de la fortaleza para pacificar la comarca de lo que se entera Alhamar que se presenta con un buen número de soldados para tomar el castillo que sabía desprotegido, pero no contaba con la valentía y el ingenio de la condesa que, rodeada solamente de sus doncellas y unos cuantos guerreros ancianos que no estaban para muchas luchas, ideó un plan para engañar al moro y ganar tiempo hasta que regresara don Tello.
La condesa y sus damas cambian las tocas por yelmos, buscan y reparten entre ellas las armas y escudos que quedaron en el castillo y se despliegan por las murallas para que el enemigo creyera que el castillo tenía defensores suficientes llegando incluso a repeler los primeros ataques hasta que llega don Tello que queda sorprendido por lo que está sucediendo en torno al castillo y atacando a los sitiadores por la retaguardia logra romper las filas enemigas y llegar a la fortaleza, consiguiendo que Alhamar se retire. Esto sucedió en 1238.

La segunda de estas valientes es María Pita.
Como las guerras se suceden casi sin tregua a lo largo de la historia, el 4 de Mayo de 1589 una flota inglesa al mando de Francis Drake se presenta ante La Coruña con la idea de destruir la armada española para conquistar luego Lisboa facilitando así la subida al trono portugués de don Antonio, prior de Crato.
Drake creyó que esta parada en La Coruña le reportaría un buen botín y además un castigo a la armada española porque el año anterior y desde este puerto había salido la que resultó ser famosa y desastrosa “Armada invencible” con la idea de conquistar Inglaterra.
El número de atacantes era muy superior al de los defensores por lo que la población civil tuvo que aprestarse a luchar, hombres y mujeres lucharon codo con codo, pero como ya dije los invasores eran muchos más y lograron ganar terreno llegando a la parte amurallada de la ciudad. Las tropas inglesas estaban dirigidas por un alférez que logró subirse a la parte más alta del muro empuñando la bandera inglesa y estaba tan contento el hombre que no se dio cuenta de que allí estaba María Pita que sin dudarlo ni un momento lo mandó al otro mundo de un certero disparo. Caído el abanderado y la bandera, los coruñeses reaccionan con furia mientras que los ingleses se desmoralizan lo que dio lugar a que se retirasen a sus naves para continuar viaje a Lisboa sin haber logrado el botín que perseguían.
Si bien es verdad que María no fue la única mujer en luchar con arrojo y valentía en esta batalla, se la toma como representante de todas ellas quizás por haber sido la que estaba en el lugar apropiado para hacer caer la bandera y el abanderado.

La tercera y última es Agustina Raimunda María Saragossa Doménech, más conocida como Agustina de Aragón.
De nuevo la lucha, esta vez contra los franceses en la llamada Guerra de Independencia.
Al general Lefebre se le metió entre ceja y ceja que tenía que conquistar Zaragoza y no dudó en atacarla una y otra vez, pero los vecinos de la ciudad no estaban por la labor y rechazaban a los franceses sin ningún miramiento lo que hizo que Lefebre se enfureciera amenazando con pasar a degüello a los zaragozanos si no le franqueaban las puertas, pero como no había hecho bien los deberes que en este caso sería haber estudiado el carácter de los maños famosos por su terquedad, sus amenazas no sirvieron para nada y la lucha encarnizada siguió hasta el punto en que al caer los artilleros que defendían la puerta del Portillo, Agustina de Aragón que al igual que otras mujeres atendía a los heridos, arrebatando de la mano de un artillero muerto la mecha aún encendida, la aplica a un cañón que esparce la metralla logrando frenar en seco a los franceses que a la carrera se dirigían a aquella puerta creyendo que era pan comido, los gabachos que quedaron con vida optaron por retirarse a toda prisa mientras que los defensores de la ciudad acudieron a reforzar aquella puerta impidiendo de nuevo la entrada de los invasores.

:-)) ¿Quizás este comportamiento de las mujeres a la hora de luchar fue el responsable de la siguiente frase atribuida a Napoleón Bonaparte?: “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”.

viernes, marzo 09, 2007

¿Casualidades?


Hay algunos biógrafos que además de escribir sobre la vida y obra de algunos artistas, les gusta indagar sobre curiosidades y casualidades que se den entorno al personaje, como sucede con el compositor alemán Richard Wagner al que consideran marcado por el número trece basándose en los datos que relaciono a continuación:

Nació en 1813.
Su nombre y apellido tienen 13 letras (en alemán la ch son dos letras).
Si se suman los números de su año de nacimiento, da 13.
Sintió su primer impulso musical un 13 de Octubre.
Estuvo desterrado 13 años.
Compuso 13 óperas, de las cuales, una de las más famosas “Tannhäuser”, la terminó un 13 de Abril.
Esa misma obra fue estrenada en París el 13 de Marzo de 1845 y estuvo cincuenta años sin ser repuesta hasta el 13 de Mayo de 1895.
Su primer actuación al frente de una orquesta se produjo en Riga, en un teatro inaugurado un 13 de Septiembre.
Se fue a vivir a Bayeuth en una casa en la que entró un 13 de Agosto y la abandonó un 13 de Septiembre.
Su suegro, Franz Listz le visitó por última vez el 13 de Enero de 1883.
Y por último Wagner falleció el 13 de Febrero de 1883.

