Opositores a Roma
Cuando un país es invadido, sus habitantes suelen dividirse en dos grupos básicos, los que se dejan conquistar, por motivos que no vamos a explicar ahora, y los que deciden luchar por su independencia presentando batalla.
Cuando los romanos llegaron a España con la idea de luchar contra Cartago, que en esos momentos era su principal enemigo, se dieron cuenta de que no sólo tenían que vérselas con los cartagineses, también tenían que contar con los lugareños bastante peleones por cierto, pero la misión aunque arriesgada, era muy importante para Roma ya que tenían que anular el poderío de su rival y además adueñarse de España a fin de no tener ningún enemigo importante en el Mediterráneo que les proporcionase tantos problemas como hacía Aníbal en ese momento.
En aquella época, los habitantes de la Península Ibérica no eran un pueblo homogéneo, eran un conjunto de pueblos o tribus independientes – vacceos, astures, ilergetes, vetones, cántabros, lusitanos, oretanos, arévacos…..- y no todos reaccionaron igual ante la llegada de los invasores aunque la mayoría se sublevaron envalentonados por las arengas de sus caudillos, muchos de los cuales son conocidos como es el caso del lusitano Viriato que trajo a los romanos de cabeza con su guerra de guerrillas hasta que fue traicionado y asesinado; o Corocota, caudillo cántabro que cuando Augusto puso precio a su cabeza, tuvo el coraje de ir personalmente a cobrar y aunque parezca raro no perdió la cabeza ni la vida; y Olíndico, celtíbero, que como cuenta el historiador Floro : ”Era hombre extraordinariamente destacado por su astucia y osadía, que a modo de profeta, blandiendo una lanza argéntea como si hubiese sido enviada del cielo, había seducido las mentes de todos. Pero el haber irrumpido de noche con idéntica temeridad en el campamento del cónsul fue alcanzado por la jabalina de un centinela ….”.
Pero hay otros dos, que por alguna razón se me quedaron grabados en la memoria desde mis tiempos de estudiante y de los que quiero hablar hoy. Son los jefes ilergetes Indíbil y Mandonio. Como se dice en mi tierra, a estos dos personajes se les podría aplicar el dicho “Dir colos de la feria y volver colos del mercáu”, o lo que es lo mismo, los que cambian de opinión y de bando con facilidad.
Polibio nos relata que Cneo Cornelio zarpó con toda su flota desde la desembocadura del Ródano y llegó a España desembarcando en Ampurias y desde allí iba asediando a los lugareños que se le oponían hasta llegar al río Ebro, aseguró las poblaciones costeras y avanzó hacia el interior. Como a los que se le sometieron los trató bien, reunió un buen número de aliados y continuó su marcha sometiendo a unos y atrayendo a otros. Los cartagineses que habían quedado en esa zona al mando de Hannón acamparon frente a los romanos librándose un combate del que Cneo salió victorioso, con lo que se adueñó de muchas riquezas, capturó vivo a Hannón y al caudillo Indíbil, que más tarde fue puesto en libertad Y aquí tenemos a uno de esos dos caudillos que en esos momentos era partidario de la causa púnica.
En uno de los encontronazos entre cartagineses y romanos, estos salen victoriosos lo que ocasionó que muchos indígenas se aliaran con ellos en contra de los cartagineses, pero otros como los ilergetes consideraron bochornoso este comportamiento y decidieron sublevarse dirigidos por dos de sus jefes, Indíbil - al que ya conocemos y que no tuvo en cuenta para nada que Cneo Escipión le había perdonado la vida y devuelto la libertad - y Mandonio.
Con la llegada de Asdrúbal Barca a España los combates se avivan, lo que obliga a los romanos a engrosar sus filas con unos veinte mil celtiberos, pero Asdrúbal sobornó a los indígenas que acompañaban a Cneo Escipión con lo que este hubo de retirarse. Entre tanto, Publio Escipión hacía frente en Cástulo a la caballería númida de Masinisa y a los españoles dirigidos por Indíbil, la lucha fue tan dura que Publio perdió la vida. Un mes más tarde, Cneo fue atacado simultáneamente por las tropas de Asdrúbal Barca, las de Magón y las de Asdrúbal Giscón y después de una lucha encarnizada, Cneo perdió la vida al igual que muchos de los suyos y los que salieron con vida retornaron por el Ebro guiados por Lucio Marcio que se unió a Tito Fonteyo que había reunido a las tropas que sobrevivieron cuando murió Publio Escipión.
