Visitar Oviedo
Con la llegada de la primavera las gentes van desperezándose, sobre todo después de un invierno tan largo y crudo como el que acabamos de pasar, y empiezan a pensar en excursiones más o menos largas aprovechando los fines de semana cuyos días son ahora más largos y sobre todo las vacaciones de Semana Santa en las que al menos se puede disfrutar de unos ocho días para visitar otros lugares y romper con la monótona rutina diaria.
Pues bien, si alguno de vosotros elige como lugar de destino mi ciudad será bien recibido y estoy segura que no os defraudará. Os encontraréis con una ciudad pequeña y muy limpia en la que hay una bella catedral, iglesias de arte prerrománico, el acogedor Parque de San Francisco al que nosotros en confianza le llamamos “El Campo”, muchas fuentes y estatuas, el mercado del El Fontán, el Museo de Bellas Artes de Asturias, bellos alrededores, buenos restaurantes y típicas sidrerías y muchas otras cosas de las que encontraréis información en cualquier guía turística.
Pero yo os recomendaría que no dejarais de visitar otro lugar que de momento no figura en ninguna guía y en el que seguro pasarías un buen rato. Me refiero al Núcleo Zoológico El Bosque al que ya me referí en mi blog de “Naturaleza maravillosa” y que pude visitar de nuevo ayer porque me enteré de que había nacido un cangurín.
Como expliqué en mi otro blog, Un núcleo zoológico no es un zoo al uso en donde se pueden ver gran variedad de animales mejor o peor cuidados y cuyo ambiente es más bien frío, se puede contemplar a los animales pero no compartes nada con ellos; el núcleo zoológico es un espacio reducido en el que se pueden ver de cerca diversos animales y convivir con ellos durante unas horas en un ambiente muy familiar.
Este núcleo fue creado por Gonzalo y su esposa Ruth, ambos desde niños sintieron un gran cariño por la naturaleza y quizás entonces soñaron con un jardín animado lleno de animales y plantas y como cuando se sueña y se desea algo con fuerza, se consigue, ellos lograron crear este maravilloso lugar. Todo lo diseñaron y lo hicieron ellos mismos, cada rincón, cada casita de los animales, cada pequeño estanque y todo pensando solamente en lograr un entorno acogedor en dónde los animales no se sientan prisioneros, si no formando parte de una gran familia, incluso todos los animales tienen nombre propio, lo que les hace más cercanos. Todo este amor y respeto por la naturaleza se lo están transmitiendo a sus hijos, Dani y Esther, y a todo el que se acerca a visitarlos.
A continuación os voy a mostrar las fotos que hice ayer.
Al llegar me encontré como la vez anterior con los guardianes más fieles: Rasputín, que esta vez no me ladró
y Simba y Nala momentáneamente atados porque pasaban por el camino otros perros y hay que evitar peleas.
Al entrar en el recinto nos encontramos con este vigilante que se estaba echando una siesta, dada la hora en que fui, era lógico.
Despertó, nos miró fijamente y viendo que no teníamos malas intenciones nos dejó pasar
Y después empecé a encontrarme con viejos amigos y con otros nuevos en el lugar pero muy sociables como este conejín.
y las pitas pintas que estaban muy tranquilas¡Qué alegría! me encontré con Paty, está preciosa, la pobre se quedó huérfana cuando sólo pesaba 150 gramos, fue difícil conservarla con vida, incluso tuvieron que operarla de los ojos, pero con muchos cuidados la sacaron adelante y ahora es una verdadera preciosidad.
¡Otras viejas amigas! Carla, Carlina y Carlota, tres maravillosas ñandúes tan sociables que te acompañan a lo largo de todo el recorrido
¿Qué os parece este pato mandarín blanco? ¿no es una belleza?
Y el pavo real hizo una exhibición desplegando su bella cola. Giraba para que se le pudiera ver bien por delante y por detrás y cuando se cansó de dar vueltas, cerró la cola y se marchó de paseo.
Y algo que no había visto nunca, huevos de emú, de un intenso color azul que estaban esperando a que el macho los incubara. Ya aprendí algo más en la visita de hoy.
Y a lo largo del camino no faltan las flores algunas de las cuales como el alhelí proporcionan un buen aroma.
Siguiendo el camino, al pasar saludo al coatí Juancho y a estos otros amigos.
Y ya me dirijo a felicitar a Wendi y a Skipi por el nacimiento de su hijo Skipín. Estaban todos muy tranquilos y se dejaron fotografiar. El cangurín que estaba en la bolsa, sacó la cabeza para que lo conociera pero terminó por volver a esconderse.
Decimos adiós a Wendi y caminamos ya hacia la salida no sin antes recrear la vista en todo lo que nos rodea.
Espero que el reportaje de este lugar que os recomiendo visitar si viajáis hasta Oviedo os haya gustado y como siempre digo, “al natural es mucho mejor” porque se puede disfrutar del contacto con la naturaleza.