En ninguna biografía se dice que este compositor sintiera una especial aversión por el número 13 a pesar de que en su vida hubo desgracias y momentos delicados y aunque todos estos datos así juntos, (algunos de los cuales pude verificar y otros no), hacen pensar que la vida de Wagner está ligada sin remedio al número 13, en realidad no se repite tantas veces teniendo en cuenta que vivió setenta años en los que hubo otros muchos momentos importantes en los que este número no figuraba.

Con las fechas también pueden ocurrir casos extraños que no se sabe si se deben solamente a una casualidad, pero que en realidad son muy curiosos como los que relato a continuación:

El 15 de Diciembre de 1664 se hundió un barco en el estrecho de Menay, en al costa norte de Gales, murieron 82 pasajeros, o lo que es lo mismo, todos menos uno, un hombre llamado Hugh Williams.
El 5 de Diciembre de 1785, se hundió otro barco y de los 61 pasajeros sólo uno se salvó, curiosamente llamado Hugh Williams.
El 5 de agosto de 1860, otro barco se fue a pique con el resultado de 25 pasajeros y un único superviviente curiosamente llamado Hugh Williams.
Está claro que o este señor se reencarnaba continuamente y se empeñaba en subirse a un barco que siempre naufragaba o es una casualidad enorme.

Pero esto no es todo, seguimos con los barcos. El 11 de Noviembre de 1913, una tempestad hundió doce barcos en el Lago Superior de Norteamérica, con el resultado de 254 personas muertas.
Diecisiete años después, también el 11 de Noviembre, otra tempestad hundió cinco embarcaciones en el mismo lago muriendo 67 personas.
El 11 de Noviembre de 1975 un carguero repleto de mineral, el Edmund Fitzgeral, a causa de una tormenta se rompió en dos en su travesía por el lago muriendo sus 29 tripulantes.
Moraleja, si vas a cruzar el Lago Superior, nunca te embarques un 11 de Noviembre.

Y para terminar, otra de fechas aunque esta vez no trágicas.
Los cinco hijos del matrimonio estadounidense formado por Ralph y Carolyn Cummins nacieron un 20 de Febrero: Catherin en 1952; Carol en 1953; Charles en 1956; Claudia en 1961 y Cecilia en 1966. Lo curioso de este caso es que se calculó la probabilidad de que cinco hermanos no gemelos tengan la misma fecha de nacimiento y el resultado es de 1 contra 17.797.577.730.
Supongo que a la hora de celebrar los cumpleaños con una sola fiesta sería suficiente.

jueves, marzo 01, 2007

Ejemplo de lucha

Si nos preguntaran si la fealdad física de una persona influiría en nuestro trato con ella, seguro que todos diríamos que no, que lo importante es su forma de ser, su carácter y su buenas cualidades y lo diríamos de corazón, pero nos estaríamos engañando porque si bien es verdad que ante una fealdad aceptable nuestra reacción pudiera ser esa, ante una fealdad extrema debido a las deformidades las cosas cambiarían, quizás únicamente por un rechazo imposible de evitar y sin intención de dañar a la persona fea, pero como en casos así con la intención no basta, el daño que podríamos producir sería enorme.

Todo esto viene a cuenta de la historia de una persona que sufrió durante toda su vida el rechazo de los demás, desde los cinco años en que se empezó a manifestar su deformidad hasta el día en que le llegó la muerte.


Se trata de Joseph Carey Merrick, conocido como el hombre elefante, persona sensible, de alma noble pero con un horrible aspecto que con el paso del tiempo fue desfigurando no sólo su cara, si no todo su cuerpo y al que sólo defendía su madre de los insultos y burlas, pero hasta esto se le puso en contra pues su madre falleció pronto y su padre que volvió a casarse lo hizo con la peor de las personas que podrían haber llevado el título de madrastra. No quiso tenerlo en casa y le proporcionó todos los malos tratos que se pueden imaginar como él mismo describe en su autobiografía de la que destaco este párrafo:

"Cuando yo tenía 13 años, ella hizo todo lo posible para conseguir que yo saliera a buscar trabajo. Obtuve un empleo en la fábrica de cigarros Freeman y trabajé allí por unos dos años. Luego, mi mano derecha comenzó a crecer, hasta que se volvió tan grande y pesada que ya no pude liar los cigarros, y tuve que irme. Ella me mandó por toda la ciudad para buscar trabajo, pero nadie quería contratar a un rengo deforme. Cuando volvía a casa para comer, ella solía decirme que había estado vagando y no buscando empleo. Se mofó tanto de mí, se burló y me despreció de tal manera, que dejé de regresar a casa a las horas de las comidas. Allí me quedaba solo, en las calles, con el estómago vacío, con tal de no regresar para soportar sus pullas. De lo poco que yo comía, medias raciones y platos casi vacíos, ella igualmente me decía: “Es más de lo que te mereces. No te has ganado esa comida”. Incapaz de encontrar empleo, mi padre me consiguió una licencia de buhonero y comencé a recorrer las calles como vendedor ambulante ofreciendo telas, géneros y pomada para zapatos. Al ver mi deformidad, la gente ni siquiera me abría la puerta ni escuchaba mis ofertas. Como consecuencia de mi enfermedad mi vida seguía siendo una miseria perpetua, de modo que me escapé de nuevo de mi casa e intenté salir a vender por mi propia cuenta. Para esos tiempos mi deformidad había crecido a un grado tal que ni siquiera podía recorrer la ciudad sin que las multitudes se reunieran a mi alrededor y me siguieran por todas partes"

Llegado a este extremo, sin trabajo y repudiado por todos, creyó encontrar un medio de vida en el que podría aprovechar sus deformaciones: exhibirse en una feria. Al principio las cosas no fueron tan mal, pero pronto la maldad de la gente que no se conformaba con reírse de su aspecto comenzó a lanzarle insultos cada vez mas soeces e hirientes e incluso un empresario le propuso viajar a Bélgica y una vez allí, le robó su dinero y lo dejó abandonado a su suerte, podemos imaginarnos las dificultades con que se encontró para regresar a Inglaterra, sin dinero, famélico y con su aspecto por el cual muchos le prohibieron subirse a un barco para regresar, pero al fin, no se como, lo consiguió.

A su regreso se encontró con la persona que puso más interés en ayudarle, el doctor especialista en malformaciones Frederick Treves. Le trató con cortesía, estudió su caso, le hizo todas las pruebas que estaban a su alcance pero desgraciadamente no se encontró remedio para su mal, así que tuvo que volver a la feria para exhibirse.

Pero de nuevo el azar se le puso en contra, este tipo de exhibiciones empezaron a ser mal vistas y digamos que perdió su empleo. Sin dinero, hambriento y sólo, estuvieron a punto de encerrarle en un manicomio, pero él se acordó del médico que había sido tan atento con él y pidió que le avisaran y nuevamente Treves se compadeció de él y no sólo se lo llevó al hospital si no que hizo una campaña para recoger fondos y proporcionarle una casa. ¡Al fin parecía que le llegaba la suerte!.

Además de seguir tratándolo para ver si podía mejorar sus condiciones de vida, doctor y paciente entablaron una gran amistad que les llevó a charlar a lo largo de muchas horas y Treves fue descubriendo la naturaleza de este ser que tenía un aspecto tan deforme como grande esa su sensibilidad y su educación, educación que dada la vida que había llevado nadie le hubiese atribuido. Tanto doctor como paciente se hicieron famosos y mucha gente quiso visitarle no por ser deforme, si no por su sensibilidad y buena conversación y entre estas personas se puede citar a la Princesa de Gales.

Pero a pesar de los cuidados y buena alimentación, la enfermedad seguía avanzando, su cráneo crecía de forma espectacular hasta que un día su cuello no pudo sostenerla y al caer hacia atrás se lo fracturó.

Sólo se conserva una carta de su puño y letra, estaba dirigida a una mujer que le había enviado un regalo y dice así:

"Estimada señorita Maturin:
Le agradezco profundamente el whisky y el libro que tan amablemente me envió. El whisky era espléndido. Vi a Mr. Treves el domingo, y me dijo que debía enviarle a usted el mayor de mis respetos.
Con enorme gratitud y siempre suyo,
Joseh Merrick
Hospital de Londres
Whitechapel".

Pero también quedó un poema escrito por él que merece conocerse, pues se puede apreciar lo que este hombre sentía en realidad:

Es cierto que mi forma es muy extraña,
pero culparme por ello es culpar a Dios;
si yo pudiese crearme a mi mismo de nuevo
me haría de modo que te gustase a ti.
Si yo fuera tan alto
que pudiese alcanzar el polo
o abarcar el océano con mis brazos,
pediría que se me midiese por mi alma,
porque la verdadera medida del hombre es su mente.

No entré en detalles demasiado duros y desagradables porque no quiero que os quede un recuerdo amargo de esta historia, lo que pretendo es que sirva de ejemplo de lucha y superación, que cuando las cosas no os vayan demasiado bien recordéis a Joseph y si él pudo luchar día a día con su gran problema, enorme diría yo, los demás también podremos hacerlo.