El rincón de Leodegundia

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domingo, marzo 25, 2012

La ermita y la leyenda

En una colina de Oviedo en donde antaño se encontraban las canteras que proporcionaban la piedra para construir la catedral, se levanta una ermita conocida en un principio como del Cristo de Laspra y así se la llamó según varias fuentes documentales hasta el siglo XIX. Hoy se la conoce como del Cristo de las Cadenas y es iglesia parroquial.


Esta ermita, muy visitada, fue destruida durante la guerra civil y reconstruida otra vez, inaugurándose en octubre de 1947, fecha en la que también se entronizó la nueva talla del Cristo de las Cadenas ya que la anterior había sido quemada y sus restos habían desaparecido.

Se desconoce el origen de esas cadenas que acompañan al Cristo y en estos casos inciertos siempre surge una leyenda, mas o menos creíble, que sin poder asegurar que sea cierta por lo menos capta el interés del que la escucha. Esta leyenda que os muestro pone nombre tanto a la ermita como a una calle de Oviedo, nombres que ambas conservan al día de hoy.


Leyenda del Cristo de las Cadenas

En una calle de Oviedo según cuenta la leyenda,
su boda había fijado una feliz pareja.
Noble y buen mozo es el novio, hermosa y gentil lo es ella,
y un futuro venturoso parece abrirles las puertas.
Pero el destino traidor que de todos lleva cuenta,
aquellos dos nombres ha escrito en rojo sobre su agenda.
Faltan muy pocos días para tan señalada fecha,
cuando un edicto llegó pidiendo gentes de guerra.
Fue necesario partir, sin que Santo lazo uniera,
aquellos grandes amores que en Oviedo se recuerdan.
Estando en la despedida, llora ella en amarga pena
y para tranquilizarla, el mozo un rosal le entrega:
- "Mientras no florezcan rosas, le dice con voz muy queda,
puedes estar bien segura que la muerte me respeta.
Pero si por el contrario algún día florecieran,
es que mi vida he perdido en esas lejanas tierras".
Esas palabras serían las últimas que le oyera,
y en su corazón se clavan como puntiagudas flechas.
Pasa el tiempo inexorable, y las noticias que llegan
son frecuentes al principio, y luego más tarde escasean.
Y un mal día apareció, en su casa ante la puerta,
un fraile que traía plañideras cadenas por ofrenda.
Prisionero el novio estuvo, en sucia y lóbrega celda,
viendo consumir sus días, en tan terrible condena.
Logró liberarle el fraile... pero tan grave mal le aquejaba,
que ante su posible muerte, pidióle que a Oviedo viajara.
Contando a la prometida toda la amarga odisea,
en su casa le entregara del cautivo... las cadenas.
Con el corazón partido la joven corrió a la aldea
donde a un Cristo milagroso, todo el pueblo venera.
En su presencia se postra, y con gran fervor reza
pidiendo que al ser querido la salud le sea devuelta.
Bajo sus pies deposita las cadenas que él le diera,
y hoy se conoce ese Cristo... por Cristo de las Cadenas.
Presto vuelve a desandar aquella misma caleya,
de verdes sebes cercada que hasta allí la condujera.
La razón no justifica el temor que ahora le entra,
pero algo dice su corazón que ella oír no quisiera.
Corre desesperada hasta que a su casa llega,
y comprueba con horror que ya el rosal... ¡rosas diera!
Rosas como sangre roja, bellas como nunca viera,
en ellas hunde su rostro... y con sus lágrimas riega.
Y desde entonces la calle donde la joven viviera,
como calle del Rosal, la gente la conociera.


La calle Rosal ya no tiene ningún parecido con la que debió de tener entonces, sigue siendo una calle estrecha y empinada pero desaparecieron las pequeñas casas que la bordeaban para dejar paso a nuevas edificaciones mas acordes con estos tiempos.


Nota: Leí esta leyenda en distintos sitios y vi que no todas coincidían exactamente en sus versos, pero todas lo hacían en el contenido.

domingo, marzo 18, 2012

Otra cultura (segunda parte)

El principal banquete tradicional entre los maoríes es el hangi. Los hombres calientan piedras en una fogata y excavan un hoyo en la tierra mientras las mujeres preparan la carne y la verdura. Se colocan las piedras y los ingredientes en el hoyo cubiertos con una tela y se tapa con tierra. La comida se cocina a fuego lento durante cuatro horas.

En Whakarewarewa, dado el calor que hay en el suelo se cocina en unos hoyos ya preparados, que los llaman cajas de vapor, o bien cocinan algunos productos, como huevos o maíz introduciéndolos directamente en las aguas termales envueltos en un paño.





Otra cosa interesante son las faldas que lucen las mujeres en los bailes


consisten en unas tiras de flax (lino de Nueva Zelanda) que cuelgan de un cinturón. Las hojas verdes con que se fabrica se secan y se doblan en tubos. Las bolas blancas que llevan a la cintura se llaman poi y están hechas con juncos y cubiertas por tejido de fibra de lino.




y las capas están realizadas en lino, pero también con plumas.


En este lugar la gente también tiene una vida limitada como en todas partes, así que mueren y cuando esto sucede el cadáver se lleva a la marae en donde está tres días. El primer día le acompaña la familia, el segundo día se unen los amigos y el tercero toda la aldea y allí rememoran y disfrutan recordando los buenos momentos que pasaron junto al difunto.

