El pan
Ya hace cuatro años que tengo abierto este blog y nunca le dediqué un artículo a algo tan importante como es el pan. Quizás haya alguien a quien el pan no le guste o no lo tenga en mucha consideración porque como sabéis “hay gente pa tó”, pero eso no le resta valor a un alimento que acompañó al hombre casi desde sus primeros días.
¿A quién se le ocurrió y cuando la elaboración del pan? nadie lo sabe y no creo que nunca llegue a saberse. Esta es una de las muchas preguntas que pueden hacerse y cuyas respuestas quedarán ocultas en la neblina del tiempo, pero como la imaginación es libre se puede llegar a pensar que un buen día uno de nuestros antepasados cavernícolas se encontró por casualidad con una espiga de trigo y curioso él la cogió y desmenuzándola en la mano se encontró con unos granos que instintivamente se llevó a la boca. Quizás ni el sabor ni la textura le resultaron desagradables así que buscó más espigas, recogió los granos y los repartió entre los componentes de su grupo.
Y como sucede con todo, a unos les gustó y a otros no. Más adelante, cuando ya dominaban el fuego y cocían algunos alimentos, a la encargada del rancho se le ocurrió que harta ya de cocinar siempre lo mismo, cocería los granos que quizás así no estarían tan duros. ¡Éxito! sobre todo para los de mayor edad a los que ya no les quedaban molares y tenía que conformarse con chupar los granos.
Pero la cosa no quedó ahí, las casualidades suelen dar de vez en cuando un empujoncito a los inventos y así fue como sucedió que estando el jefe golpeando unas piedras para hacerse una flecha, no midió bien y golpeó los granos de trigo que tenía al lado y con sorpresa observó que el trigo se convertía en polvo, lo que más tarde se conocería como harina. Todos asombrados vendrían a ver lo que había ocurrido y de nuevo la cocinera optó por probar un nuevo menú con aquellos polvos. Y así poco a poco y después de muchos siglos y de ir añadiendo ideas a la forma de utilizar la harina se llegó a la elaboración de este majar que para mi es imprescindible.
Esta es una fantasiosa interpretación tan válida como cualquier otra, pero como nadie me puede demostrar que no fuera así, vamos a dejarla pasar.
Quizás, como casi todas las cosas, la elaboración del pan en el que ya se usaba la levadura, nos haya venido del próximo oriente, aunque por aquel entonces el pan fuera más como una galleta, sin esa maravillosa miga que tienen las hogazas que tanto me gustan. Luego este invento de la elaboración del pan hizo el mismo recorrido que otras tantas cosas, Grecia primero y Roma después y cada una de ellas aportando algo de su cosecha. Mejoraron la calidad, perfeccionaron los hornos y surgió un nuevo puesto de trabajo, el de panadero, que llegó a tener sus propias escuelas, llegándose a formar una corporación privilegiada que fue reorganizada por Trajano.
Luego, los romanos que tanto viajaron, se llevaron su pan debajo del brazo y todos los conocimientos que tenían y los extendieron por todas partes. Durante la Edad Media el pan y su fabricación al parecer no avanzó gran cosa quedando su elaboración reducida al que se hacía en los hogares. Pero el pan significaba mucho, así que de nuevo retomó su camino de expansión, se fueron inventando muchas clases de pan dependiendo del cereal con el que se elaborara y muchas formas para hacerlo más atractivo. Entre los cereales más usados están el trigo, la cebada, el mijo, el centeno y el maíz que son los que dan las distintas texturas al pan. Las variedades más consumidas son la barra, la hogaza, la rosca, los bollos o raciones, la chapata y la coleta, pero esto es sólo una pequeña muestra de lo que se puede encontrar en las panaderías.
De la importancia que tiene el pan dan fe la cantidad de refranes, dichos y proverbios populares que lo utilizan. Todos habréis escuchado alguna vez decir asociándolo a la bondad:
“Es más bueno que el pan”.
Y no sólo a la bondad, también existe lo que se llama “pan agradecido” que se aplica a las personas que agradecen los favores recibidos. Ya Cervantes utiliza esta forma en el capítulo XLVII de EL Quijote cuando pone en boca de uno de sus personajes esta frase:
“Y de camino podéis encajar un besamanos a mi señor Don quijote de la Mancha, porque vea que soy pan agradecido”
Claro que también puede representar un bien efímero:
“Pan para hoy y hambre para mañana”
O cuando algo se supone que es muy fácil se dice “Es pan comido”
Benito Pérez Galdós lo utiliza en sus Episodios Nacionales en Amadeo I:
“Del empleo no dudes, que ello es pan comido, en cuanto este pobre don Amadeo se aburra y salga pitando.”
Pero también puede avisar de que los regalos que se reciben dejan a uno obligado a corresponder:
“Pan ajeno caro cuesta”
Ganarse el pan está asociado al trabajo. Esta modalidad la vemos reflejada en las Comedias Bárbaras de Valle-Inclán:
¿Adónde iré, despedida de esta casa, donde gané el pan de toda mi vida?
Otra frase muy común es “El pan de cada día” lo que quiere decir que es algo muy frecuente y este es un buen ejemplo:
Los escalos de conventos y los raptos de novicias con hábito eran, por entonces el pan nuestro de cada día (Marañon)
También puede referirse a un castigo:
“A partir de hoy estarás a pan y agua”
Existe un refrán que reparte el pan dependiendo del cereal con que se haga:
“Pan de centeno, para tu enemigo es bueno; pan de mijo, no se lo des a tu hijo; pan de cebada; comida de asno disimulada; pan de panizo, fue el diablo quien lo hizo; pan de trigo candeal o tremés, lo hizo Dios y mi pan es”.
Y al que le gusta mucho el pan suele decir:
Pan, hasta con los meregues.
o bien:
Sin pan, todos los manjares saben mal.
También se bautiza con el nombre de pan a otras cosas como por ejemplo:
Árbol del pan (planta arbórea)
pan de azúcar (domo rocoso y liso)
pan de cera (masa de cera colada en un molde)
pan de esmalte (masa de esmalte en forma de disco)
pan de oro (laminilla de oro)
pan del cielo (maná)
Tierra del pan (comarca española en las provincias de Valladolid y Zamora)
Pan (dios pastoril)
Como veréis la palabra pan o las referencias a este alimento son muchas y muy variadas y algunas hasta aleccionadoras como sucede en el cuento de “La gallina Marcelina”. Para quien no lo recuerde le haré un resumen:
Un día en que la gallina Marcelina paseaba con sus polluelos se encontró con una espiga de trigo y toda contenta decidió llevarla al molino para que con sus granos le hicieran harina y así poder hacer pan. De camino le preguntó a su vecino el perro si quería ayudarla a elaborar el pan y éste le contestó que no, que estaba muy cansado. Luego le preguntó a la gata y ésta tampoco quiso colaborar diciendo que hacía mucho frío.
Marcelina se encontró con que nadie quería ayudarla pero no se amilanó por ello y fue al molino, molió los granos y con la harina hizo una hermosa hogaza de pan que al sacarla del horno desprendió un maravilloso aroma que atrajo a sus vecinos. Entonces ella les preguntó si querían un trozo y todos contestaron que si mientras se les hacía la boca agua, pero Marcelina enfadada por la falta de colaboración de todos ellos, les dijo que aquel pan sólo lo comerían sus polluelos y ella.
Por último me gustaría aclarar que en contra de lo que muchos creen, el pan no engorda, sencillamente hay que tomarlo con moderación, y que mi deseo es que nunca falte un trozo de pan en nuestra mesa.