El rincón de Leodegundia

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domingo, julio 31, 2011

Vacaciones

domingo, julio 24, 2011

El Naranco


El Naranco es el monte que por decirlo de alguna manera protege la ciudad de Oviedo. No es muy alto pero es visibles desde cualquier punto y desde su cima se puede contemplar la ciudad que poco a poco va creciendo.


En él se hallan tres monumentos importantes, dos que datan del siglo IX situados en la ladera meridional muy cerca uno de otro, y el tercero, mas moderno, inaugurado el 5 de julio de 1981, situado en lo más alto.

Hoy me referiré a este último pues se acaba de celebrar el treinta aniversario de la inauguración de lo que se podría llamar el sueño de una ovetense, Ramoncita Bertrand, que tuvo la idea de impulsar un proyecto para la colocación de un monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Monte Naranco que se convertiría en el símbolo de la protección a la ciudad.

Partiendo de cero empezó a trabajar en la idea que comunicó al padre Vega que no la animó mucho pues sabía que el coste de la obra sería demasiado elevado, pero como cuando se quiere algo se pone mucho interés, su hija que quería ayudarla ideó hacer unas postales y venderlas y así, de una forma sencilla empezó a materializarse este sueño.


No era fácil conseguir tanto dinero, así que el tiempo fue pasando pero el entusiasmo no menguaba y en 1963 logró ver como por fin se colocaba la primera piedra, pero ella no llegaría a ver el monumento porque dos años después falleció. El proyecto siguió adelante aunque con algunas paradas, pero al final en 1981 y después de dieciocho años, su sueño se cumplió y el monumento quedó instalado en el Picu Paisanu.


El diseño del monumento se debe a Gacía Lomas y su autor es Gerardo Zaragoza, mientras que el montaje corrió a cargo de José Antonio Navas. La réplica de la Cruz de la Victoria que figura en su base es obra de Rafael Urrusti. Esta cruz en un principio se había colocado coronando la escultura pero el fuerte viento que suele azotar este monte desaconsejó esa ubicación y cambiarla por la que tiene ahora. La escultura tiene treinta metros de altura y se representa a Jeús con los brazos extendidos como queriendo abrazar a la ciudad.


La primera piedra es una roca extraída del santuario de Covadonga. Bajo la misma se colocaron bolsas con tierra bendecida de todos los concejos asturianos, lo que convierte a este monumento en algo representativo de todo el Principado.


El Sagrado Corazón es visible desde cualquier punto de la ciudad


Incluso por la noche, ya que desde 1992 está iluminado.



Nota: la foto de la postal fue tomada del periódico La Nueva España.

domingo, julio 17, 2011

Tiempo de sextaferias

Quizás es hora de retomar aquellos trabajos que se hacían antes en los que se reunían los vecinos de una comunidad para realizar trabajos para la mejora y limpieza de los caminos, de los montes o de los ríos y por los que nadie cobraba nada pues todo ello era en su propio beneficio.

En estos tiempos de crisis en los que los presupuestos no alcanzan para acometer estas labores tan necesarias creo que no estaría mal organizar lo que en Astrurias se llama “sextaferia”. El Reglamento de Sextaferias de 1839 las define como las “reuniones periódicas y vecinales de costumbre inmemorial y nunca interrumpida hasta el día para reparar los caminos públicos, conservarlos en buen estado y construir de nuevo los que la conveniencia pública reclame”.

Si bien ahora se encarga, o al menos debería, el Ministerio de Fomento, este espíritu de las sextaferias se podría ampliar a otras necesidades que últimamente no se están atendiendo y además a todo aquello que la comunidad necesite y no pueda pagar. Habrá quien crea que con estos trabajos gratuitos lo que se logrará es quitar puestos de trabajo remunerados, pero no es así, ya que esos puestos de trabajo no existen porque no hay dinero para pagarlos.

Hace unos días los habitantes de Sama de Grado nos dieron a todos un buen ejemplo al organizar una sextaferia para arreglar el cementerio que al parecer estaba en muy mal estado. Llevaban años sin que se realizara ninguna mejora, así que hartos de verlo en esas condiciones empezaron por reunir una cantidad de dinero para renovar el pavimento y para que toda la obra no saliera demasiado cara, ellos mismos se encargaron del desbroce y limpieza, trabajaron duro y en apenas un día el cementerio lucía un aspecto impecable.


Quedaron tan satisfechos con el resultado que ya planean volver a reunirse para arreglar el acceso al cementerio para que todo quede perfecto.

Viendo como están por ejemplo los montes de nuestro país que no se limpian, lo que ayuda mucho a que los incendios veraniegos sean devastadores, que los ríos tampoco se limpian y en cuanto llueve en cantidad se producen tantas inundaciones ¿no sería estupendo que los vecinos de las distintas zonas se reunieran haciendo una sextaferia para hacer estas limpiezas tan necesarias y beneficiosas para todos?

Con el trabajo hecho y la satisfacción de haberlo logrado siempre se podría rematar con una buena merendola para celebrar la aportación cordial y sensata de todos los vecinos.


Nota: La fotografía fue tomada del periódico La Nueva España.

domingo, julio 10, 2011

Historias para turistas

Cuando visitamos lugares desconocidos, en muchas ocasiones nos acompañan unos guías locales que intentan mostrarnos no sólo las bellezas del lugar, sino darnos a conocer su historia, sus costumbres, sus leyendas... Entre estos guías supongo que como en todo los hay muy preparados y menos, pero también tengo la impresión de que su esfuerzo en estas explicaciones depende del interés que muestren los viajeros.

