Hay personas que son difíciles de contentar, se les de lo que se les de siempre están quejosos e insatisfechos. Y este descontento los vuelve resentidos lo que los lleva a molestar a todo el mundo.
Hoy en día los hay, seguro que todos conocéis a alguien así, pero este tipo de personajes no es algo producto de nuestra forma de vida actual, revisando la Historia siempre nos podemos topar con alguno de ellos.
Podemos tomar como ejemplo al Conde don Alfonso, hijo natural de Enrique II y Elvira Iñiguez de la Vega. Nació en 1355 siendo el primogénito del monarca pero al ser bastardo no tenía derecho a suceder a su padre en el trono, pero si estaba llamado a ser cabeza del círculo nobiliario. Pero en lugar de aceptar ese cargo que conllevaba títulos y honores, decidió convertirse en el mayor enemigo primero de su padre, aunque con moderación y después de su hermano ya sin ningún miramiento.
Su padre le había entregado el título de conde y el señorío de Noreña, ampliándolo tiempo después con más villas y concejos realengos lo que le convirtió casi en dueño de Asturias. Pero nada de esto le pareció suficiente al conde Alfonso, conocido también como Alfonso Enríquez. Su descontento y su desmedida ambición le llevaron a ser desleal, intrigante y violento, siendo esto último la causa de que muchos concejos y nobles asturianos no le siguieran y acabaran por dirigirse al rey para quejarse de los atropellos y abusos del conde.
Como ya dije, mientras su padre vivió se mostró mas prudente en sus desmanes y quizás su mayor protesta ante él fue la de no estar conforme con la esposa elegida para él, la infanta Isabel de Portugal que también era bastarda.
Pero muerto su padre y reinando su hermano Juan I, dio ya rienda suelta a sus ambiciones organizando una revuelta que no duró mucho y que terminó con la reconciliación de los hermanos. Pero esa reconciliación no aplacó al descontentadizo Alfonso que volvió a las andadas queriendo involucrar además al rey de Portugal lo que encolerizó a Juan que terminó por confiscarle todos los bienes, no sólo los de Asturias si no también los del norte de León.
Paciencia tenía Juan que accede a una nueva reconciliación ante la promesa de Alfonso de no volver a rebelarse, por lo que su hermano le devuelve otra vez sus posesiones.
Tontería, porque con este tipo de personas ser magnánimo no vale para nada y aceptar sus promesas es papel mojado. Dos años después, allá por 1383, Alfonso vuelve a la carga poniéndose ya un poco pesadito con tanta sublevación. Esta vez se hace fuerte en Gijón pero las tropas reales le ponen sitio hasta que no le queda más remedio que rendirse.
Dibujo de Gaspar Meana
Nueva reunión en la que se llega a un acuerdo, Alfonso entrega todas sus posesiones en Asturias y a cambio Juan le concede el título de conde de Valencia de Don Juan y nuevas tierras fuera de Asturias.
Crea entonces el rey la institución del Principado de Asturias titulo que desde entonces llevaría los príncipes herederos y con esto Juan se creyó que ya no habría mas problemas con las posesiones asturianas del conde, pero la vida de muchas vueltas y en una de esas vueltas muere el rey y su heredero, en contra del mandato de su padre, le devuelve al conde todos sus dominios asturianos.
Alfonso vio el cielo abierto y no tardó en volver a las andadas y como este tipo de personas no conoce la lealtad ni la gratitud, le paga al nuevo rey con un intento de sublevación para derrocarle. No lo debieron de ver muy claro los que en un principio se unieron a él y le fueron abandonando, pero él estaba tan ciego en su idea que se retira a Asturias para plantar batalla, pero tiene que ir retrocediendo hasta Gijón en donde se hace fuerte y allí se le pone sitio. Durante el invierno el rey decide dar una tregua que Alfonso aprovecha para ir a Francia a pedir ayuda. Entretanto la esposa de Alfonso resiste hasta que no le queda más remedio que rendirse y decide marchar a Francia para reunirse con su esposo. Gijón entonces es destruido y se pierde la pista al conde que se supone murió en el exilio.
Y digo yo, perdonar tantas veces y ser tan considerado con estas personas descontentadizas ¿es bueno o sencillamente es una forma de dar alas a unos inconformistas que nunca se ven satisfechos?