Corto reinado
Quizás sea Luis I el rey español que ocupó el trono durante menos tiempo, tal es así que casi nadie lo incluye en las listas de reyes y por lo tanto pasa desapercibido. Bien es verdad que tampoco hizo gran cosa para que se le recuerde.
Para situarnos un poco en este tiempo, diré que era el hijo primogénito del primer rey Borbón, Felipe V y de su primera esposa Mª Luisa de Saboya. Felipe V, de carácter más bien apático y melancólico y bastante indiferente en temas de gobierno que no tuvieran que ver con una guerra o una venganza, decidió abdicar en su hijo primogénito y retirarse a La Granja con gran enfado de su segunda esposa, Isabel de Farnesio, que al parecer era la que en realidad gobernaba. Esto sucedía en 1724.
En 1722, como parte de un pacto de alianza franco española, Luis se casó con Luisa Isabel de Orleáns, hija del regente francés y como contrapartida la infanta María Ana Victoria fue enviada a Francia como prometida del rey Luis XV. Esta solía ser la misión de las infantas de todos los reinos, servir como garantía de los tratados. Pues bien, el 9 de febrero de 1724 Luis I fue coronado rey, y el 31 de agosto del mismo año murió por causa de la viruela a los diecisiete años.
Os preguntaréis que tiene de interesante esto que os cuento, hasta aquí nada, pero hay un hecho que le da un cierto interés y es que su muerte fue profetizada en un almanaque.
Para entender esto tendremos que hablar de un personaje no muy conocido pero si muy interesante, Diego de Torres Villarroel. Nacido en Salamanca en 1693, fue un personaje inquieto, despierto, que realizó varios estudios y protagonizó un sinfín de aventuras. A los quince años ganó una beca de retórica. Se ordenó subdiácono en 1715, unos años más tarde se marchó a Madrid en donde desempeñó variados oficios. En 1726 ganó por oposición la cátedra de matemáticas en la universidad de Salamanca pero debido a tener pendientes cuentas con la justicia tuvo que huir a Portugal de donde no regresó hasta ocho años más tarde. En 1745 se ordenó sacerdote. Fue administrador del duque de Alba. Todo esto a groso modo, pero lo que nos interesa es que una de sus ocupaciones fue la de crear un almanaque a imitación de uno italiano en el que se incluían además de información astronómicas, noticias, augurios y predicciones. En el almanaque de 1724 profetizó la muerte de Luis I y este acierto fue muy comentado dada la importancia del personaje protagonista de la profecía y como sucede siempre en estos casos, cada uno opinaba sobre el tema como le parecía, unos decían que había sido casualidad y otros que cosas del diablo.
El acertar en esta profecía no le trajo más que problemas así que él intentó que no se hablara del tema, pero le resultó de todo imposible resistirse a hacer más pronósticos, y en el almanaque de 1756 profetizó la Revolución Francesa con bastante antelación, treinta y tres años, y lo hizo por medio de estos versos:
Cuando los mil contarás
con los trescientos doblados
y cincuenta publicados,
con los nueve dieces más,
entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu rey y tu delfín,
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera.
En el almanaque de 1766 volvió a acertar de pleno al pronosticar el Motín de Esquilache. Nadie supo nunca que método empleaba para acertar con estos pronósticos pero ahí están y al parecer no fueron los únicos.