Cuando el viajero tiene interés toma nota de lo que le cuentan para luego comprobar por otros medios si lo que le contaron es cierto, pero estas comprobaciones no siempre se pueden hacer ya que no es fácil en algunos casos encontrar la información que se busca; así que hay que dar por bueno lo que nos cuentan y tomarlo como algo que posiblemente sí haya sucedido.

Y esto es lo que le pasó a Lucía cuando, visitando el Parque de Abel Tasman en el norte de la isla sur de Nueva Zelanda, se encontró con una roca muy curiosa que está situada en el borde del mar. La explicación que le dieron es la que yo os relataré a continuación, pero ni ella ni yo logramos comprobar si dicha explicación era cierta o sólo una historia más para turistas.


Como podéis ver en la foto, esta piedra que está muy bien colocada sobre otras muchas que le sirven de base, está dividida en dos. En un principio cuando no estaba dividida recibió el nombre de “La roca de la manzana”.

Esta roca era sagrada para los maoríes, pero como sucedió en muchos casos, cuando el “hombre blanco” llegaba en plan de conquista no había piedra por muy sagrada que fuera que quedara intacta.

En este caso fue el Capitán Cook el que tuvo el “honor” de quitarle el título de sagrada a “La roca de la manzana”. Tras varios intentos de desembarcar en esa playa y siendo rechazados todas las veces por los maoríes que defendían con ahínco su tierra, el Capitán Cook perdió la paciencia y ordenó bombardear la roca para demostrarles a los lugareños lo que les podía pasar si no cejaban en su empeño.

En una muestra de buena puntería, el cañonero del barco acertó justo en medio de la roca y la partió en dos, con lo cual la "Roca de la Manzana" pasó a ser "la Manzana Partida". Los maoríes se quedaron asombrados y consideraron esta hazaña un milagro que elevaba al capitán Cook al nivel de semi-Dios (o a lo mejor esta es una metáfora para decir que se cagaron por la pata, porque los pobres no creo que nunca hubiesen visto semejante despliegue de fuerza) y decidieron permitir desembarcar a los europeos sin más oposición.

Esto es una clara muestra de que no hay nada como el diálogo “igualitario y razonable” para conseguir la comprensión y la armonía entre diferentes culturas.

Al parecer muchos años después, un bañista encontró la bala de cañón que había partido la roca, que fue expuesta en un museo, hasta que a un graciosillo se le ocurrió robarla. No se ha vuelto a saber nada de la bola.

Y así se lo contaron a Lucía y así os lo cuento yo. ¿Verdad? ¿mentira?, no lo sé, quizás como dije al principio sólo sea una historia hecha para los turistas.

domingo, julio 03, 2011

Indignados

Llevamos un tiempo viendo como un grupo bastante numeroso tomó plazas y calles proclamando su indignación por las muchas cosas que funcionan mal en este país y todo el mundo se asombra ante este movimiento como si nunca en la Historia hubiesen existido indignados que deciden protestar en voz alta.

Precisamente este fin de semana se celebra en Llanera (Asturias) una fiesta que conmemora la indignación de unas gentes que estaban hartas de los abusos cometidos por el comendador que, entre otras cosas, había subido los impuestos de forma exagerada. Esta fiesta se llama la de los “Exconxuraos”.


Todo empezó en 1408 cuando los vecinos sujetos al señorío jurisdiccional de la sede episcopal ovetense cansados de tanto abuso se declaran en rebeldía negándose a pagar y el obispo Don Guillén, que no estaba por estas desobediencias, decidió castigarlos con algo que en esa época era un castigo muy duro, la excomunión. En estos tiempos en los que la religión pinta más bien poco no creo que a los indignados les afectara nada en absoluto, pero no olvidemos de que estamos hablando de principios del siglo XV. A pesar de sus creencias estaban tan indignados que se mantuvieron firmes durante cuatro años en los que las iglesias se mantuvieron cerradas, sin celebración de oficios y sin el derecho de recibir sepultura eclesiástica.

Durante este tiempo se debatían entre deponer su actitud o seguir alejados de su religión cosa que les producía mucha incomodidad, así que cuando falleció el obispo y llegó su sustituto, el leonés Diego Ramírez de Guzmán, que tenía un carácter más dialogante, se empezaron unas conversaciones para intentar terminar con una situación tensa que en realidad no beneficiaba a nadie. Se llevaron a cabo las reuniones para solicitar por un lado que les levanten la excomunión y por el otro para que prometan no volver a rebelarse y por fin se llega a un acuerdo. Pero la iglesia exige algo más, que peregrinen hasta la iglesia de San Salvador de Oviedo treinta hombres que en señal de penitencia irían vestidos con un sencillo saco, descalzos, una soga al cuello y la cabeza cubierta de ceniza.

Ahora, siglos después, los habitantes de Llanera celebran una fiesta para conmemorar estos hechos, pero tengo entendido que no celebran ni el castigo ni el perdón, si no la unidad de un pueblo por luchar contra lo que consideraban injusto.

Y quizás esto es lo que quieren demostrar los indignados de hoy en día, esa unión por la lucha de lo que consideran justo, pero que tengan cuidado pues bien es sabido que todos tenemos un precio y al igual que les pasó a los exconsuraos ellos también terminen por ceder.