El problema viene cuando hay que enterrarlos. Dado el calor que hay en el suelo no se les puede hacer una tumba tradicional excavando en la tierra, si no que las tumbas son construidas sobre el suelo y se extienden alrededor de la iglesia de la Inmaculada Concepción.

Este cementerio ya no se puede ampliar mas por falta de espacio, así que está reservado sólo para los jefes, el resto de la población tiene que enterrarse en otros lugares.





Y llega la hora de la despedida


nuestro anfitrión nos dice “Haere ra” (adiós de la persona que se queda) y nosotros que ya hemos aprendido algo sobre los maoríes le contestamos “E noho ra” (adiós de la persona que se va).

Si queréis ver la zona termal de Whakarewarewa pinchar aquí

¡Gracias a Chelo, Lucía y María por estas fotos!

domingo, marzo 11, 2012

Otra cultura (Primera parte)


Hoy nos vamos a acercar a una cultura muy diferente a la nuestra y para ello nos iremos hasta Nueva Zelanda, concretamente hasta la aldea de Whakarewarewa. Allí en una zona de fuentes termales viven los maoríes. De antepasados polinesios y grandes navegantes, tomaron un día sus naves cargadas de animales y plantas y se echaron al mar guiándose por el vuelo de las aves migratorias, las estrellas o las formaciones nubosas. No se sabe con certeza el motivo de esta decisión, pudiera ser que huyeran de su lugar de origen debido a guerras tribales o bien porque estuvieran pasando por una época de carestía, pero fuere cual fuere el motivo, en estas islas encontraron lo que andaban buscando.

Entre los animales que trajeron estaba el kiore, una rata polinesia que les servía de alimento y que al parecer era exquisita cuando se la cebaba con moras y también llegó el kuri, el perro. Entre las plantas viajaron la kumara o batata que se convirtió en el alimento principal, y el taro que al no ser muy productivo pasó a ser un producto de lujo.

Hoy en la aldea es un día lluvioso y lo primero que se nota es ese gran olor a azufre y las nubes de vapor que rodean toda la zona. Lodo burbujeante, géiseres y el calor de la tierra bajo los pies llaman la atención al principio, pero luego lo interesante del lugar y la amabilidad de sus habitantes hacen olvidar todo para disfrutar de un día en contacto con una cultura tan diferente a la nuestra.



En cuestión de arte, los maoríes destacan en la talla de la madera, el hueso y la piedra, pero también son muy apreciados los trenzados y los tejidos. Normalmente a las figuras de madera les suelen poner los ojos con conchas iridiscentes. En el trenzado y en el tejido utilizan el lino de los pantanos, juncos y plumas de pájaros. Veamos una muestra de su arte



En todo el pueblo se pueden encontrar motivos de su arte


Entre los maoríes, el haka es un baile de guerra que realizan los hombres. Gesticulan con los ojos y sacan la lengua en actitud desafiante, pero en un principio el haka era la forma de dar la bienvenida y ofrecer hospitalidad a los visitantes. Y así nos recibe esta pareja, ella con los ojos muy abiertos y el sacando la lengua, cosa que sólo pueden hacer los hombres


La música y el baile son muy importantes en la vida de los maoríes. Participan hombres y mujeres. Las canciones se representan con todo el cuerpo: tronco, manos, piernas. brazos y gestos de la cara




La marae es una especie de templo, un lugar de reunión para los maoríes, en donde se celebran fiestas, bodas, funerales y demás reuniones de los jefes de la aldea ya que todo lo que es importante para la comunidad se decide aquí. Toda ella está adornada con esculturas y dibujos en madera






Continuará………
Si queréis ver la zona termal de Whakarewarewa pinchar aquí

domingo, marzo 04, 2012

¿Cuánto vale la vida?


Cuando se lee el periódico hay noticias en las que apenas reparas, pero hay otras que te hacen frenar en seco y pararte a pensar. Eso me sucedió a mí con esta noticia:

Alberto Giubilini y Francesca Minerva, de las facultades de Filosofía de Milán (Italia) y Melbourne (Australia), consideran que lo que denominan «aborto posparto» debería «ser permisible en todos los casos en los que lo es el aborto. Incluso aunque el niño no presente ninguna discapacidad»

Los firmantes del artículo afirman que matar a un recién nacido después del parto no es una alternativa al aborto («realizarlo en las primeras fases (del embarazo) es la mejor opción»). Sin embargo, añaden que «si después del nacimiento se detectase alguna enfermedad no identificada durante la gestación; si algo va mal durante el parto o si alguna circunstancia económica, social o psicológica cambiase y supusiese una carga inaguantable», las personas deberían tener la opción de no verse forzadas a hacerse cargo del niño. Y aunque admiten que la adopción puede ser una alternativa al infanticidio, consideran que «podría causar un estrés psicológico insoportable».

Mucho sería lo que se podría debatir sobre esta noticia, pero no va a ser el tema de hoy, el tema es la pregunta que se me vino a la cabeza al pensar en la vida y en lo fácil que al parecer es deshacerse de ella porque

se mata por amor
se mata por placer
se mata por dinero
se mata por venganza
se mata por piedad
se mata por miedo
se mata por odio
se mata por ideas políticas
se mata en nombre de Dios
se mata en defensa propia
se mata en nombre de la justicia
se mata en nombre de la libertad
se mata a los nacidos y a los que no llegaron a nacer

¿No es demasiado matar? ¿qué valor tiene entonces la vida?