De momento se puede decir que iban ganando los cartagineses por lo que Asdrúbal decidió dirigirse a los Pirineos con la intención de pasar a Italia acompañado por Magón. Cuando los romanos se dan cuenta de lo que persigue Asdrúbal eligen por jefe a Lucio Marcio que decide atacarlos venciendo a ambos y así se aborta la ayuda que Aníbal esperaba en Italia. Pero Roma, al igual que muchas veces hizo España, no agradece la buena actuación de Lucio y envía en calidad de propretor a Claudio Nerón al que acompañan unos doce mil hombres. No le duró mucho el cargo ya que no supo aprovechar el mal trato que el enemigo dio a los lugareños ni logró apresar a Asdrúbal ya que este se burló de él teniéndole entretenido varios días con unas negociaciones que no pensaba llevar a cabo y un buen día, dejando encendidas las hogueras del campamento Asdrúbal se largó dejando al romano con dos palmos de narices.
Claudio Nerón fue sustituido por Publio Cornelio Escipión, hijo de Publio Escipión y sobrino de Cneo. El muchacho no era nuevo en las lides militares, ya había participado en la batalla de Tesino y en la Cannas, así que decidido partió hacia España llegando a Ampurias y se dirigió por tierra hacia Tarragona al tiempo que Cayo Lelio lo hacía por el mar. Lo primero que hizo y con mucho acierto diría yo, fue ponerse en contacto con los legados de las poblaciones amigas para poder hacerse una idea de cómo estaba la situación y luego esperó la llegada de la primavera para empezar a moverse. Enterado de que los ejércitos cartagineses estaban lo suficientemente lejos de Cartago Nova, se dirigió allí para atacar tanto por tierra como por mar, sabedor de que durante las mareas bajas quedaba en seco una parte de la playa, fingió atacar por el lado de tierra para atraer a los defensores hacia ese lado quedando más desprotegida la ciudad por el lado del mar y por allí se efectuó un desembarco, entraron en la ciudad y se apoderaron de ella en pocas horas.
El botín fue tanto moral como material, por un lado la conquista de una ciudad importante cartaginesa y por otro lado el dinero, joyas, almacenes repletos de provisiones, barcos y algo muy importante, los rehenes de los pueblos españoles aliados con los cartagineses. Para aquel que no lo sepa, en esas épocas era muy corriente la entrega de rehenes como compromiso de fidelidad y Aníbal se había asegurado de coger unos cuantos antes de su marcha a Italia y entre ellos se encontraban las hijas de Indíbil, la esposa de Mandonio y la prometida de Alucio. Escipión prometió darles la libertad si sus respectivos pueblos cambiaban su alianza con los cartagineses por una con los romanos. Así lo hicieron, todos se convirtieron en aliados de Roma y Alucio les quedó tan agradecido que reclutó unos mil cuatrocientos jinetes para ponerlos al servicio de los romanos.
Las luchas entre ambos rivales continuó con gran dureza en territorio hispano, Roma estaba decidida a terminar con el poderío cartaginés, pero esas luchas nos las saltaremos pues lo que nos interesa es volver a reencontrarnos con nuestros amigos Indíbil y Mandonio. Se corrió la voz de que Escipión se moría pues estaba gravemente enfermo y esto fue aprovechado por nuestros protagonistas para sublevarse con la excusa de que los romanos no les habían atendido por su ayuda en contra de los cartagineses, lo mismo hicieron unos ocho mil legionarios a los que no se les abonaba las pagas atrasadas, pero ni unos ni otros contaban con que Escipión recobrase la salud sometiendo rápidamente a los legionarios y derrotando a los ilergetes a los que les exigió dinero para pagar a los mercenarios.
Pero nuestros amigos no escarmentaron y nada más que Escipión pasó el mando de España a Lucio Léntulo y a Lucio Manlio Acidito, Indíbil y Mandonio consideraron que era el momento de dejar su alianza con Roma y volver a reclamar la independencia, reúnen un buen ejército y presentan batalla pero una saeta mata a Indíbil que luchó valientemente y sus seguidores se dispersan, se impuso la paz y como parte del trato Mandonio es entregado a los romanos que terminaron por decapitarle pues quizás pensaron que se hacía buena la frase de :”muerto el perro, terminada la rabia”.