¿Enamorarse merece la pena?
Como creo que a veces para explicar algo lo mejor es poner un ejemplo, vamos a utilizar el caso de Camille Claudel. Algunos niños tardan en decidir lo que quieren ser de mayores, pero Camille lo tuvo muy claro desde el principio, su juego favorito era el barro y con él esculpía a todo aquel que se le ponía a tiro. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas artes y luego, ya en París, asiste a la academia Colarussi.
A los veinte años entra a trabajar en el taller de Rodin y allí colabora en sus obras y se convierte en poco tiempo en compañera, amante, modelo y musa. Trabajan juntos, viajan juntos, participan juntos en reuniones artísticas y culturales y las obras de ambos se enriquecen. Pero no todo era armonía, dos genios creadores de fuerte carácter y en plena explosión de su creatividad no podían dejar de chocar con frecuencia.
Pero la causa que se convierte en detonante es Rose Buret, la amante de Rodin, por supuesto, ella no tiene la culpa, ya era su amante antes de aparecer Camille, pero esta le exige a Rodin que la deje y él no está por la labor. Primer amor fallido, rompen y al poco cree encontrar el amor en otro artista esta vez músico, Claude Debussy, pero descubre que éste también tiene una amante. Desencantada decide encerrarse en su taller y toda la tristeza, decepción, amargura y rabia le hacen esculpir sus mejores obras, su trabajo comienza a ser reconocido y expone en varias ocasiones, siendo la última en 1905.
A partir de ahí una fuerte depresión se apodera de ella que la lleva a destruir sus obras, su familia, que nunca estuvo de acuerdo con su relación con Rodin, la encierra en un psiquiátrico en el que permanecerá hasta su muerte treinta años después, a pesar de que ella escribió muchas cartas pidiendo que la sacaran de allí.
No hay duda de que esta mujer no tuvo suerte con el amor:
Rodin no sólo no la quería si no que en el fondo envidiaba su arte y temía ser eclipsado por ella.
Su familia se apartó de ella porque no aceptaba ni su relación con Rodin ni la forma de vida que llevaba en París.
Claude Debussy, en el que ella creyó encontrar un nuevo amor, tampoco la quería.
Para colmo le tocó vivir en una sociedad cerrada y misógina en la que reconocer la valía de una mujer no era cosa habitual.
¿Le mereció la pena a Camille enamorarse?, quizás tuvo momentos de felicidad que calculo fueron pequeños, y ¿a que precio los pagó?. Vivir, o mejor malvivir, durante treinta años en un psiquiátrico de aquella época, abandonada por todos, triste, frustrada y sola, ¿lo vale el amor?.
Yo diría que no, pero este sólo es un tema elegido al azar para una tertulia entre amigos y no quisiera que nadie lo tomara como un juicio sumarísimo en el que se condene ni a Camille ni al amor. Como no puedo decirle a Camille lo mucho que siento que las cosas le hayan salido mal en su vida amorosa, rebusqué en Internet obras suyas para hacerle un pequeño homenaje pues su obra creo que merece la pena ser conocida.